Durante esta semana han ido apareciendo los premios Nobel en sus diferentes especialidades, hasta el último, el benjamín, el de economía. Pero me atrevo a reconocer a los premios más político dentro de los Nobel: el premio de la Paz y el de Literatura. Todo porque entre los dos se encuentran los líderes más controvertidos o los autores más radicales.
Es más fácil ver un valor científico en la química, la física, y hasta en la misma medicina. Mutatis mutandi. Siempre podemos incluir la economía (¿Por qué premiar a un representante de cada escuela de pensamiento económico sucesivamente cada año?)
El Premio Nobel (En sueco, Nobelpriset, en noruego, Nobelprisen) es un galardón internacional que se otorga anualmente para reconocer a personas que hayan llevado a cabo investigaciones, descubrimientos o notables contribuciones a la humanidad en el año inmediatamente anterior, establecido por el inventor de la dinamita, Alfred Nobel, y entregándose por primera vez en 1901.
Parece curioso, pero el de Literatura y de la Paz son los dos no relacionados a la ciencia; tal vez por ello sean los más conflictivos. Es sabido que los noruegos (el Comité Noruego es el designado por el Testamento para elegir al merecedor del Nobel de la Paz y se entrega en el Parlamento Noruego) ha manifestado un punto de vista “izquierdista” antinorteamericano, por lo que entendemos el premio a Henry Kissinger y Le Duc Tho (quién lo rechazó) en 1973 por haber negociado la Paz en Viet Nam.
En este año se lo lleva una entidad de un nombre caprichoso: el Cuarteto de Diálogo, como se conoció la entidad social establecida luego que un atentado yihadista puso en vilo a la única revolución exitosa de la Primavera Árabe, la de Túnez. El Comité formado por la Central Sindical de Túnez, la Patronal de Túnez, La Liga de los Derechos Humanos y la Orden de Abogados se merecen el máximo galardón por salvar a Túnez de las garras extremistas y evitando hacerlo mediante una dictadura. Es el mayor mentís que le podamos dar a extremismos como el Estado Islámico: los pueblos merecen vivir en democracia, como lo demuestra Túnez.
Y le ganaron al mismísimo Papa Francisco (por la mediación entre Estados Unidos y Cuba) y Ángela Merkel (por su liderazgo frente a la crisis de las migraciones reciente en Europa), para el desconsuelo de los miles de católicos o de los miles de alemanes. Ver la noticia en El País “Premio Nobel de la Paz para la transición democrática en Túnez, disponible en el siguiente enlace: http://internacional.elpais.com/internacional/2015/10/09/actualidad/1444377811_634974.html
El otro premio, el de Literatura es responsabilidad de la Academia Sueca. Y este año ha recaído en una autora desconocida para el occidente, pero con una labor titánica en sus hombros: desmantelar las grandes tragedias acaecidas en la antigua Unión Soviética, comenzando con Chernóbil. En su obra, Svetlana Aliéxevich es, ante todo, periodista. Pero se ha escudado en sus credenciales para buscar las verdades históricas más allá de las verdades cotidianas.
Sus títulos incluyen: La guerra no tiene rostro de mujer (1983), Los últimos testigos (Cien relatos no de niños) (1985), Hechizados por la muerte (1983), Los muchachos de zinc (1994), Voces de Chernóbil (1996) y El tiempo de segunda mano: el fin del hombre rojo (2013).
Marta Rebón, en El País (disponible en: http://cultura.elpais.com/cultura/2015/10/08/actualidad/1444324271_276912.html ) dice de la obra de obra: “En los últimos treinta y cinco años, Svetlana Alexiévich ha escuchado miles de testimonios del espacio postsoviético con el afán de dotar de voces y de rostros a la utopía comunista y su traumática desmoronamiento. Acumula a sus espaldas numerosos viajes, horas de grabación y cuadernos garabateados. El resultado es un extenso catálogo de experiencias, recuerdos y confesiones que abarca casi un siglo de historias de los países que conformaron el Bloque del Este, detrás del Telón de Acero.”
Ya comentaré, como hago todos los años, al Nobel de Economía, y sin caen en mis campos de curiosidades, a los Física, Química y Fisiología (Medicina). Por hoy es suficiente sorpresa la que nos ha dado la Academia Sueca y el Comité Noruego del Nobel.