Como corredor de acciones de Wall Street durante la Crisis Financiera Global recibí cientos de llamadas de clientes reclamándome sobre bajas en su portafolio de inversiones. Desesperados, algunos de ellos me pedían que liquidásemos las inversiones antes de que su valor disminuyera aun más.

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Muchas veces me opuse a tal sugerencia por varias razones. Primero, en la mayoría de los casos, lo que había tomado lugar era un descenso en el precio de las acciones, no una real devaluación.

Si bien es cierto que el precio de un bien o servicio ha de reflejar el valor del mismo, tal equivalencia entre precio y valor se contempla dentro de un marco teórico que presupone la existencia de un mercado perfectamente competitivo en el cual los diferentes productores y consumidores que lo componen interactúan en igualdad de condiciones.

La realidad en mercados de capitales es otra, pues, en el corto plazo, la dinámica de compra-y-venta de inversiones intangibles puede ser motorizada por fuerzas especulativas de carácter artificial. En el largo plazo esas fuerzas artificiales suelen ser desplazadas por las fuerzas reales de oferta y demanda que son las que, en esencia, determinan el valor real de determinada empresa.

De manera que el inversionista inteligente no actúa con la cabeza caliente y vende una vez el precio de una acción desciende. Al contrario, si la acción en cuestión es de una compañía sólida, con una buena línea de productos y servicios, suficiente (pero no demasiado) "cash flow" y buenos canales de distribución, entonces la decisión inteligente es no vender.

De hecho, si el inversionista tiene efectivo disponible la decisión inteligente es, no solamente no vender, sino comprar más. Ya que cuando la inversión es buena lo que tenemos entre manos son pelotas que rebotan y no huevos que cuando caen explotan.

Vender "pelotas" cuando el mercado está en baja equivale a cambiar vigas de oro por espejos. Lo que puede parecer una pérdida en su estado de cuenta no lo es, al menos que usted materialice la pérdida vendiendo su inversión a un precio artificial por debajo de su valor real.

Lo opuesto también es cierto. Comprar "pelotas" cuando el mercado esta en baja equivale a una compra inteligente en anticipación de un rebote inminente.

Ahora, si lo que tiene usted entre manos es un "huevo" véndalo lo más pronto posible antes de que toque fondo y explote. Pero, recalco, si son "pelotas" lo que tiene, aguántese y no venda aunque el mercado esté por tocar fondo.

Las "pelotas", en su naturaleza, rebotarán al tocar fondo y -para su sorpresa- en ocasiones, superarán la altura desde la cual cayeron inicialmente.

Por tanto os invito a que:

Sea un inversionista inteligente; sea un inversionista de "pelotas."

Sea un contrariado; venda cuando la mayoría compra; compre cuando la mayoría venda.

Sepa, como contrariado inteligente, que en este mundo se recibe dando, se sube bajando, se vive muriendo, y se es primero siendo el último.

¡Hasta la próxima!