Cuando en 2008 el PRD perdió las elecciones, escribí que era lo esperado porque su campaña electoral la hizo a partir de una agenda prestada. En la contienda se centró en la lucha contra corrupción a pesar de que los estudios indicaban que nunca estuvo entre los problemas prioritarios de la ciudadanía.
¿Quién le prestó la agenda al PRD y otros movimientos y partidos políticos calificad los como progresistas en el país? Algunas organizaciones de la denominada sociedad civil con alto grado de influencia en la opinión pública y al parecer, con suficientes espacios de negociación dentro del ámbito político partidario.
Simplificando el concepto de Agenda Setting lo defino como el procedimiento utilizado por los sectores de poder para “sembrar” en la ciudadana una determinada visión de los problemas y el cómo resolverlos. A través de los medios de comunicación imponen su agenda, y tanto los gobiernos como la población terminan asumiéndolos como propios. La oposición también los ensambla como cuentas de su rosario.
Los gobiernos, al carecer de un programa que los guie, se valen de encuestas periódicas para conocer la opinión de los ciudadanos sobre los problemas que los aquejan. Para evitar que se conviertan en demandas o en conflictos y peligre la gobernabilidad democrática, intentan resolverlos con acciones puntuales o diseñando políticas públicas. De ese modo, el sector privado se sirve con la cuchara grande, convirtiendo a los gobiernos en eficientes operadores de su estrategia, y por esa vía el Estado, de regulador se transmuta en cómplice.
En el país ese proceso de implantación funcionó y el tema remontó a los primeros lugares en la percepción de la ciudadanía. La lucha contra la corrupción y la impunidad se ancló en el imaginario colectivo hasta que finalmente se expresó en las urnas. Lo que ayer condujo a la derrota del PRD hoy fue una de las causas principales de la victoria del PRM.
Ese cambio en la conducta de la población no fue casual, está estrechamente relacionado con la construcción de la agenda, sin embargo, la justeza (porque de que hay ladrones, los hay) impidió que se advirtiera su matriz conservadora. Tal inobservancia posibilita la creación de falsas expectativas en la conformación y gestión del nuevo Gobierno que, a mi juicio, estará lejos del cambio y muy cerca de la continuidad.
La afirmación anterior conecta con un enunciado de Luis Britto García (2015) afirmando que “…mientras más transparente se proclama un discurso, más revela la opacidad del poder que lo emite”. Ciertamente, con la caída del muro de Berlín, emerge un nuevo orden mundial que en pocos años hace confluir en lo político, la estrategia de dominación global de los neoconservadores estadounidenses; en lo económico, la implantación del neoliberalismo, y lo filosófico, la difusión del pensamiento posmoderno. La tríade perfila la funcionalidad del capitalismo de las corporaciones que, entre otras, persiguen una homogenización cultural que le permita convertir ciudadanos en consumidores de mercancías, servicios y bienes culturales; objetivo que no se puede lograr solamente con la hegemonía militar, sino que esta vez el dominio pasa por el ámbito de la cultura, (privilegiando cultura política) donde opera la mayor resistencia en la dinámica contradictoria entre lo global y lo local.
Para crear ese mercado planetario, se proclaman guerras preventivas, golpes blandos, el fin de la Historia (en realidad la muerte de la razón y el sujeto que la porta) y la desaparición de los grandes metarrelatos. El propósito es constituir gobiernos sumisos al poder y un individuo egoísta, narcisista, hedonista, sin más lealtades que a sí mismo y al mercado. En fin, un individuo, acrítico, incapaz de impugnar el estado de cosas que lo alejan del bien más preciado: la libertad de elección consciente.
En esa estrategia los medios de comunicación masiva, las redes sociales, satelitales, y plataformas digitales juegan un papel estelar. La altísima concentración de estos nos recuerda el monopolio de la interpretación que tenía la religión en los Estados teocráticos de la Edad Media.
Expuesto el contexto, en la próxima entrega trataré cómo aparece la lucha contra la corrupción y la impunidad en el país, sus actores estratégicos y agentes multiplicadores, el componente conservador, el mito del cambio sustantivo a partir de un relato fragmentado, parcial e interesado que se universaliza en el horizonte de esta media isla.