Como todos sabemos, la corrupción, el narcotráfico y otros crímenes han colmado las esferas de poder en todo el territorio nacional. Casos como el de Quirino Ernesto Paulino y su relación con políticos del gobierno y de la oposición de entonces; Figueroa Agosto y su relación con militares y políticos, sus múltiples documentos de identidad y carnets de las milicias, de sus fiestas, su mesa en uno de los restaurantes de más prestigio de Sto. Dgo., el desfile de jovencitas, empresarios, militares y políticos por dicha mesa, etc.; Arturo del Tiempo Marqués sus exportaciones de mármol, su préstamo en el Banco de Reservas, su relación con el Presidente de entonces, que hasta se dio el lujo de que fuera y diera el primer picazo de su muy conocida Torre Atiemar; todos presuntos narcotraficantes sometidos ante la justicia, pero amigos de nuestras autoridades.

En el actual gobierno, casos pendientes de ser juzgado como el de Winston Rizik, un hombre público, gallero del mes en más de una ocasión en el prestigioso Coliseo de Santo Domingo, que supuestamente era el hombre más buscado, a pesar de ser público y a pesar de haber sido detenido en varias ocasiones y dejado en libertad. Más recientemente el caso del DICAN, en donde se presume que las propias autoridades roban y comercializan drogas.

En cuanto a la corrupción administrativa, tenemos escándalos de magnitudes históricas, con pruebas detalladas por los medios de comunicación, en los programas de investigación como el de Alicia Ortega y el de Nuria Piera, pero además detallados en diarios y en libros, como es el caso del libro titulado “El lado oscuro de la Sun Land”. Todo esto sin que la Justicia, el Ministerio Público,  ni mucho menos la Dirección Anticorrupción o la Dirección de Ética e Integridad del Gobierno dominicano se manifiesten ni hagan los sometimientos correspondientes. Casos como el de los aviones Tucanos, el contrato con Barrick Gold, la concesión de la carretera a Samaná y su peaje sombra, la comercialización del AC-30, los contratos con los generadores  y otros tantos, que han despertado el rumor público, la lícita sospecha e incluso escándalos e investigaciones internacionales.

Por último tenemos lo más grave, la comercialización y la permisibilidad de la inmigración haitiana, en la que se presume que amplios sectores militares y empresariales se lucran, unos cobrando peajes y otros violando la Ley 687, que dispone que el 80% de los trabajos sean para dominicanos y el 20% para extranjeros, llegando al extremo de 100% mano de obra haitiana y no sólo en fincas y construcciones privadas, sino también en las obras del Estado, como en la construcción de escuelas, donde se observa la misma práctica. Esto a pesar de que al principio del período del Presidente Medina, él manifestó que no compartía la idea de la construcción con prefabricados, pues las estructuras de Bloque generan más empleo ¿Pero a quienes, señor Presidente? ¿Para sus compatriotas dominicanos, los que lo eligieron, los que lo hicieron presidente, a los que usted representa o para los haitianos?

El deterioro de la seguridad ciudadana está cada vez peor, fruto de la delincuencia que arropa nuestra sociedad como consecuencia de todo lo que anteriormente hemos señalado. Pues la falta de oportunidades, el desplazamiento de la mano de obra criolla por mano de obra haitiana más barata, el ejemplo que da el liderazgo, en cuanto a participar o hacerse de la vista gorda con el narco tráfico, el claro enriquecimiento de sus autoridades políticas, militares y judiciales, sin justificación clara de sus bienes, resultan en una indignación del pueblo en general, un mal ejemplo, que quiérase o no, se justifique o no, genera estos malos comportamientos.

Y a todo esto……….. ¿Dónde está la oposición?

Definitivamente los ideólogos de la democracia sabían lo que hacían, ésta fue un invento muy bien pensado. Para vivir en democracia es indispensable estructuras de poder y estructuras opositoras que velen, acechen, exijan, denuncien, reclamen, critiquen…, en fin, que le hagan el contrapeso a esas estructuras de poder que tienden a corromperse, a hacerse cómplices y hasta a idear acciones ilícitas; oposición esta, que tiene el deber de lograr el temor a hacer lo inadecuado e incluso de promover que las autoridades tomen las mejores decisiones, en favor de su pueblo.

En ese mismo orden, la oposición de hoy en día recibe recursos nuestros, mediante el presupuesto nacional y a través de la Junta Central Electoral, con la intención de mitigar el riesgo de alianzas con sectores del poder, empresariales o con sectores de dudosa reputación; sin embargo en nuestro país se podría pensar en complicidad, pues en los partido de oposición se infiltran individuos ligados a sectores del partido en el poder que aparentemente actúan con el único fin de dividir su partido y a la oposición, para con esto debilitar sus posibilidades y su potencial contrapeso.

La permanencia en el poder, el intento de perpetuarse, se logre o no, genera daños irreparables a la democracia, pues es en esos períodos en los que reina la permisibilidad, el derroche y la corrupción administrativa. En tal sentido creemos que lo más sano, en democracias inmaduras como la nuestra, es la alternabilidad del poder. Pero indistintamente el pueblo, la opinión pública y los medios independientes, tenemos que exigir transparencia al gobierno, pero también debemos exigir a la oposición que jueguen su papel, pues parecen mudos e inútiles que, ni como opositores dan frutos.

Probablemente no son nuevas autoridades lo que necesitamos, sino un remozamiento absoluto de la clase política, en especial de la oposición, en la que necesitamos que figuren personas de principios, con la capacidad de hacerle el contrapeso indispensable para una sana y equilibrada democracia.

Una vez más reiteramos la necesidad de que en el venidero sorteo electoral, exijamos a cada aspirante a las  candidaturas a regidores, alcaldes, diputados, senadores y especialmente a los aspirantes a la primera magistratura, que manifiesten con claridad su posición en relación a temas trascendentales como la impunidad, la inmigración masiva de haitianos, la delincuencia, la falta de empleo, la salud pública, la desigualdad, el pacto eléctrico, el pacto fiscal…. y otros temas indispensables para el bienestar de los dominicanos. Y que aquellos que sólo pretenden ganar porque tienen su cara linda, por su buena oratoria o porque tienen más recursos, sean descartados, que necesariamente fijen posiciones y que luego, una sana y adecuadamente estructurada oposición que encabece los reclamos del cumplimiento de sus compromisos.