Aunque odiosos para todos, los impuestos cumplen con la función teórica de parcialmente redistribuir la riqueza generada, transfiriendo valores tomados de algunos e invirtiéndolos en obras y programas en beneficio de toda la sociedad. Se habla de la progresividad impositiva cuando estos graban la creación de valor y no el consumo, ya que los que más consumen no son los más ricos.
Ya sea por la práctica de algunos del “estar chivo con la renta”, “escóndelo y después averigua” o “mejor negociar la multa que pagar lo que es”, el dominicano siempre tiene una animadversión con la administración impositiva. Es común oír, y debemos admitir que son hasta causal y científicamente comprobables, las frases de “no importa lo que hagas, la renta siempre te J*)&” y “aunque esté todo bien, siempre encuentran una violación o si no se la inventan”.
La verdad es que la administración tributaria durante más de 15 años ha sido un ejemplo de eficiencia y modernización entre las instituciones del estado. Primera en desarrollar un balance scorecard para alinear los planes estratégicos a las metas operacionales; primeros en cumplir con los requerimientos de transparencia; crearon el sistema automatizado de información tributaria; implementaron el sistema de información cruzada y la presentación digitalizada de los formularios fiscales; fueron de los primeros en el cumplimiento de las metas asociadas a la ley de carrera del servidor público y adoptaron como política invariable que los puestos técnicos son llenados por técnicos sin mirar bandería o filiación política. Ya desearíamos que el “brazo del estado" que maneja el gasto pudiese mostrar logros similares.
Indudablemente la DGII está para hacer cumplir la ley, no para modificarla ni ser selectivos; pero en una sociedad que medianamente quiera llamarse organizada, la función fundamental de la administración tributaria debe incluir el hacer más fácil y “placentero" el pago de los impuestos y cumplimiento de las normas a aquellos que deben hacerlo.
Como parte de sus procesos de cruce regulares de información y detección de inconsistencias, en las últimas semanas la DGII ha enviado comunicaciones a miles de empresas pidiendo que pasen “por el purgatorio” (la administración tributaria más cercana), a aclarar inconsistencias. La gran mayoría son Mipymes que han presentado ingresos de facturas emitidas a otras empresas clientes quienes no han reportado tal gasto, o lo reportan con diferencias. Lo novedoso y macondiano de este año es que los “Fiscalizadores" de la DGII están exigiendo al vendedor que debe presentar las facturas o recibos de ingresos "Sellados y Firmados" por el cliente, so pena de que se impute que se ha cometido fraude fiscal, con las correspondientes multas, recargos, intereses y comisiones aplicables como penalidad.
La acción suena salida de una escena del ínfame pueblo de García Marquez, ya que nos gustaría ver el mismo requerimiento realizado a una de las grandes telefónicas o hasta a un banco. ¿Cuántas facturas “Firmadas y Selladas” por el cliente tendrá la Telefónica X para los fines que le sea reconocido como un ingreso y venta valida una factura que su cliente no reportó?; más aun, ¿Qué micro-empresario con dedo y medio de frente se le va a ocurrir presentar a la DGII un ingreso que es falso? ¿No deberá pagar este entonces un 18% y un 29% de ganancias que no existen? Lo peor es que el requerimiento no es para facturas realizadas en este año, si no para realizadas durante los años 2011, 2012 y 2013.
Lo increíble es que hemos sabido de empresas que están buscando hasta con investigadores privados clientes ocasionales que les han generado “inconsistencias" en sus ingresos. Cajas completas enviadas por compañías de envío a clientes en el interior para que las firmen y las sellen con el único fin de entregarlas a quien puede llevarles al patíbulo.
Interesantemente, los perjudicados por estas acciones no son los que se roban el ITBIS, o evaden el IPI, o los que no pagan ISR o los que dejan de declarar ingresos. Lamentablemente los perjudicados son los que han cumplido y pagado sus obligaciones fiscales. “Está bien que cóntrales, pero carai!!!”