Si por amor se crearon los hombres en la faz de la Tierra tambien por eso deben haberse creado las mujeres. La inferencia no se deriva de que no se debe ser machista ni de que la modernidad impone la equidad de género. Es que son harina del mismo costal. Pero sería un craso error penar que solo puede existir amor entre parejas. Hay tantas definiciones del amor que hay opinantes que, precisamente porque no es posible consensuar una, afirman que este no existe. Un brevísimo repaso de las diferentes concepciones, desde la prehistoria hasta la modernidad, convencerá de que es posible que el amor exista, pero tambien que solo exista como es definido por cada persona.

Los antecedentes históricos del amor, casi siempre referidos al amor entre parejas, proveen una pista sobre su fenomenología. Una tesis de una universidad mexicana (Hidalgo) hace un apto recuento: “El amor es una construcción cultural y cada período histórico ha desarrollado una concepción diferente del amor.” “Las relaciones amorosas tienen su aparición desde hace aproximadamente 5 o 7 millones de años, y se suele imaginar a los hombres prehistóricos como unas bestias peludas que arrastraban a sus mujeres por las piojosas cabelleras y que las incitaban al amor a puro garrotazo”. “Los conceptos de pareja, familia y fidelidad no existían todavía y lo más normal de esos tiempos era la poligamia.” 

“Los primeros poblados aparecieron aproximadamente hace unos 10.000 años a. C. El hombre se había hecho agricultor y criaba animales.” Por las características de la agricultura, “se necesitaban entonces unos sistemas sociales que garantizasen una estabilidad.” Eso llevó a que “en Oriente y en buena parte de nuestro pasado el amor es concebido como placer, como simple voluptuosidad física, y la pasión, en su sentido trágico y doloroso, no solamente es escasa, sino que, además, y, sobre todo, es despreciada por la moral corriente como una enfermedad frenética.” 

En el antiguo Egipto se separaba el sexo del matrimonio: “el sexo era tan propio de la condición humana que no merecía grandes discusiones, era simplemente un aspecto más del día a día.” En la Grecia antigua, por su lado, los hombres usaban las mujeres para tener hijos y cuidar de la casa. “Dentro del matrimonio, como mucho, podía aparecer en ocasiones lo que llamaban philía, que significa cariño. Pero el arrebato sexual, la pasión desatada o eros, eso se daba fuera de la institución familiar. La esposa sólo acudía a la cama de su marido cuando éste la requería, era frecuente en los varones helenos el uso de esclavas o concubinas, si era muy rico y se las podía permitir, o en su defecto acudiendo a la amplia oferta de prostitución a su disposición en las polis.” 

En la antigua Roma, en cambio, las mujeres tenían derechos políticos y ciudadanía. Pero “igual que en Grecia, el papel de la mujer romana es el de matrona; concebir hijos preferiblemente varones y ejercer de abnegada esposa totalmente supeditada a su marido.” “En el plano sentimental, los romanos compartían la distinción griega entre el afecto por la esposa por una parte y las bajas pasiones por otro. El matrimonio tenía como objetivo perpetuar el linaje, y en las clases altas, forjar alianzas políticas y sociales. En ese aspecto, el amar a la esposa era algo que estaba fuera de lugar, nadie se lo tomaba en serio.”

En la Edad Media “la Iglesia cristiana tomó el poder y empezó a imponer su ley dentro de las relaciones de pareja: por primera vez en la historia, el hombre tenía que casarse para toda la vida. Y este vínculo no se podía romper, ya que todo estaba bajo la atenta mirada de Dios por lo que las parejas no se podían romper, por muy mal que fuese la relación. Incluso, como los hombres no podían volverse a casar, lo que hacían era matarla para romper ese vínculo conyugal.” “Andrés el Capellán, que formaba parte de la corte de María de Francia que era la condesa de Champagne, una de las grandes promotoras del amor cortés, escribió en su obra De amore una serie de 31 reglas sobre este asunto, entre ellas, que “el matrimonio no era una excusa para no amar”. Es decir, que estar casado o casada no eximía de amar a alguien distinto de la pareja. El amor, por tanto, se identificaba con el adulterio.” Ya en la Era Victoriana “el amor romántico se percibía como un requisito del matrimonio, pero había reglas estrictas sobre cómo había que perseguir ese tipo de lazos.” Ya en esta visión el amor en la pareja se torna en la zapata de la institución del matrimonio.

En tiempos modernos un blog español plantea la fundamental cuestión: “¿Qué es el amor? Esta pregunta, seguramente, sea la que más respuestas admite de todas las trascendentales que se puede hacer el ser humano. Por eso no vamos a contestar con una sola frase, con un solo punto de vista. Porque amores hay muchos, de diferentes tipos, hacia diferentes personas y personas de diferentes edades, profesiones y situaciones personales definen algo tan humano, y al mismo tiempo, tan complejo.” Esa multiplicidad de definiciones es lo que impide un fácil consenso.

Wikipedia realiza el fisgoneo de sus múltiples facetas. “El amor es un concepto universal relativo a la afinidad o armonía entre seres, definido de diversas formas según las diferentes ideologías y puntos de vista (artístico, científico, filosófico, religioso). De manera habitual, y fundamentalmente en Occidente, se interpreta como un sentimiento relacionado con el afecto y el apego, y resultante y productor de una serie de actitudes, emociones y experiencias.” “En español, la palabra amor (del latín, amor, -oris) abarca una gran cantidad de sentimientos diferentes, desde el deseo pasional y de intimidad del amor romántico hasta la proximidad emocional asexual del amor familiar y el amor platónico y hasta la profunda devoción o unidad del amor religioso.”

Mientras, un diccionario plantea dos vertientes definitorias. “1. Sentimiento de vivo afecto e inclinación hacia una persona o cosa a la que se le desea todo lo bueno (“el amor al prójimo”). 2. Sentimiento de intensa atracción emocional y sexual hacia una persona con la que se desea compartir una vida en común (“amor platónico”).” Cuando estas definiciones se comparan con la ofrecidas por Wikipedia notamos que lo que el diccionario define como “amor platónico” Wikipedia lo define como “el deseo pasional y de intimidad del amor romántico”. Mientras el diccionario indica que amor es un “vivo afecto hacia una persona o cosa”, Wikipedia tambien visualiza el asexual “amor familiar” y el “amor religioso”.

Sin duda, la comparación de diferentes enfoques demuestra la diversidad y versatilidad del sentimiento llamado “amor”. En una reunión de ocho personas recientemente presentamos el desafío de definir el fenómeno y la diversidad de interpretaciones fue brutal. Mientras un participante lo definió como un sentimiento poliédrico (queriendo decir multifacético), otras dos coincidieron en decir que era una actitud y/o una constante hacia la vida, mientras otra dijo que era un sentimiento difuso hacia la vida (siempre que sea moral y positivo). Otra definición resumió diciendo que era un sentimiento “hondo y lirondo”, mientras otra postuló que era “nunca tener que pedir perdón.” La famosa frase de la película “Love Story” parece que caló hondo….

El caleidoscopio de las definiciones repasadas habrá sugerido que el revisionismo del tema es intragable porque no decanta en un aceptable consenso. Los ingredientes, a través de las edades, son voluptuosidad, pasión, frenética enfermedad, cariño, arrebato sexual, eros, adulterio, afinidad, armonía entre seres, apego, afecto, proximidad emocional asexual, intimidad, devoción, unidad. Atreverse a entretejer estos componentes en una sola madeja requeriría de una mente prodigiosa y enfermiza con una elefantiasis conceptual. Al intentarlo se corre el riesgo de no saber conceptualizar.

Para no ser acusado de cobarde cognitivo, sin embargo, quien esto escribe no puede ni debe resistir la tentación de ofrecer una interpretación. Mas allá del papel que juega la biología de la (hormona) oxitocina y las feromonas en la generación de tan excelso sentimiento, admitamos que el “amor” se asocia más que nada con la relación de pareja. De ahí que el efluvio troncal de tan sublime sentimiento deba ser el amor romántico: una mezcla endemoniada que incluye lujuria, pasión, armonía y amistad, tal vez en ese orden cronológico. El romance inicia con una idealización del otro y luego se desdobla en deseos fulgurantes de intimidad física para remontar al eventual zenit de la mutua tolerancia y la amistad.

En una jerarquía de ese abanico sentimental la segunda posición de importancia habría que asignársela al amor asexual (afecto, cariño) por hijos, familiares, amigos y hasta mascotas. Lo tercero seria la compasión y la solidaridad como ejes centrales de un amor infinito por la humanidad, esa actitud hacia la vida que manifiesta lo moral y lo positivo. La unión o devoción hacia entelequias religiosas merecería una ultima posición, a pesar de que ha sido capaz de desatar guerras genocidas. Pero cualquiera de estas definiciones que imante en la mente del lector podrá zozobrar en su cadalso heurístico y la mejor opción siempre será que cada uno defina el amor a su manera.