La narrativa brillante de Mijaíl Bugákov nos sirve de pie de amigo. Su novela, que lleva el título de esta entrega, es un ejercicio de estilo magistral cuya lectura recomendamos. Ahora, el tema que ocupa en este artículo no tiene que ver con la literatura soviética sino con la coyuntura política dominicana.
Esa que muchos entendemos la más interesante y compleja de los últimos diez años. Esa que, a pesar de estar muy distante de los noventa, supone un estudio y análisis mayor que el simplismo a que nos ha acostumbrado ya el clientelismo político de la última década.
Fue en febrero de este año cuando comenzamos a descubrir el potencial político de la esposa del presidente Fernández. Un amigo, con agudeza, nos previno sobre la calidad política de la "campaña en valores" del Despacho de la Primera Dama. Desde entonces, el seguimiento a su figura no ha sido vano.
Hemos podido identificar, ratificar, lo que ciertamente es un discurso y un accionar netamente políticos. Se separa, entonces, de la tradición de la consorte del presidente dedicada a administrar el Ministerio de Revista (enfocado en frivolidades y cosmética social). Pasa, Margarita Cedeño, a ser un factor importante al que hay que contar. Su avance en el panorama es marginal, periférico, pero activo y conciente de su misión.
La ´primera dama´ se sembró poco a poco en la psiquis política nacional como la encarnación de unos valores claros. Empezó con sus pamelas anticuadas (todo es comunicación), aludiendo, también, épocas que para muchos fueron mejores. Siguió el "Bien por ti": una exposición anclada, más que en la promoción de abstracciones, en una perspectiva de la realidad muy burguesa. Se aleja de la marca "progresista" que ha utilizado su cónyuge para asumir identidad propia.
En el caso de Cedeño, cuando hablamos de valores, vemos una respuesta al "descontrol" social. Aborda el trillado discurso de la (in)seguridad de un modo creativo (quizás sin darse cuenta). Lo hace con la inteligencia, que han tenido pocos, de asumirlo de modo solapado, incremental (alejándose de la cháchara populista y la apelación a mano dura). Dispara, luego, con sus vallas "Por la familia, los valores y el progreso", ya con una iconografía, una imagen y un mensaje político-electoral bastante definido. Promete ser lo que su marido no dice ser, pero es: garantía conservadora en la sociedad dominicana.
Sin embargo, el análisis no puede quedarse en lo teórico. Si bien Margarita presenta una apuesta interesante, una oferta válida y potable, su fuerza, a tan poco tiempo de las elecciones internas, carece de la estructura necesaria para vencer a Danilo Medina. No obviemos que su discurso apunta a la clase pudiente, al poder fáctico; con quienes sin duda hay que estar congraciados para ganar elecciones, pero cuyo respaldo no basta.
No perdamos de vista, además, que a pesar de lo que diga Fernández en sus discursos, los respaldos no son endosables, mucho menos por el carácter del liderazgo de este último (erigido sobre la base de la cohesión de fuerzas que mucho tienen que ver con una visión machista ancestral). Entre los activos del proyecto supra-peledeísta hay bastantes que preferirían no votar a una mujer, aún cuando esta represente un instrumento conservador (no obviemos la realidad cultural poco formada, y la aludida incapacidad de "conceptualización").
Es importante anotar, también, que los casos de primeras damas que ocupan el lugar de sus maridos se corresponden con mujeres políticas, militantes de larga data y con una visión propia y exteriorizada tiempo antes de que sus maridos ocuparan el solio. También, es preciso resaltar que a pesar de esto, ha habido experimentos fallidos aún en situaciones de guerreras políticas, como es el caso de Hillary Clinton.
Debemos ver, además, como las diversas fuerzas del mal llamado "Bloque Progresista" van tomando su propio rumbo en esta coyuntura. Es otro indicio digno de análisis. El balaguerismo presidencial retoma su espacio en el cascarón del Partido Reformista y prepara una candidatura. El BIS anunció temprano sus intenciones de probar suerte por su lado.
El perro huevero de la política vernácula dijo estar en desacuerdo con las decisiones del Comité Central del PLD y anunció que volverá a atrincherarse en su clan nazional-populista. Incluso Max Puig y la APD, que no habían mostrado interés alguno en hacer camino propio, según se cuenta, han coqueteado con la idea de una candidatura. Pruebas claras de que en política aglutina quien puede, no quien quiere. Y, en un plano más especulativo, de que Leonel Fernández sabe que le conviene que en el período 2012-2016 no haya un peledeísta en el Ejecutivo.
Margarita, entonces, se convierte en un dique de contención para el danilismo. Se trata de una ficha para neutralizar las fuerzas del seguro vencedor de la interna peledeísta, más que de un delfín del presidente.
Es preciso, para Fernández, disminuir el impacto perceptivo de una victoria de su único retador. De ahí los esfuerzos (infructuosos) por encumbrar al vice-presidente Alburquerque. También, el haber guardado la carta de Margarita Cedeño, para que se presente fresca y tocada por la fuerza (tras las recientes demostraciones de dominio) de su marido.
Los pronósticos anuncian que Danilo Medina será el candidato del Partido de la Liberación Dominicana. Que enfrentará con su fuerza disminuida (ante la resistencia que muchos creían desvanecida con la negativa de Fernández -¿Aníbal?- a re-postularse) a Hipólito Mejía. Lo llevará a las elecciones un partido con la moral baja y sin el respaldo de las ya habituales fuerzas aliadas. Pero, insistimos, será candidato. Y si se cumplen estas cabañuelas, cambiará una letra en los papeles timbrados de la oficina de la señora Cedeño de Fernández, para dar paso a: Despecho de la Primera Dama.