El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) se apresta a dar inicio el próximo mes de octubre a su IX Congreso Ordinario dedicado a uno de sus fundadores, a un paradigma de la honestidad, del decoro y de la pulcritud; un consagrado dirigente político, auténtico discípulo y seguidor de los principios éticos y morales del Profesor Juan Bosch, miembro ad vitam de su comité político, ex Rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, catedrático universitario y ex candidato a la vicepresidencia de la república, el Dr. José Joaquín Bidó Medina.

Consideramos como un alto honor para la clase política, para la democracia y para el sistema político de nuestro país, por cierto muy cuestionado y desacreditado en estos momentos, que este magno evento lleve el nombre de una persona de su estatura política. Ojalá que todos los que propusieron y apoyaron la escogencia de este nombre, así como los miembros que serán escogidos en dicho congreso, tanto para el comité central, que es la dirección e instancia superior del partido después del congreso, como para el comité político, que es el organismo ejecutor de las decisiones aprobadas por el comité central, actúen coherentemente y continúen la trayectoria de vida ejemplar de este baluarte del peledeísmo.

Esta decisión la consideramos muy atinada, oportuna y digna de ser aplaudida, pero antes de dar inicio a un acontecimiento de esta naturaleza, sugerimos que dicho partido ponga su casa en orden y realice un mea culpa, un ejercicio crítico y constructivo, celebrando asambleas municipales, provinciales, nacionales e internacionales, donde se den a conocer los errores cometidos, los vicios acumulados, actos de indisciplina, las violaciones a los métodos de trabajos, para procurar así dar al traste con la inercia de casi 20 años ininterrumpidos, que convirtió a todas sus estructuras políticas: organismos de base, intermedios, municipales, provinciales, central y político en disfuncionales, al igual que la mayoría de sus secretarías.

En todo ese tiempo esos organismos no han sido reestructurados, manteniendo los mismos miembros, aún hayan algunos que cometieran faltas graves, actos de indisciplina y una demostrada incapacidad, como si fueran una dinastía. A penas se les han hecho parches y aumento de su membresía. Esto constituye una violación a sus propios estatutos y un ejercicio antidemocrático, pues no se le brinda la oportunidad al liderazgo emergente, sobre todo, a los que tienen méritos más que suficientes para ser tomados en cuenta, por haber demostrado durante todo su accionar político, capacidad, honestidad, vocación de servicios, disciplina, participación activa y sin nunca verse involucrado en escándalos públicos cuando les ha correspondido desempeñar distintas funciones en el Estado.

Se ha enarbolado el argumento de que con el comité político actual el PLD ganó cinco elecciones consecutivas, que no deja de tener razón, pero hay que reconocer que las mismas se ganaron principalmente por la realización de una buena gestión de sus gobiernos, pues este partido fue convertido, única y exclusivamente, en una maquinaria electoral, descuidando la formación política, la disciplina, la educación, los principios morales y patrióticos, desvinculándose totalmente de las organizaciones sociales.

Independientemente del buen desempeño electoral, todas sus estructuras políticas pasaron a formar parte del gobierno central. Llegó un momento que en el partido no había quien le pusiera el cascabel al gato, es decir, quien pudiera tomar decisiones y aplicar la disciplina interna, pues su presidente era también presidente de la república y su secretario general era el presidente del senado de la república y no se designaron sustitutos.

Eso no fue lo que este partido puso en prácticas desde que fue concebido por el prócer, maestro de la política, gloria de las letras de América y líder ad vitam, el Profesor Juan Boch, quien lo calificó como “Un Partido único en nuestra América”. Continuará