La política de equidad de género incide en la calidad de la educación, por eso es importante aprender del lío de las faldas en la Ciudad de México.
Uniformar quiere decir “hacer que varias cosas de la misma clase sean iguales o semejantes entre sí”. Por eso la normativa de vestimenta en las instituciones educativas no debe tomarse a la ligera, y los debates sobre el tema mantienen su vigencia. En pleno siglo XXI, una norma anacrónica obliga a las alumnas a vestir de falda en los centros escolares, incluyendo las adolescentes en la educación media. En los Estados Unidos Mexicanos, solo la Ciudad de México acaba de conceder a las niñas el derecho a elegir entre falda y pantalón, causando un gran revuelo en la sociedad, y dejando prácticamente mudo a su aguerrido y locuaz presidente. AMLO, al ser cuestionado sobre la audaz medida de las autoridades capitalinas, se puso chivo y solo atinó a balbucear: “Yo no voy a manifestarme en esta decisión que tomaron en el gobierno de la Ciudad de México porque son temas muy polémicos y quiero ser muy respetuoso en este tema. Quiero respetar a quienes piensan que está bien y quienes piensan que está mal. No voy a pronunciarme sobre este asunto. Hay que analizarlo todavía y hay que recoger la opinión de la gente. No califiquemos todavía. Vamos a esperar, hay que escuchar a la gente, hay que escuchar al pueblo. Se tiene que escuchar a todos en estos temas.”
En Mexico, la normativa de vestimenta escolar ha producido un escándalo mayúsculo, pues, al ser cuestionada en la rueda de prensa anunciando la medida, sobre si los varones pudieran vestir de falda, la jefa de gobierno de la ciudad capital, Claudia Sheinbaum, anunció espontáneamente que tanto los varones como las hembras tendrían la opción de vestir falda o pantalón, basado en el principio de la equidad. El Secretario de Educación pronto tuvo que desmentir esa información porque suscitó una tergiversación de los motivos para permitir a las hembras el uso de pantalones en la escuela, al centrarse la discusión sobre el uso de faldas por los varones para boicotear la iniciativa del gobierno municipal, incluso atacando a la Jefa de Gobierno con el slogan: “¡Con mis hijos no te metas!”. El secretario de Educación Pública a nivel nacional, Esteban Moctezuma, aclaró a la prensa que el uniforme neutro es una medida enfocada en las niñas: “En ningún momento señalamos, ni en mi persona ni en el documento, nada dirigido a los niños. Son las niñas, la propuesta va dirigida a las niñas. Yo quisiera ver, de todas ustedes quiénes tienen falda y quiénes tienen pantalón.”
Según comenta Marta Lamas en un reciente artículo de opinión, se creó un gran aspaviento en torno al tema de las faldas para los varones, desvirtuando la discusión sobre la medida de permitir a las alumnas ponerse pantalones:
Era muy improbable que, a partir de la flexibilidad planteada por el gobierno de la CDMX, miles de varoncitos hubieran querido ir vestidos con falda, y menos aún que en sus casas se les hubiera permitido hacerlo. Sin embargo, la propuesta movió rancios prejuicios, la mayoría homófobos. Aunque las mujeres ya han “desmasculinizado” el uso del pantalón, todavía esa prenda es un signo del hombre, y en la reacción negativa a que un niño se ponga falda subyace un temor a que se “feminice”, incluso a que se vuelva homosexual.
Nadie cree que el hábito hace al monje, pero, por si acaso, mejor no vestir al varoncito de rosa ni permitir/alentar el uso de faldas en los varones. Mejor prevenir que tener que remediar.
El error de los mexicanos ha sido postergar durante largos años la decisión de permitir a las alumnas vestir pantalones en las escuelas, cuando hace décadas que las mujeres tienen esa libertad en el trabajo y en prácticamente todos los demás ambientes sociales. En República Dominicana las niñas y adolescentes usan pantalones en las escuelas estatales, y de hecho el actual uniforme es igual para varones y hembras, evidenciando que ese aspecto de la política de género viene aplicándose gradualmente en nuestro sistema educativo, progresivamente igualando en la vestimenta a varones y hembras, quedando solo los zapatos como elemento diferenciador de los sexos (y el desempeño académico, que es consistentemente superior en las hembras). Ni siquiera los colores de las camisetas distinguen a los sexos, pues la diferencia en color marca las regiones geográficas del país. Sin embargo, su introducción no ha significado controversia alguna, ni nunca se habló de la posibilidad de introducir la falda como vestimenta para varones. No hay ninguna duda de que el uniforme neutro en la escuela dominicana ha sido una política de equidad de género y no una conspiración para introducir “una desviación sexual degenerada” en la formación de nuestros hijos.
Faltan muchas reformas en temas curriculares, en la formación de maestros y en temas administrativos, entre otros, para propiciar la equidad de género en y desde la escuela a toda la sociedad. Todos debemos contribuir a hacer este mandato constitucional y moral una realidad, sin perdernos en una discusión bizantina de semántica sobre faldas y pantalones.