Iniciaré estas reflexiones rememorando un conocido proverbio árabe: "Sólo se tiran piedras al árbol cargado de frutos". En lo particular, la vida me ha hecho comprender que ese aforismo es verdadero y más aún, que existen mecanismos de control psicopolíticos con los cuales aquéllos, a quienes el cúmulo de poder ha vuelto soberbios, combaten el prestigio y la credibilidad de las personas o grupos a quienes ellos ven como sus contendores o enemigos.
En las últimas semanas, le hemos estado dando seguimiento a la engorrosa situación por la que ha estado atravesando el colega argentino Eugenio Raúl Zaffaroni. Como Presidenta de la Asociación Jueces Dominicanos para la Democracia (JUDEMO), nos correspondió emitir un comunicado, tal y como lo hicieron todas las asociaciones de jueces de Iberoamérica, uniéndonos al repudio expresado por los agravios mediáticos contra el Maestro Zaffaroni, quien sin duda alguna es el más connotado exponente del mundo jurídico de habla hispana, en el ámbito del derecho penal y de la criminología.
En efecto, se ha desatado toda una campaña en la que destacan políticos de la oposición y algunos medios de comunicación, con el claro propósito de desprestigiarlo para sacarlo de la Suprema Corte de Justicia, pero valiéndose de prácticas antidemocráticas, anti republicanas y atentatorias de la institucionalidad, pues los cuestionamientos al destacado juez no son dirigidos contra su actuación como funcionario judicial, sino que se refieren a cuestiones de estricta índole personal, lo cual es extremadamente peligroso.
Me ha parecido interesante abordar el tema del juez de la Corte Suprema de Justicia argentina, precisamente en momentos en que en nuestro país se ha dado inicio al proceso de selección de los jueces de las Altas Cortes y de evaluación de los actuales jueces de la Suprema Corte de Justicia, pues en todas partes de cuecen habas.
Vale destacar que Zaffaroni fue escogido juez de la Corte Suprema en el año 2003, y se ha llegado a asegurar que su escogencia obedeció a un esfuerzo del fallecido ex presidente Néstor Kirchner, para transformar una corte suprema compuesta por figuras de derecha, eminentemente conservadoras.
Estamos hablando de un juez de pensamiento liberal, progresista, que ha hecho pública su posición a favor de los derechos del matrimonio gay y el aborto, la despenalización del consumo de marihuana y se ha opuesto a las sanciones drásticas para delincuentes menores de estratos sociales pobres. Igualmente, es un defensor del garantismo. Sin lugar a dudas, sus ideologías son pasibles de colocarlo en el reino de los réprobos en sociedades conservadoras.
Pero los ataques feroces en su contra, al decir del propio Zaffaroni tuvieron lugar a partir de la versión, primero de que sería candidato a vicepresidente de Cristina Fernández, y luego de que trabajaba en un plan para establecer un sistema parlamentario vía reforma constitucional, por lo que cabe pensar que la embestida mediática pudiera ir más allá del propósito de sacarlo del alto tribunal, de manera que pudiera estar relacionado con la campaña electoral argentina.
A Zaffaroni no sólo se le ha cuestionado en el ámbito de su preferencia sexual, sino que lo más reciente ha sido acusarlo de alquilar inmuebles de su propiedad "a sabiendas" de que serían destinados para operar prostíbulos, por lo cual a través de los mass media hasta le han pedido que renuncie a su cargo de juez supremo, cuando lo institucional es que se le haga una acusación seguida de juicio político.
También se ha llegado a la tropelía de hackear la cuenta de correo electrónico del indicado juez, y aviesamente difundir por internet mensajes de contenido erótico que Zaffaroni presuntamente envió a algunos amigos. Esto comprueba que el objetivo es desmeritarlo y aniquilarlo moralmente, pues por la vía institucional es imposible, máxime cuando estamos frente a una figura que goza de muchísimo prestigio, no sólo en Argentina sino a nivel mundial. Lo que se quiere es restarle reputación social.
El desprestigio, es junto a la ridiculización, la trivialización y la cortina de silencio, mecanismos de control psicopolíticos con los cuales se persigue concretar la muerte social de ciertas ideas o personas, molestosas o peligrosas a los intereses de determinados grupos o poderes.
Pero esos grupos quisieron desprestigiar a un hombre muy conocedor de tales mecanismos. En medio de la embestida Zaffaroni llegó a expresar: "Sé que lo que están haciendo es ver si yo reacciono tipo Maradona. Naturalmente no lo voy a hacer." "Me molesta el procedimiento, porque es demasiado sucio: quieren desequilibrarme emocionalmente, aprovecharse de una situación desgraciada para provocar una reacción agresiva en mí o en los colaboradores más cercanos y explotarla al máximo".
En lo personal apoyo la teoría del colega argentino en el sentido de que han tratado de "lapidarlo mediáticamente", y agrego que lo han hecho acudiendo a este mecanismo de control psicopolítico como lo es el desprestigio, pero en esta ocasión parece que a sus adversarios "se les fue el tiro por la culata", pues además de que Zaffaroni seguirá haciendo lo que hace y diciendo lo que piensa, ha recibido un respaldo abrumador, y es muy razonable su posición frente al caso: "Si después de cuarenta años de profesor de Criminología y treinta y cinco años de juez penal, se me ocurre poner un prostíbulo con mi nombre y apellido, soy un débil mental".
¿Cómo se llama la obra? ¡Tremenda canallada!