La larga familia se reúne para navidad   y es la ocasión para saludar a parientes que no  hemos visto en meses.

En la de la semana pasada me atajó un sobrino, bachiller él, quien me persiguió toda la noche con sus impertinentes preguntas. Primero explicó que en Perú estaban presos por corrupción los ex presidentes Fujimori y Humala y, además, estaban buscando en extradición al ex presidente Toledo, quien imparte clases en una universidad americana. También se investigaba al ex presidente Alan García, casi todos por corrupción ligada a Odebrecht. Al actual presidente Kuczynski  lo estaban por quitar, también por Odebrecht. Agregó que en el vecino Ecuador igualmente estaba preso por Odebrecht el vicepresidente Jorge Glas y, para colmo, el ex presidente de Panamá Martinelli está preso en Coral Gables, en lo que se tramita su extradición. El sobrino quería saber por qué en Santo Domingo no había nadie preso por lo de Odebrecht.

Fingí que se me había atascado un quipe para darme tiempo a mí mismo para pensar cómo contestarle, pero lo que salieron fueron unos balbuceos poco convincentes. ¿Qué debe decirle un casi octogenario a nuestra juventud para no desestimularla demasiado, pero al mismo tiempo no mentirle? Yo mismo he publicado recientemente que, según la encuesta Latinobarómetro, somos el segundo país de América Latina y el Caribe donde la juventud más quiere irse a vivir al extranjero. Lo que no dije fue que el único país que nos supera en eso es Haití y ya sabemos hacia dónde es más fácil para ellos irse.

Pero el agudo sobrino no me soltó, pues citaba que en Perú había sido el propio Congreso el que había pedido a Odebrecht en Brasil datos sobre los pagos a Kuczynski y preguntaba por qué no hacía lo mismo el dominicano. Mi respuesta fue fácil, pues varios de nuestros más destacados congresistas están acusados por lo de Odebrecht, aunque su inmunidad parlamentaria de seguro los liberará. Agregué que la oposición controlaba el Congreso en Perú y que aquí no controlaba nada y hasta estaba dividida.

El sobrino no me dio tiempo para saborear unos camarones pues quiso saber por qué el procurador general de Perú estaba en contacto con la fiscalía brasileña para recibir información sobre la corrupción estimulada por Odebrecht y por qué no hacía lo mismo nuestro procurador. También me preguntó por qué después de que Alicia Ortega, con la ayuda de una asociación de periodistas internacionales, había sacado evidencias de corrupción contra el artífice y constructor del metro, Diandino Peña, nuestro procurador no había hecho nada. Sabiendo que el sobrino es gran admirador de Participación Ciudadana le pregunté, como respuesta, por qué esa organización, con esas evidencias públicas, no sometía a Peña, pues esa es una prerrogativa de la sociedad civil. Ahora fue el sobrino el que simuló atascarse con un quipe.

Le interesó saber mi opinión sobre por qué Trump twittea tanto y Danilo casi no habla y sin embargo Trump es mucho menos popular que un Medina que encabeza la popularidad entre los presidentes latinoamericanos. Citó que en el presupuesto del 2018, bien escondido, había un párrafo donde el Congreso autorizaba al presidente a vender acciones de empresas del Estado hasta un tope de un 5% de la deuda. Le expliqué que el Estado tan solo tiene acciones en las tres grandes distribuidoras de electricidad, en dos de las generadoras, en la refinería y la tabacalera. Especulé que era una forma de conseguir dinero para una Catalina cuyo costo ya nadie sabe, sin acudir a más deuda.

También me informó que según Bloomberg el gobierno dominicano planea crear nuevos incentivos para que sea más atractivo a los extranjeros invertir en bonos de hacienda expresados en pesos dominicanos. Le dije que con eso se buscaba que la deuda externa no creciera tanto, pero que lo que debería preocuparle era averiguar qué proporción del capital y reservas de nuestros bancos múltiples estaba ya invertido en deuda pública.

Para cambiarle el tema y sabiendo que le falta poco para graduarse le pregunté sobre sus planes futuros.

“Pa los países, tío, pa los países”, contestó sin titubear.

Otro que ha perdido las esperanzas. Me dañó las navidades.