Cada año en República Dominicana se reportan de manera formal alrededor cientos de casos de agravio contra animales domésticos a través del Departamento de Protección Animal de la Procuraduría General; muchos de ellos han sido grabados y difundidos por las redes sociales y medios de comunicación tradicionales.

El maltrato animal es la manera inadecuada de tratar a los animales, ya sea golpeándolos, descuidando su alimentación, asignándoles sobre cargas y/o imponiéndoles violentamente cosas ajenas a su naturaleza; o sea toda acción que les cause daños o sufrimientos.  Además, es una conducta social deplorable que puede detonar en una agresión en contra de otros seres humanos.

El Asno.

Muchos de los agresores han sido apresados, juzgados por la justicia y sancionados al pago de cientos de miles de pesos, a pedir una excusa pública a través de un medio de comunicación, asistir a charlas conductuales, realizar trabajo comunitario en fundaciones u hogares de Mascotas y abstenerse de realizar maltrato físico o verbal contra cualquier mascota, hasta la prisión.

Pero pese a esas medidas, en varios medios de comunicación podemos encontrar anuncios que advierten: “no me hagas llevar una vida de perro ¡protégeme! Soy tu fiel amigo” o cuando no, con la figura del burro (asno) que dice: “ponerme a tirar de la carreta en la ciudad está prohibido. Si me maltratas puedes ir preso” y cita la Ley 248 del 2012 que establece la protección animal, y así hay otros anuncios pertinentes al tema, donde Acento.com ha sido uno de esos medios promotores de dicha campaña.

Los animales (silvestres y/o domésticos) son nuestros parientes más cercanos, con los que convivimos y de quienes obtenemos grandes beneficios espirituales y materiales.

Los perros nos entretienen, nos cuidan y son una alarma biológica ante los peligros en que pueda estar un individuo, la familia, o alguna empresa.

Luna.

Los mamíferos, las aves, los reptiles, los insectos y todos los seres vivos compartimos un orden de informaciones, cognición y energía que sorprende a cualquiera que se introduzca al estudio de este mundo y más cuando se trata de aquellas especies que los humanos han domesticado en los últimos 15,000 años.

Algunas personas critican fuertemente a la gente que ama a los animales y a los que viven haciendo sociedades de protección para ellos, porque lo ven como una debilidad o una suplantación del amor a los seres humanos; tienen todo el derecho de hacer conjeturas sobre los amantes de los animales, pero eso no los faculta para despreciar o maltratar a esos seres indefensos, si creen en la libertad y en los  derechos individuales.

Los estudios científicos demuestran que hay un alto nivel de “parentela” de los seres humanos con los animales. Recientemente el periódico Listín Diario, en su versión digital, publicó un artículo que señalaba la capacidad que tienen los perros para comunicarse con las personas y que sus habilidades sociales pueden estar presentes desde muy temprana edad sin que estas hayan sido aprendidas de un entrenador; basándose en una reciente investigación de la Universidad de Arizona, que publica la prestigiosa revista científica Current Biology.

La investigación también establece que “los cachorros responden a la mirada social de las personas y pueden emplear con éxito información proporcionada por un humano desde una edad muy temprana y antes de haber tenido un amplio contacto con ellos”.

Según el estudio dirigido por Emily Bray y un equipo de investigadores: “la mayoría de los perros eran capaces, entre otras cosas, de encontrar comida escondida siguiendo el dedo de un humano hasta el lugar que le indicaba”.

El espectáculo del transporte de cerdos por la autopista Duarte es deprimente.

Por otro lado, el Dr. José Enrique Campillo Álvarez (2018) nos dice en su libro Homo Climaticus: El clima nos hizo humano, que compartimos orden, información y energía con todos los seres vivos porque vivimos bajo un mismo sol que nos alimenta y en parte nos define como especie humana.

Toledo y Barrera Bassols (2008) aseguran que participamos con genes, especies, cognición, marcando la gran diferencia lingüística que nos separan; los estadios evolutivos de la cultura han llevado al hombre a relacionarse con animales y plantas, constituyendo parte importante de la biodiversidad, de la cual el ser humano es objeto y sujeto al mismo tiempo de su desarrollo.

Estos autores, en su libro La Herencia Biocultural afirman que “…Si bien la diversidad biológica está constituida por plantas y animales silvestres, resulta fundamental reconocer el rol que juegan los organismos domesticados, ya que estos constituyen el aporte del hombre a la diversidad natural”.

El Homo sapiens se involucra con los animales diferenciándolo y diferenciándose de los mismos.

Solomon, Beg y Martin (2008) en su extenso curso de Biología para médicos, nos hablan del proceso evolutivo que biológicamente nos une a todos; la información y la energía común que nos lleva a concluir que no es un mero entretenimiento, es una realidad más profunda de lo que nos imaginamos.

Eso explica que mucha gente quiera tanto a sus mascotas que parezcan al borde de la locura; en muchos casos los animales son parte de la salud de esos individuos, lo utilizan como terapia dentro de la familia, sobre todo perros, gatos, caballos y aves; igual los animales ven a sus acompañantes como parte de ellos, pero por sus limitaciones lingüísticas y cognitivas no pueden superar sus propias energías para igualarnos en la reflexión y la libertad que enarbola el ser humano.

Las autoras del curso de biología para médicos dicen que somos poblaciones de organismos que han evolucionado a lo largo del tiempo a partir de puntos comunes y que siguiendo un orden genético transmitimos energía que tomamos del sol. Es una verdad conocida por las Ciencia, que para la mayoría se le hace difícil de aceptar.

Aunque se ha estudiado mucho sobre el desarrollo psíquico de  los animales y su rol en la sociedad, el maltrato contra éstos seres vivos continúa siendo un acto degradante de los seres humanos que se repite cotidianamente, se manifiesta a nivel mundial y a todas las escalas.

En República Dominicana algunos sectores de la sociedad aún continúan luchando por un trato adecuado para los indefensos animales.  Una vez nos encontramos con un extranjero, que había ido a un viaje a  una montaña y nos comentó casi llorando sobre el maltrato que le daban sus prestadores de servicios a los animales, poniéndoles  más carga de lo que el turista consideraba; lo que nos llenó de impotencia por la imposibilidad de no poder mediar ante las autoridades pertinentes.

En marzo del 2017, un grupo de personas con sensibilidad  social protestaba, mediante un viacrucis desde Puerto Plata hasta la Capital, por cuestiones justas; ese grupo utilizó burros que indiscutiblemente iban pasando un verdadero vía Crucis, por suerte, al llegar a Santiago las autoridades locales lo liberaron, aunque se esgrimió que era por cuestiones políticas; verdad o mentira, el “pacienzudo burro“ (como diría Hostos escribiendo sobre el paciente animal) estaba lacerado por más de 70 kilómetros de caminata por terreno pavimentado y ruidoso,  cuando su hábitat es el campo.

En la República Dominicana se repiten a diario situaciones como esas, aunque el maltrato animal en nuestro país se considera como un acto criminal desde hace más de 100 años.

Ya en el siglo XIX, al momento que un grupo de persona diseñaron que debíamos ser libres e independientes de toda fuerza extranjera, creando una nueva nación  en 1844, surgieron las protestas  por parte de personas pensantes contra el maltrato a que eran sometidos los animales de tiro, carga y monta, es decir, bueyes que arrastran la madera, el burro, el caballo y los mulos que transportaban a la gente, todas las mercancías producidas y comercializadas en la naciente nación; sectores intelectuales sensibles se expresaron mediante escritos publicados en El Dominicano, el primer periódico surgido a raíz de la Independencia Nacional.

Eran pocas las voces que criticaban el maltrato animal, ya que la mayoría de la gente para la época, tenía su pensamiento y acciones centradas en la  libertad como parte de la nueva nación inmersa en la pobreza extrema.

El médico y antropólogo de Santiago Alejandro Llenas (1844-1902), en varios de sus artículos publicados en el periódico puertoplateño El Orden en 1875, critica el maltrato a las acémilas (mulos) y otros animales de transporte del país, sometidos a las sobrecargas por los recueros, quienes movían mercancías desde los pueblos del Cibao al puerto de Puerto Plata, fundamentalmente.

Llenas, quien vino al país en la década del 1870, después de haber estudiado medicinas en la Europa que ya tenía siglos y base jurídica contra el maltrato animal, pasó décadas viajando y proponiendo posibles rutas con carretas y también proponiendo la posibilidad de la vía férrea y acuática entre Santiago Puerto Plata y Santiago Montecristi para liberar, entre otros objetivos, a esos animales de la sobre explotación a que los comerciantes y los transportistas sometían a los animales para ahorrar costo: “…se arruinan las acémilas (las mulas) por las exorbitancias del peso que se le obliga a llevar”, según su trabajo Cuestión de Recuas de fecha 18 de junio de 1875, publicado en Ensayos y Apuntes Diversos por el Archivo General de la Nación en el 2007(Paréntesis míos, pt).

Cuando los gobiernos del Partido Azul asomaron sus ideas, a partir del 1879-1899,  al frente de la restaurada Republica, nos dejaron doctrinas interesantes para crearla como fue la idea de la Restauración o la verdadera República Dominicana, muchas de ellas vigente aún, y una de ella era la lucha por  la educación positivista para la práctica agrícola y los recursos naturales, formándose organizaciones para la defensa y protección de animales y plantas, como se puede leer en  publicaciones que salieron durante la segunda mitad del siglo XIX y en las primeras décadas del XX.

Cuenta Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, en su Narraciones Dominicanas (1946), que el maestro Eugenio María de Hostos, escribiendo sobre el asno (burro) para algún movimiento que luchaba en favor de los animales, escribió  con su peculiar caligrafía  el “pacienzudo asno” y el trajiste (el que hacia la transcripción para el impreso) escribió: “el pescuezudo asno”, Hostos volvió a corregir: “pacienzudo asno” y el trajiste volvió a escribir: “pescuezudo asno”, llegando a alterar la paciencia del humanista y maestro de nuestra América.

Esto podría ser un indicador de que el bienestar de los animales no ha sido solo interés de la exclusiva clase media y alta urbana moderna que ha resuelto sus problemas de vida en este siglo XXI. Dicha inquietud ya existía en personas de todos los sectores preocupados por el  maltrato a los animales.

Fue en el 1895, cuando éstas manifestaciones en contra del abuso animal se expresaron con más peso, cuando el gobierno de Lilís  emitió la Ley 3522 Sobre Crianza de Animales Domésticos  y en sus 64 artículos, llamaba la atención contra el maltrato animal; por ejemplo en  el artículo  # 2 refiere: “que no sean maltratado en modo alguno y de que llenen debidamente el fin para el cual se le ha sometido a la domesticidad”; el # 4 prohibía el envenenamiento de los peces para su captura y uso, aunque tuviese en el rio de su propiedad; el # 8 establece que los animales para sacrificios “…deben estar en lugares sombreados, en donde coman y beban a satisfacción, hasta una o dos horas antes del momento en que deban de ser sacrificados”. “Queda prohibida la matanza de animales que están padeciendo hambre y sed”.

También establecía multas altas y 10 días de prisión para la reincidencia en el maltrato animal.

Esta ley fue vista muy mal por sectores que acusaban al dictador de querer favorecer a otros interesados; pero la misma al igual que las protestas surgidas al inicio de la República Dominicana, son indicios de que algunos sectores de la sociedad, desde hace 175 años, vienen reclamando que se tomen medidas en contra del maltrato animal.

El 19 de octubre de 1946 se promulgó la Ley No. 1268, que sanciona los malos tratamientos a los animales; dicha ley fue derogada y sustituida el 9 de agosto de 2012, cuando se  promulgó Ley 248-12 sobre Protección y Tenencia Responsable de Animales.

En la actualidad, un diputado por el Distrito Nacional, sometió un proyecto de modificación a la Ley 248-12 de Protección Animal y Tenencia Responsable, que procura sancionar la crueldad y maltrato animal con tres años de prisión y cincuenta salarios mínimos; así como  de la creación de la Procuraduría Especializada de Protección Animal bajo el régimen de la Procuraduría General de la República (PGR), según el Diario Libre digital del  .09/09/2021,

Como podemos observar, hace más de un siglo que República Dominicana cuenta con los mecanismos para evitar o castigar el maltrato animal, pero nos ha faltado educar y sensibilizar al pueblo sobre este tema, que si comenzamos a verlo con seriedad y compromiso podría ayudarnos a salir de dicha barbarie; porque el que es capaz de agredir sin piedad a su propia mascota o cualquier otra especie indefensa no tendrá miramientos para atacar a sus propios semejantes.