Nada ha quedado intacto frente a los efectos de la pandemia que ha afectado a toda la humanidad por tan difícil y largo tiempo. Cuando pensamos en la pandemia, inmediatamente miramos hacia algunos elementos o aspectos cardinales de la sociedad, especialmente en la pérdida del empleo, el confinamiento y el cese de las labores en las empresas o instituciones. Pocas veces pensamos en los efectos demoledores que les ha causado dicha pandemia a las universidades a nivel mundial.
La deserción de los estudiantes universitarios, a nivel internacional, por problemas económicos; enfermedades como resultados del contagio con el virus; problemas psicológicos, fallecimiento de padres y tutores; estados emocionales de incertidumbre en los que no se alcanza a ver ningún horizonte, son algunas de las grandes causas de la deserción de los estudiantes universitarios. Millones de estudiantes universitarios en el mundo han abandonado las aulas de sus respectivas universidades. La deserción es alta y, en algunas universidades, se ha registrado entre un 20 y un 30% de la matrícula.
Una de las grandes tareas de las universidades en la actualidad, es la de recuperar la matrícula de los estudiantes que se fueron o abandonaron la universidad. Pero muchas veces no saben cómo hacerlo. En la educación superior, como era normal, desarrollaron programas de todo tipo, menos de contingencia en situaciones de extremas dificultades mundiales contra la vida humana.
Los centros académicos tenían todos los indicadores para resolver su quehacer docente, investigativo y gerencial, no así la tragedia mundial provocada por el terrible virus de la pandemia. Ahora el nuevo contexto pospandémico exige a los profesores, estudiantes y a la gerencia universitaria, nuevas habilidades para coadyuvar en el aprendizaje que demandan las nuevas circunstancias; y esto sólo es posible si agregamos a la tecnología y a la innovación, el arte creativo en el proceso docente.
La enseñanza formal, por sí sola, no es suficiente. El mundo nos cambió en los ojos casi sin darnos cuenta y la fuerza del cambio es inagotable también en el mundo universitario. La gerencia académica tiene uno de los grandes desafíos en la educación superior.
El mundo ha cambiado como consecuencia de la pandemia, las universidades se han dado cuenta de los débiles vínculos que tenían con la sociedad. Entonces advirtieron la inexistencia o pobreza de sus programas de extensión universitaria. En educación superior no hay pertinencia sin vinculación social.
Las universidades cerraron sus puertas por la pandemia y no fueron capaces de convertir a millones de sus estudiantes, ni siquiera a los de ciencias de la salud, en un ejército de orientadores y promotores de acciones preventivas para contrarrestar los efectos del terrible virus en las comunidades. Muy pocas de ellas lo hicieron. Estas pocas organizaron a sus estudiantes de salud para recorrer calles y tocar puertas, casa por casa, para evitar la muerte de sus ciudadanos. Es hora de revisar críticamente los aspectos misionales de la educación superior.