No cabe ninguna duda que después de la desaparición física de los grandes líderes de los principales partidos políticos, Joaquín Balaguer, José Francisco Peña Gómez y Juan Bosch, surgió el Dr. Leonel Fernández que como los que lo antecedieron, es un gran orador, escritor e intelectual, con una gran visión de futuro, plasmada en sus obras de infraestructura construidas en sus gobiernos, el cual, con sus luces y sus sombras, se ha proyectado como uno de los grandes estadistas de la historia democrática dominicana.

Además, tenemos al Ing. Hipólito Mejía, que, a pesar de no ser un gran orador, ni ha escrito, ni mucho menos es intelectual, cuenta con un carisma inigualable, que en términos inmediatos le generó mucha simpatía, pero que, a largo plazo y a su paso por la presidencia, resultó carente de investidura, para mantenerse como representante y presidente de los dominicanos.

Luego llega el hoy presidente, Danilo Medina, que es y será señalado como el presidente más caro de la historia dominicana, por lo que costó su campaña del año 2012; puesto que en su caso no hay ni carisma, ni hay oratoria, ni mucho menos tiene algo que se parezca a un intelectual. Sus seguidores, en esencia, pertenecen a dos grupos: los que se han enriquecido en sus gobiernos y otros a los que arrastra empobreciéndoles y enseñándoles a ser mendigos y no a ser productivos. O sea, un liderazgo basado en los recursos y en el clientelismo político. 

Las circunstancias hacen que surja un cuarto actor en el escenario político, el Lic. Luis Abinader, el cual resulta ser el más joven, un gran profesional, pero igual, no ha sabido llevar en alto el rol que la historia le dio la oportunidad de desempeñarse, como líder de la oposición, en un periodo y en contra de un presidente al que no hay que inventarle nada, solo se hace necesario repetir y criticar lo que a diario traen las noticias: aumento de la delincuencia, nuevos casos de corrupción, aumento de la deuda pública, etc., etc…, pero la oposición y en especial el llamado a ser él líder opositor, apenas opinan y en ocasiones hacen alguna crítica.

De cara a las elecciones del próximo año 2020, el escenario resulta un tanto complicado, pues por un lado tenemos un Partido de la Liberación Dominicana, con un desgaste natural, afectado con una obra de gobierno, en la que la deuda pública pasó de 16 mil millones de dólares en el 2011 a 32 mil millones de dólares al cierre del 2018, o sea que duplicaron la deuda de toda la historia dominicana y apenas pueden exhibir la construcción de muchas escuelas, pero que su obra más trascendental, la Central Termoeléctrica de Punta Catalina, está rodeada del más grande escándalo de corrupción de la historia, en la que la prensa local e internacional han señalado que hubo sobrevaluación y que hubo  sobornos a funcionarios del Estado y estos sobornos, fueron confesados y documentados, por la propia firma ODEBRECHT, que aún permanece construyendo la obra e incluso, está demandando pagos adicionales al presupuesto original.

Por otro lado, tenemos un Partido Revolucionario Moderno en el que cohabitan el carismático Ing. Hipólito Mejía, que ya fue presidente y tiene pocas cosas que exhibir como obra de gobierno y el Lic. Luis Abinader, que, si como opositor no ha podido asumir un rol digno para lograr catapultar su carrera política, menos esperaríamos que pueda tener un mejor desempeño como primera figura del Estado, manejando los destinos de la nación. 

Sin embargo, en el PRM vemos un grupo de talentosos jóvenes que sí han asumido un liderazgo opositor, pero que, a lo interno de ese partido, todavía no cuentan y no controlan las estructuras que les permitan amenazar el liderazgo de un expresidente y un excandidato presidencial.

Fuera de esas dos maquinarias electorales, surgen algunos liderazgos jóvenes, como el de Víctor “Ito” Bisonó, que a la fecha están muy crudos, tienen que construir su liderazgo y muy especialmente construir o apoyarse en una estructura política capaz de llevar a cabo una exitosa campaña electoral.

Mientras, el actual presidente Medina, hace amagues de querer someter una reforma a la Constitución que le permita un tercer período presidencial, que a todas luces no cuenta con el respaldo de la población, ni de los legisladores; pero considerando las recientes denuncias de sobornos y la potencial sobrevaluación de la Central Termoeléctrica de Punta Catalina, probablemente cuenta con los suficientes recursos, que ese equipo sabe utilizar para alcanzar éxitos electorales. Por lo que no dudamos que, como señala el Diputado Manuel Díaz, podrían conseguir los votos necesarios para lograr reformar la Constitución.

No obstante, la inacción del principal partido de oposición, ante la posible “Reforma Inconstitucional”, como señalé y expliqué en mi último artículo, es el Presidente Leonel Fernández quien ha asumido un rol protagónico en defensa de la institucionalidad, la democracia y el orden constitucional, logrando con esto alzarse con la simpatía, el apoyo y el respeto de los dominicanos, que han sabido entender el riesgo del continuismo de un grupo, que ha tenido menos luces que sobras y que de seguir manejando la cosa pública, continuarían comprometiendo, aún más, el futuro del país, con un endeudamiento que no se manifiesta en una inversión en obras reproductivas.