La famosa historia de L. Frank Baum del año 1900 narra la historia de Dorothy una pobre niña en el Estado de Kansas que es arrastrada con su perro Toto hacia un país llamado Munchkin, el cuadrante este de la tierra de Oz. De allí en adelante Dorothy y Toto en busca de un camino de regreso a Kansas establece una amistad con los personajes que encuentra en su camino y que va “liberando” de variadas condiciones: el espantapájaros, el hombre de hojalata y el león cobarde.
La historia original es bastante cruel y relata personajes que quieren matar, destruir y desaparecer a sus “enemigos”, y no promueve valores fundamentales como el sentimiento de comunidad o nacionalismo, la fidelidad o la piedad. Sin embargo es un mundo mágico donde hasta una niña puede tener poderes sobrenaturales y ser ella con su pericia, trabajo y perspicacia la que logra equilibrar los diferentes sectores sociales que conviven en este mundo encantado y traer paz y prosperidad.
No nos toca más que tratar de ver las similitudes entre este mundo “mágico” en el que de golpe Dorothy se vio rodeada y la sociedad en la que vivimos. Cómo explicar las cosas que suceden en esta tierra de Duarte, Sánchez, Mella y Luperón si no es poniéndonos las zapatillas encantadas de esta niña y asumiendo que con un poco de astucia y sobre todo actitudes populistas podremos acceder a posiciones de poder relativo y transformar nuestro entorno.
¿Cómo más explicar un país en el que a pesar de que anualmente reprobamos en los índices de corrupción, competitividad y distribución del ingreso aun así nuestra producción crece? Vivimos en una sociedad donde las familias optan por garantizarse un hermoso vehículo del año europeo antes que un techo apropiado, una pensión digna o un sistema educativo adecuado para sus hijos(as), y la economía crece.
Vivimos en un país donde los mercados financieros son oligopólicos y cerrados a la competencia. Donde las empresas son forzadas a la descapitalización por parte del Estado a través del sistema de Seguridad Social, que sólo garantiza el financiamiento del propio Estado a través de la Banca Privada y Semi-Estatal, en un contubernio a voces, y sin embargo la economía crece.
De tal suerte que en medio de la mayor crisis financiera mundial de los últimos 70 años en el Mágico Mundo de Oz Dominicano nosotros nos podemos dar el lujo de no sólo no variar en absoluto nuestros patrones de consumo, reestructurar y reducir costos (sobre todo en el Sector Público), sino también financiar las dos campañas políticas más costosas del planeta. Generando niveles de endeudamiento público extraordinarios (déficit fiscal del 8% del PIB anual) pero seguimos en paz y la economía crece…..
Ser ciudadanos de un país en donde la seguridad jurídica de tus inversiones termina en el momento en que tus intereses coliden con los de un político o grupo particular de poder y el aparato judicial está totalmente amoldado a los intereses de la clase política, y sin embargo Dorothy encuentra como llegar a casa y la economía crece.
Un país de 10MM de habitantes que se da el lujo de traer a los más afamados artistas del mundo, sin contar con los escenarios ni la infraestructura colateral adecuada para ello, año tras año, a celebrar eventos abarrotados por “desempleados” y “rentistas” que el lunes nos cuentan lo difícil que están las cosas y el costo de la vida.
En el Mágico Mundo de Oz Dominicano, al igual que los Monos alados de Oz que no podían cruzar el desierto alrededor del reino, nuestra juventud no puede cruzar el eslabón de la miseria auto dirigida por un entorno social que promueve más la creación de bancas de apuestas y casinos que las de escuelas, colegios y universidades. Y sin embargo nuestra economía crece.
¿Serán los remanentes de Oro y otros minerales que yacen aún escondidos en nuestras montañas logrando escapar la furia Española y que sólo las tecnologías modernas permiten explotar lo que atrae nuevos inversionistas mineros? ¿Cómo explicar el flujo de inversión extranjera a un país tomador absoluto de precios, que al no ser competitivo en bienes (problemas del sector energético, corrupción, baja productividad de la mano de obra y una moneda sobrevaluada) si no es vistiéndonos de hojalata y llamando al Leon cobarde?
En definitiva la llave de la gobernabilidad y la transformación social de nuestro país requiere de una actitud y desempeño diametralmente distinto al que hemos observado en el pasado, pero sin olvidarnos de que este es el mundo de Oz y como tal hay que entender su magia……