El actual presidente de los Estados Unidos, siempre me agradó como ser humano y hombre de grandes promesas; sin embargo en el ejercicio de sus funciones me ha desalentado mucho. Pienso que todo lo que pudo hacer en su gobierno lo desaprovechó de manera tajante en el primer año de su administración cuando dejó que el “momentum” de su enorme respaldo y popularidad se le fuera de las manos al no tener la sagacidad o valor para ejecutar ninguna de sus grandes promesas en aquella memorable campaña del  -!Yes, We can!-  (esperanzador sin dudas; quizás el más esperado por toda la humanidad del planeta en aquel instante sublime de apuesta por el cambio, que  hasta un Nobel de la Paz le otorgaron).

Obama prometió y no ha podido con la enorme deuda de sus palabras, por ejemplo: el seguro de salud no termina de cuajar y en vez de aminorar los conflictos internacionales, su administración ha visto incrementarse constantemente el descrédito y desconfianza incluso entre los históricos y grandes aliados de la nación americana… -Yo apoyé al presidente Obama en sus dos campañas presidenciales, lo mismo  alguna vez me sucedió con Leonel Fernández Reina, sin dudas el individuo con el que más desengañado, molesto y arrepentido me he sentido (al que más deploro por su vileza y latrocinio de inexplicable codicia).-

Por los Estados Unidos surge en mí una gran preocupación: siempre he sido anti-imperialista, pero nunca anti-norteamericano (de hecho soy “gringo” si a las fuentes filiales o de ciudadanía adquirida corresponde.  New York es mi patria,  y no me veo regresando a Santo Domingo para vivir mientras el caos y la voracidad de los malditos de siempre le roben todo al pueblo, y hasta le vendan como desechos a las enormes corporaciones que pululan a nivel mundial; destruyéndolo todo, saqueándolo todo, gobernándonos con maldad y desapego). El país americano vive una etapa beligerante sin  necesidad alguna.  Hemos ido a la guerra por razones ajenas a los argumentos que se ofrecen: la ambición desalmada de unos cuantos ha lanzado al país hacía el más espeluznante de los abismos.

Barack Obama, se dejó arrastrar por los mayores apostadores de su fracaso. El enemigo le dobló el pulso, lo encadenó a una suerte de traspié perpetuo: Ni reforma migratoria, ni mejora en la economía, ni paz alguna (simplemente Barack Obama, ha sido un presidente de soliloquios).  Diré una cosa más, muy a propósito de lo que sucede en Irak, Siria y el Kurdistán salvaje entre esos y demás países envueltos en la catástrofe humana de guerra constante, terrorismo, genocidios encabezado por el denominado “Estado Islámico” (hijo putativo de las ambiciones ya nombradas)  y demás facciones  malditas vienen despedazándose a bombazos, a degüello de inocentes, a todo tipo de violaciones: si en cuestión de unos días o semanas, los  Estados Unidos no logran destruir en su totalidad a las fuerzas del mencionado grupo del EI, muy pronto en nuestras ciudades volverá a correr la sangre como infamemente sucedió en septiembre del 2001 o en el caso resiente del maratón de Boston.

Barack Obama, ha tenido o tiene buenas intenciones, reitero que me gusta su personalidad; lamentablemente su gestión va fracasando, ha fracasado hasta hoy, no sale del hoyo, es una apena.