Siempre que intentamos comprender, explicar, las acciones y decisiones de los políticos, congresistas y la clase política dominicana en general, nos convencemos que, todavía, la transición democrática de finales de los años setenta está muy lejos de producir las bondades de la esperada “consolidación democrática”.

Durante el período de transición democrática, pasamos de un Estado con una política económica de demanda inducida y de intervención en la sociedad, a un Estado neoliberal, de privatización de los servicios públicos y con una baja inversión en políticas sociales, incrementado de esa manera la desigualdad y exclusión social de un segmento significativo de la población dominicana.

Debido al deterioro de las políticas públicas, se ha producido la transferencia de las responsabilidades de la solidaridad social del Estado, a una heterogeneidad de instituciones de la sociedad civil, provocando la aparición y desarrollo de una diversidad de Organizaciones no gubernamentales sin fines de lucros, las conocidas Ongs, nacionales e internacionales; como Oxfam, Unicef, Participación ciudadana (PC). Según los datos de la Red multisectorial de Asociaciones Sin Fines de Lucro, Alianza ONG, para el 2021 suman 43, entre las más conocidas se pueden mencionar: acción empresarial para la educación (EDUCA), Asociación Dominicana de Rehabilitación (ADR), Asociación Dominicana para el Desarrollo de la Mujer (ADOPEM), Asociación para el Desarrollo de Microempresas (ADEMI), Aldeas Infantiles SOS República Dominicana, Fundación Abriendo Camino (FAC) y otras (http://alianzaong.org.do/).

Frente a las incapacidades de los partidos de democratizar sus estructuras internas, de vincularse a los problemas y necesidades de la población y, romper con la cultura del patrimonialismo, clientelismo y la corrupción de los gobiernos anteriores, se ha producido una crisis de legitimidad del sistema de partidos. Según los estudios e informes más recientes, la confianza en los partidos dominicanos pasó de 35.2 en el 2006, a 28.4 en el 2019, las más baja en los últimos 12 años, poniendo en evidencia el deterioro institucional y la falta de credibilidad del sistema de partidos (https://www.vanderbilt.edu/lapop/dr/AB2018).

Frente al vacío dejado por los partidos tradicionales en su ruptura con las cuestiones sociales: desempleo, educación, energía eléctrica, agua potable, transporte, asfaltados de los barrios, se ha estado estructurando la aparición de nuevos movimientos y protestas sociales que representan las grandes demandas de bienestar, de igualdad, de reconocimiento de la diversidad cultural, de participación política e inclusión social de la población más vulnerable.

En este caso, hay que destacar la participación protagónica de los nuevos movimientos sociales en las luchas por la ampliación de los derechos políticos y sociales: feministas, el 4% a educación, ecologistas de loma miranda, en contra de la cementera, los movimientos de marcha verde y la plaza de la bandera, apareciendo nuevos actores e instituciones que participan en la construcción de la esfera pública.

Con el auge de las tecnologías de la información y la comunicación digital, cada día más, las redes y los medios de comunicación juegan también un papel extraordinario en la ampliación de la esfera pública. Estos medios se han constituidos en los garantes de la libertad de expresión y comunicación de la diversidad de actores sociales, haciendo posible la existencia de ciudadanos más y mejor informados.

En el marco de esta transición de la democracia dominicana, se ha estado produciendo una diversificación y pluralidad de actores que participan en la construcción de la esfera pública. Se ha puesto en evidencia, que la construcción de lo público, no se reduce a la esfera Estatal-gubernamental, sino que concierne e involucra a todos: a las organizaciones de la sociedad civil, los movimientos sociales y los actores e instituciones que participan en la construcción de la opinión pública: periódicos digitales, redes, radio y televisión.

Frente a los reiterados y cíclicos escándalos que afecta a la clases política dominicana, desatados por las denuncias de corrupción, nepotismo, de la narco política, de la insostenible mercantilización de la política y últimamente por los Papeles de Pandora, se hace necesario la participación de los nuevos actores en las decisiones que tienen que ver con la construcción de la esfera pública.

La clase política ha perdido la legitimidad de representar la diversidad y pluralidad de intereses de los diversos grupos y clases sociales que conforman la sociedad dominicana y por tanto, se hace necesario de democratizar el sistema político y, pasar de una democracia electoral, de partidos, a una democracia de ciudadanos más inclusiva, deliberativa y participativa.