El famoso Plan Nacional de Regularización de Extranjero terminó como muchos temían: en medio de aprobaciones, protestas y rechazos. Lo que sorprendió es que algunos que aplaudieron el plan son los mismos que han contribuido con la entrada de miles de haitianos ilegales.
Realmente se cometieron muchas injusticias en el proceso de regularización, que terminaron por excluir a un número significativo de personas que podían acogerse al Plan y no lo lograron. Otros apenas alcanzaron a entregar sus documentos pero sin garantías de nada.
Comenzando por Haití, el gobierno no puso de su parte para documentar a tiempo a sus ciudadanos y quisieron aprovecharse de sus desventuras para sacarle dinero cuando la mayoría es gente pobre que no podía pagar las tarifas exigidas. Las autoridades haitianas actuaron de mala fe calculando que mientras mas indocumentados no pudieran acogerse al plan de regularización más presión internacional recibiría Republica Dominica para evitar las deportaciones masivas. Y así está sucediendo.
La campaña internacional contra nuestro país se intensificará día a día porque es un buen negocio, tanto político como financiero, para el gobierno de Martelly. Y como víctima al fin por el estado de pobreza de Haití, jamás podremos ganarle esa pelea.
Aquí pasó lo mismo. Las autoridades dominicanas también obstaculizaron y hasta boicotearon el Plan de Regularización en sus primeras etapas. Con su burocracia atrofiada y su deseo de limpiar al país de haitianos, crearon toda clase de obstáculos para que muchos ciudadanos no pudieran regularizar su estatus legal a tiempo.
Después de muchas críticas y varios meses perdidos, al acercarse la fecha límite de acogida, abrieron varias oficinas para acelerar las inscripciones cuando ya era imposible que todos pudieran acogerse al Plan.
El Gobierno de Medina debe actuar con extrema cautela de ahora en adelante ante la comunidad internacional. Aquí hay funcionarios que se creen patriotas descalificando de mala manera a todo gobierno extranjero y organizaciones internacionales para opinar sobre el tema, cuando somos un país extremadamente vulnerable a cualquier represalia que se adopte en nuestra contra.
Hay que informar sobre el proceso, hay que corregir los errores que se cometieron, hay que respetar los derechos de los deportados, hay que cambiar ciertas actitudes, hay que cabildear a fondo para evitar malos entendidos en la comunidad internacional y hay que manejarse mejor con el gobierno de Haití, que puede hacer de este famoso Plan de Regularización la peor pesadilla de los dominicanos. También lo será para los haitianos, pero les importa un bledo.
El gobierno es muy bueno manipulando los medios de comunicación dentro de nuestras fronteras pero cuando se trata del exterior se vuelven una mierda y todo se reduce a insultos y reacciones prepotentes. En esto hay que darle sus meritos al canciller dominicano, por sus equilibrados comentarios en los foros internacionales.
Pero lo más importante de ahora en adelante es manejar con guantes de seda el tema de la mano de obra haitiana que trabaja en la agricultura o en la construcción, para solo mencionar dos sectores, ya que el impacto económico de una deportación masiva que deje sin trabajadores esos sectores, sería trágico en todos los sentidos.
Con la sequia, la Mosca de la Fruta, la Fiebre Porcina Africana y la Gripe Aviar rondando en el ambiente ya tenemos suficiente problemas y si a eso le sumamos la falta de mano de obra en el campo y el boicot de los haitianos a las exportaciones dominicanas, comeremos hasta plátano importado.
Con la construcción pasa lo mismo, si los costos se disparan habrán apartamentos vacios por décadas, en un mercado que ya está saturado por una sobreoferta de vivienda que llevará a la quiebra a muchas empresas constructoras, aun con las compras de costosas propiedades simplemente para lavar dinero.
En fin, ya todo se acabó y lo único que nos queda es cumplir la ley con mucha paciencia y cautela, prorrogando en algunos casos su aplicación si eso va en contra del interés nacional.
Jamás desesperarse y usar todos los recursos humanos a nuestro alcance para hacerle frente a cualquier desinformación, campaña negativa o intento de represalia, venga de donde venga, pero sin prepotencia, odio racial o declaraciones estúpidas.
El gobierno de Haití está jugando sucio y Martelly buscando votos para reelegirse a costa de las repatriaciones. Danilo hará lo mismo en su intento reeleccionista y se moverá en función de lo que afecte o beneficie su campaña política.
Al final de cuentas, pienso que nada cambiará respecto al tema haitiano mientras en la frontera el dinero haga posible que todo fluya sin problemas: drogas, armas, mercancía y tráfico humano.