Hace 35 años conocí las obras de Og Mandino a través de un compañero de estudios del filosofado de los  Padres Vicentinos en Medellín, Colombia (SEPAVI) y,  amigo José Altagracia Marrero; es quizás, y sin lugar a dudas, el lector más consagrado  que he conocido  de las obras de este autor. Esto sucedió en el año 1978, a este amigo se le veía en una  mano y la otra: El Secreto más Grande del Mundo, el vendedor más Grande del Mundo y el Milagro más Grande del  Mundo, de este último quiero recordar sus notas  sobre el Alfiler de seguridad  de  Traperos y el Memorándum de Dios. El Trapero a que hace referencia  Og Mandino, es el desdichado ser humano que queda atrapado en los vertederos  cómo el de Duquesa, Rafey y otras ciudades de tragedias construida por los que le han robado el sueño y la esperanza al pueblo dominicano.

El Trapero es el hombre  o mujer cuyo único sueño y aspiración es que en cada zambullón en los desechos pueda encontrar con que  medrar el hambre del día, y volver el siguiente día con la misma ilusión y encontrar  que comer, y volver como vuelve el día, vuelve la noche  y vuelve la vida a seguir haciendo la vida de Trapero o buzo condenado a la miseria y a la ignominiosa vida de vivir sin vivir.

Og Mandino en el Memorándum de Dios exhorta al Trapero, a no perder la esperanza, a que reconozca que como hijo de dios está llamado a luchar, a no quedar atrapado por la pobreza de Trapero, que Dios le ha dado el talento para salir de las  redes de Trapero. El mediocre según Og Mandino es el único que sucumbe a vivir eternamente en estos lugares.

Los  propósitos  de cada   obra de Og Mandino, sobre todo ésta, son  saludables para crear un espíritu de superación y progreso; pero, el peligro es salir del Trapero y quedar atrapado en pasamientos  insanos de ambición, egoísmo y corrupción, dice el autor del Milagro más Grande del Mundo. “Su alfiler y tela son símbolos… signos de que se encuentra en el proceso de cambiar su vida de alfileres y trapos de fracasos por los tesoros de una vida nueva y mejor”

El Tránsito de trapero y  Pobreza al ejercicio del poder, a muchos los ha vuelto locos y les ha hecho perder la perspectiva del origen  de donde  proceden,  han  querido vivir como reyes, disfrutar como faraones, volar sobre alfombra y creerse príncipes con linaje y cuna. Pero,  el Maestro de la Democracia Dominicana, Juan Bosch;  los define muy bien en sus notas sobre el rol de la corrupción en el golpe de Estado de 1963: “En los países de la América Latina, con muy pocas excepciones, gobernantes y gobernados ejercen la corrupción en la forma más natural, y la corrupción no se limita al robo de los fondos públicos sino que alcanza a otras manifestaciones de la vida en sociedad.”

Ganar unas elecciones  y buscársela  sin límites, creer que una comisión siendo funcionario es un derecho, que  hacer cubicaciones falsas es un mérito, que abultar  presupuesto y apropiarse de las tierras del Estado es una acción de sapiencia política, que mandar a callar y  quitar la vida es un atributo del uniforme policial y militar, que tener fortunas ilícitas es legítima posesión, y creer que el poder todo lo puede porque son virtudes del éxito profesional y político. Esta visión de progreso y bienestar  es lo que ha hecho que una generación de pervertidos y  corrompidos Coloraos, Blancos, Morados e izquierdófilos,   crean que por  “ser líderes”,  coger lo ajeno y más que  todo  el patrimonio público,  es un legítimo derecho.