Ucrania es llamada la pequeña Rusia, pero eso no define plenamente el indiscreto encanto y fascinación geopolítica que ella proyecta sobre las grandes potencias.Ucrania en cifras es el segundo país más grande de Eurasia, después de Rusia, con 600,000 kilómetros de superficie y unos 45 millones de habitantes, un PIB de 1,5 billones de dólares, mientras que Rusia tiene 17 millones de kilómetros de superficie, 143 millones de habitantes y un PIB de 2097 billones de dólares. Dicho a secas, estos son los indicadores geopolíticos de ambos países.

Pero el encanto de Ucrania reside en otros aspectos de orden geográfico, quinientos kilómetros de frontera con siete países marcan, por necesidad sus relaciones internacionales y su política exterior, históricos, fue conquistada en 1240 por los mongoles, integrante inevitable y sin excusas de la URSS hasta su implosión entre 1989-1991, y, en política, marcada seriamente por divisiones étnicas y religiosas,, al Oeste y Centro del país, más pobres, mas agricultura, católicos y orientados y tendenciados históricamente hacia Occidente. El Este y el Sur, más industrializados, mayor nivel de renta, preponderancia étnica de rusos puros, religión ortodoxa que responde al Patriarcado de Moscú y orientados política y sentimentalmente a Rusia.

Sus relaciones con Rusia han ido marcadas por desavenencia, encuentros y desencuentros, ya que Ucrania durante los Zares, la Revolución Bolchevique y actualmente, siempre ha significado mucho para Rusia. Ucrania era y es la joya de la Corona. Hasta la caída del Zar Nicolás II, San Petersburgo era la cabeza de Rusia, Moscú el corazón y Kiev, su alma. Para los rusos Ucrania es considerada la fuente de su esencia e identidad nacional. Hasta 1767 el Este y el Sur de la actual Ucrania pertenecieron al Imperio Otomano, siendo retornados al seno nacional por Catalina la Grande.

Estados Unidos no ha cesado de presionar e influir sobre Ucrania. Primero en su ofensiva diplomática y de comercio y después con sus estrategias de desestabilización, con la mano escondida en el guante de la OTAN y los milicianos pagados en estas nuevas guerras de cuarta generación, irregulares y caprichosas

En el juego geopolítico ucraniano, entra Crimea que fue regalada a Ucrania por Nikita Krushov, en 1954, para conmemorar los trescientos años del Tratado de Peryeslav, que la había desprendido de Polonia en 1654.

Lo hasta aquí descrito atestigua que el mapa de Ucrania ha sufrido grandes transformaciones a los largo de los siglos debido a los intereses geopolíticos. Siempre se ha considerado una agresión a Ucrania como una agresión a Rusia. Tres líderes militares han fracasado en su intento de tomar Moscú arrasando con las estepas rusas, Alejandro, Napoleón y Hitler.

Así como Ucrania, con un noventa por ciento de rusos, es considerada Rusia, Crimea a su vez es considerada como Ucrania. Crimea declaró sin embargo su independencia el 5 de mayo de 1992, como síntoma de la recomposición del poder global que se presentó en los años posteriores al desmembramiento soviético. La Rada promulgo una nueva Constitución Secesionista con respecto de Ucrania, pero no cuajó apropiadamente hasta la elección de Meshkov en enero de 1994, Carta que fue derogada en 1995, otorgándole status de Autonomía a Crimea.

En sentido geopolítico los países no tienen el mismo rango ni peso e influencia. Ucrania ha venido a ser un Estado tapón, al decir de Brzezinski, llamado a ser un país de contrapeso o bushing en Eurasia. El indiscreto encanto ucraniano en la actualidad se debe a los intereses de Estados Unidos de cercar a Rusia disponiendo ya sea de Ucrania o de Crimea, estableciendo bases militares en sus territorios para tener a Rusia sitiada, además de tratar de exportar el modelo de su democracia y costumbres occidentales para pretender transculturar la región. La estrategia es llegarle a Rusia por medio de estos dos países o mediante el dominio o cooptaje de alguno de ellos.

Ucrania pues se caracteriza por la división o polarización de sus ciudadanos. En esa entente político-religiosa, étnico-cultural y socioeconómica, entran al tablero jugadores que forjaran y van a describir, dependiendo del partido y las fechas e intereses, el rostro encantador de Ucrania.

La influencia, que podríamos llamar reciente, de los EEUU como jugador global en Ucrania y la región, comenzó con el programa Gran Oriente Medio y Norte de África, que procuraba transformar esa región enfrentando el radicalismo y el terrorismo, durante la administración de Bush hijo, quien fue apoyado por el Gobierno de Yuschenko durante las incursiones en Irak y Afganistán, a cambio de lograr apoyo para su pretendido ingreso a la OTAN.

Rusia reacciono celosamente ante los coqueteos ucranianos y Putin tronó en 2007 durante la Conferencia de Seguridad de Múnich, mientras que George Bush impulso el otorgamiento de status de MAP, o Membership Action Plan en la estructura de la organización atlántica, pero el intento fue abortado gracias a la oposición de Alemania y Francia.

Estados Unidos no ha cesado de presionar e influir sobre Ucrania. Primero en su ofensiva diplomática y de comercio y después con sus estrategias de desestabilización, con la mano escondida en el guante de la OTAN y los milicianos pagados en estas nuevas guerras de cuarta generación, irregulares y caprichosas.

Pero el legado de tantos siglos de historia compartida y el sentimiento nacionalista de pertenencia a Rusia, además de las realidades comerciales, industriales y socioeconómicas de ambos países, aunque el mayor grado de dependencia de Ucrania respecto de Rusia es la energía y la venta de gas específicamente.

Medvedev y Yanukovich firmaron a finales de 2013 el Acuerdo entre Ucrania y Rusia sobre el estacionamiento de la flota Rusa del Mar Negro en el territorio de Ucrania, o acuerdos de Járkov, por este tratado, se prolonga la sesión de la Base de Sebastopol por veinte años más, ampliables hasta el 2042, mientras que Ucrania recibe de Rusia una rebaja de un 30 por ciento en el precio del gas natural que le compra.

En el juego global contemporáneo, Rusia, manejando acertadamente su política exterior respecto a Ucrania, ha fijado los ojos hacia China, su antiguo aliado en el Bloque Sino-soviético, que duró apenas diez años y acaba de firmar un acuerdo estratégico macro, que incluye cooperación en tropas, armamento, y tecnologías militares, además de un acuerdo económico sinprecedentes que envuelve industria, comercio, migración, aduanas y toda actividad comercial bilateral.