#LamarchaVerde es el movimiento social con más alta relevancia movilizadora, masificado, diverso en contenido de clase social, plural ideológicamente y con mayor posicionamiento público que ha habido en República Dominicana en las últimas décadas. La identidad social con la lucha contra la impunidad ha calado en diferentes generaciones y estratos socioeconómicos, según se observan en las manifestaciones. La reacción del PLD, partido de Gobierno, ha sido dual, porque hay un sector que no cuestiona frontalmente la manifestación y otro se orienta por las vías de las descalificaciones por el carácter político que dicen que le arropa a la #LamarchaVerde. La crispación al interior del PLD y su involución democrática, son componentes claves de dicha dualidad.

El movimiento social de #LamarchaVerde muestra una existencia de transformación, según el ciclo clásico de las estructuras de poder de esta naturaleza. Este movimiento no nació con la denuncia de sobornos por parte de Odebrecht. Es el resultado de procesos sociales surgidos en el pasado. Es un continuum social. #LamarchaVerde es síntesis de acumulación de fuerzas sociales y sectoriales que devinieron en motores impulsores de la indignación con los déficits institucionales, de la calidad de la democracia dominicana y de la representación. El hartazgo social se está haciendo sistémico. Un hartazgo en crescendo desde los negocios con la cementera en el parque de los Haitises, la actitud del leonelismo en relación a la calidad de la educación frente a la lucha por el 4% del PIB para este sector, el déficit fiscal de más de 200 mil millones sin consecuencias para sus autores, las amenazas de privatizar la explotación de Loma Miranda y el archivo de casos obvios de corrupción por parte de la Justicia. El balance en credibilidad es más negativo que positivo, en la lucha contra la corrupción.

Los movimientos sociales pasan por tres etapas: se disuelven, se transforman y se institucionalizan. Su disolución se produce por la ejecución del monopolio de la violencia por parte del Estado, que lleva a sus dirigentes a la clandestinidad; por el éxito alcanzado en función de que los poderes hegemónicos han cedidos a las demandas ciudadanas; por fracaso producto de perdida de legitimidad o la aplicación de malas estrategias. El movimiento social #LamarchaVerde tiene una gran virtud, que es su capacidad de transformarse a través del aprovechamiento de coyunturas, la substracción de problemas o necesidades que permiten una identificación de amplio segmento de la sociedad, ayer con la clase media muy capitalina y hoy con una amplia gama de clases sociales de diferentes regiones del país.

La tercera etapa de un movimiento social, según los análisis sociológicos, es la de institucionalización. En esta etapa el movimiento adquiere un carácter formal, porque puede fundarse como partido que lucha por el poder político, convertirse en una asociación burocrática y canalizar recursos para su sostenimiento. La burocratización es la racionalidad de la acción social que golpea de frente la acción callejera. El carácter informar del movimiento social, interviniendo individuos y organizaciones sociales de modo horizontal en la toma de decisiones, es su gran riqueza y capital social. La institucionalización con burocratización es compuerta que obstaculiza el desarrollo de todo movimiento social. La etapa tres, de institucionalización, puede desencadenar en la etapa uno de disolución. #LamarchaVerde, tiene que sostenerse en contante transformación.

El horizonte de la #LamarchaVerde es de largo aliento. Hay problemas por confrontar, que son de carácter estructural, como la débil institucionalidad democrática y la ineficiencia del Sistema de Justicia; la crisis en valores y principios éticos de los partidos políticos, incluyendo partidos en los cuales participan algunos de los dirigentes que acompañan al movimiento social; el agravamiento de las condiciones de vida de la población dominicana y de las amenazas latentes y reales del derrumbe del bienestar material de la clase media. Por su lado, hay cambios en las dinámicas territoriales, en los modelos de interacción social, en los procesos de socialización, en la irrupción de las redes sociales; el verde como poder simbólico constructor de una identidad; el surgimiento de nuevos movimientos políticos, y políticos jóvenes con nuevos enfoques de participación y del ejercicio político.

Finalmente, el movimiento #LamarchaVerde, no es ni debe ser un partido. Tampoco es la intención. Las fronteras están claras, en sus dirigentes. Es diferente a la construcción de la tesis donde se sintetice que el liderazgo social, o parte, de la #LamarchaVerde adquiera un posicionamiento público que permita un posicionamiento político con legitimidad en el imaginario social. En torno a la relación partidos-movimientos sociales, Alain Touraine, sociólogo de los movimientos sociales, escribe que «Necesitamos movimientos sociales calientes vinculados con partidos políticos fríos.». También, necesitamos movimientos sociales vinculados a un liderazgo político ético y comprometido con la agenda de #LamarchaVerde; donde se reivindique cero corrupción e impunidad, además de enfrentar al Gobierno Central, desafiar a congresistas, autoridades de ayuntamientos y a los propios partidos. Estos últimos deberían inmutarse con las malas prácticas de sus correligionarios, incluyendo a los que participan de #LamarchaVerde.