No, no,noooooo!, gritaba el niño haciendo tremenda pataleta.  Su poderosa garganta producía chillidos de alta potencia; mientras sus cortas piernitas saltaban en una marcha que no lo llevaba a ninguna parte.  Luego, tirándose al suelo obligó así a su madre a detenerse.  ¡Yo lo quiero ahora! Demandaba enérgicamente!  -Bueno, ahora no se puede!- replicó ella firme y calmadamente.  El niño continuó con su drama, frustrado con el hecho de que su deseo de comer un helado en sustitución al almuerzo.  No quería oír explicaciones, o clases de alimentación, él quería el sí al helado.  Sin embargo la madre, a sabiendas de que eso no le convenía, no en ese momento, manejó el hastío con maternal instinto, recurriendo a un “me voy y te vas a quedar aquí tú solo” para hacerle ver que ella tenía la última palabra.

Cuando ella daba la espalda y avanzaba, el niño se levantaba del piso y la seguía, aun a gritos, más si ella se volteaba, de inmediato se tiraba nuevamente al suelo.  Siendo madre, yo he vivido esa escena montones de veces, aprendiendo que la firmeza es la clave del éxito si queremos hacer de niños caprichosos hombres y mujeres bien edificados.

Esto resultó muy contrastante con la lectura que me ocupaba en ese momento.  El libro se llama Carácter bajo ataque, de Carl Sommer.  Un exitoso hombre de negocios, que entendió en un punto de su vida que convirtiéndose en maestro, podría transmitir conocimientos y servir de mentor a generaciones crecientes.  Cuenta el cúmulo de decepciones que encontró en un sistema educacional corrompido, ahuecado en ideologías banales, y que está dando por resultado, estudiantes indispuestos al esfuerzo y de bajo intelecto.  En el capítulo tres, expone el manifiesto publicado en el año 1973 de la Filosofía Humanista, cito:  “Ética: nosotros afirmamos que los valores morales derivan su fuente basado en la experiencia humana.  Así la ética es autónoma y situacional, no necesitando sanciones teológicas o ideológicas”.  El individuo: La preciosura y dignidad de una persona en lo individual es un valor central humanista.  Los individuos deberían ser estimulados a realizar sus propios talentos creativos y deseos.  Nosotros rechazamos toda religión, código ideológico o moral que denigre el individuo, suprima su libertad, diluya su intelecto y deshumanice su personalidad.  Creemos en una individualidad autónoma consonante con responsabilidad social.  En cuanto a la sexualidad, creemos que las actitudes intolerantes cultivadas por religiosos ortodoxos y culturas puritanas reprime la conducta sexual.  El derecho al control natal, aborto y divorcios debería reconocerse.  Mientras nosotros no aprobamos formas denigrantes ni explotación de la expresión sexual, tampoco deseamos prohibir por ley o sanciones sociales, el comportamiento sexual entre adultos consintientes.  Las muchas variedades de exploraciones sexuales no deberían ser consideradas malignas en sí mismas.”  Como resultado, los humanistas tienen como eslogan, “Si se siente bien, hazlo”.

La inmensa variedad de corrupción que este pensamiento promueve, generó en mi cabeza tantas posibilidades de degeneración, que estallé en risa ante tanto absurdo.  En primer lugar, ¿quiénes son “ellos”?  Con qué autoridad o autonomía pronuncian la orden: “nosotros afirmamos” y con qué derecho?  ¿Dónde están y qué están dispuestos a hacer o qué precio van a pagar, cuando el que los siga, o imite obtengan un resultado indeseado y hasta ilegal?

Este sistema hedonista, llevado a la crianza, le diría a aquella madre que su pequeño es un “individuo” con derecho a obtener sólo lo que “se siente bien”.  Por tanto, concientizarlo a que debe alimentarse adecuadamente, en vez de sustituir las comidas por los postres, es violar “sus derechos individuales”.  Entonces, cuando crezca bajo esta ideología, sin corregir las malas actitudes, convirtiéndose en un ser meramente caprichoso, narcisista, obeso y hasta diabético, yo pregunto:  ¿Aparecerán los humanistas con una intelectual solución para todo lo que salga mal en la vida del bueno para nada?

¿No es esta la peor pesadilla para cualquier padre de familia?  Que el hijo no trabaje, “porque no se siente bien el trabajar”.  Que no sepa desempeñarse como progenitor, con sus responsabilidades, pues está acostumbrado “a cogerlo suave y hacer sólo lo que le gusta”.  ¿No es esto un humanoide?  Un mal producto humano difícil de cambiar o enderezar?

Si bien es cierto que el hombre es incapaz de producir una fórmula perfecta, para aplicarla y garantizar la vida, también es más cierto que, cuando no se establecen límites ni disciplinas, ningún otro ser en este planeta es tan vulnerable a la corrupción y a generar atrocidades.  No por nada afirma la Biblia, “La necedad está ligada en el corazón del muchacho; más la vara de la corrección la alejará de él, Proverbios 22:15”.  Y antes de que ataquen, la palabra “vara” simboliza lo difícil que se toma la el ser corregido, y no necesariamente se refiere a emplear un instrumento de tortura y justificarlo con este versículo.  Resulta entonces risible, que por supuesto, lo primero que ataquen los “Humanistas” sea a la religión como promotor de lineamientos y “puritanismo”.  Sin embargo, vuelven a equivocarse, Dios no promueve una religión.  Con su Palabra, Dios nos da múltiples ejemplos, guías y las necesarias reglas que nos mantengan adecuadamente contenidos, para que no nos ensanchemos en nuestra lamentable capacidad corruptiva.  Por tanto, por cuanto Dios ha sido, es y será, y su autoridad es incuestionable; a diferencia de los “humanistas” que ni se saben quiénes son, ni vivirán eternamente; prefiero seguir la Sabiduría Divina que la cuestionable teoría de esos humanoides.

Proverbios 22: 17- 29Inclina tu oído y oye las palabras de los sabios,
Y aplica tu corazón a mi sabiduría;

18 Porque es cosa deliciosa, si las guardares dentro de ti;
Si juntamente se afirmaren sobre tus labios.

19 Para que tu confianza sea en Jehová,
Te las he hecho saber hoy a ti también.

20 ¿No te he escrito tres veces
En consejos y en ciencia,

21 Para hacerte saber la certidumbre de las palabras de verdad,
A fin de que vuelvas a llevar palabras de verdad a los que te enviaron?

22 No robes al pobre, porque es pobre,
Ni quebrantes en la puerta al afligido;

23 Porque Jehová juzgará la causa de ellos,
Y despojará el alma de aquellos que los despojaren.

24 No te entremetas con el iracundo,
Ni te acompañes con el hombre de enojos,

25 No sea que aprendas sus maneras,
Y tomes lazo para tu alma.

26 No seas de aquellos que se comprometen,
Ni de los que salen por fiadores de deudas.

27 Si no tuvieres para pagar,
¿Por qué han de quitar tu cama de debajo de ti?

28 No traspases los linderos antiguos
Que pusieron tus padres.

29 ¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará;
No estará delante de los de baja condición.

¡Bendiciones!