NADIE DESCRIBIÓ el estallido del conflicto palestino-israelí mejor que el historiador Isaac Deutscher.

Un hombre vive en una casa que se incendia. Para salvar su vida, salta por la ventana. Él aterriza sobre un transeúnte en la calle y lo hiere gravemente. Entre los dos surge una enemistad amarga. ¿A quién culpar?

Por supuesto, ninguna parábola puede reflejar la realidad exactamente. El hombre que saltó de la casa en llamas no cayó sobre este transeúnte en particular por casualidad. El transeúnte se convirtió en inválido de por vida. Pero, en general, esta parábola es mejor que cualquier otra que yo sepa.

Deutscher no dio una respuesta a la pregunta de cómo resolver el conflicto. ¿Están los dos condenados a luchar el uno contra el  eternamente? ¿Hay alguna solución?

EL SENTIDO COMÚN diría: por supuesto que sí. Es cierto que la persona lesionada no puede ser restaurada a su condición anterior. El hombre que causó la lesión no puede regresar a su antigua casa, que fue destruida por el fuego. Pero…

Pero el hombre puede, y debe, disculparse con su víctima. Eso es lo mínimo. Él puede, y debe, pagarle una compensación. Eso es lo que exige la justicia. Y luego los dos pueden hacerse amigos. Quizá incluso socios.

En cambio, el hombre continúa haciendo daño a la víctima. Invade la casa de la víctima y lo saca de allí. Los hijos de la víctima intentan desalojar al hombre. Y eso sigue y sigue.

El mismo Deutscher, que huyó de los nazis de Polonia a Inglaterra a tiempo, no vio la continuación de la historia. Murió unos días después de la Guerra de los Seis Días.

EN LUGAR DE pelear interminablemente sobre quién tenía razón y quién estaba equivocado, cuán maravillosos somos y cuán aborrecibles son los otros, deberíamos pensar en el futuro.

¿Qué queremos? ¿En qué tipo de estado queremos vivir? ¿Cómo terminamos la ocupación y qué vendrá después?

Israel está dividido entre "Izquierda" y "derecha". No me gustan estos términos, son obvios nombres equivocados. Se crearon en la Asamblea Nacional francesa hace más de doscientos años por el asiento accidental de los partidos en el salón en aquel momento, según lo veía el vocero. Pero usémoslos, por conveniencia.

La división real es entre aquellos que prefieren a la gente antes que la tierra, y los que prefieren la tierra a la gente. ¿Qué es más sagrado?

En los primeros días del estado había un chiste en el ambiente. Dios convocó a David Ben-Gurion y le dijo: “Has hecho grandes cosas por mi pueblo, pídeme un deseo y yo te lo concederé”.

Ben-Gurion respondió: “Deseo que Israel sea un estado judío, que abarque todo el país entre el mar Mediterráneo y el río Jordán y que sea un estado justo”.

"Eso es demasiado incluso para mí", dijo Dios. "Pero te concederé dos de tus tres deseos".

Desde entonces, tenemos la opción entre un estado judío y justo en una parte del país, o un estado judío en todo el país que no será justo, o un estado más grande y justo, que no será judío.

Ben-Gurion debe estar llorando en su tumba.

¿ENTONCES, CUÁLES son las soluciones propuestas por las dos fuerzas principales en la política israelí?

La "izquierda" tiene ahora un programa ordenado. Estoy orgulloso de haber contribuido a ello. Dice, más o menos:

Un Estado de Palestina se creará junto al Estado de Israel.

Entre los dos estados habrá paz, basada en un acuerdo que proporcionará fronteras abiertas y relaciones mutuas cercanas.

Habrá instituciones conjuntas según sea necesario, por consentimiento.

La ciudad unida de Jerusalén será la capital de ambos estados, Jerusalén Occidental, la capital de Israel y Jerusalén Este, la capital de Palestina.

Habrá un intercambio de territorio limitado, acordado, de uno a uno.

Habrá un retorno limitado y simbólico de los refugiados a Israel, todos los demás refugiados recibirán una generosa compensación y "regresarán" al Estado de Palestina o permanecerán donde están.

Israel seguirá siendo un estado principalmente judío, con el hebreo como su primer idioma oficial y abierto para la inmigración judía según sus leyes.

Ambos estados se unirán a las instituciones regionales.

Esta es una imagen clara del futuro. Tanto los ardientes sionistas como los no sionistas pueden aceptarlo de todo corazón.

¿CUÁL ES el programa de la "derecha"? ¿Cómo ven sus ideólogos el futuro?

El simple hecho es que la derecha no tiene una visión del futuro, ningún programa, ni siquiera un sueño. Solo sentimientos vagos.

Esa puede ser su fortaleza. Los sentimientos son una fuerza potente en la vida de las naciones.

Lo que a la derecha realmente le gustaría es la interminable continuación de la situación actual: la ocupación militar de Cisjordania y Jerusalén Oriental, y la ocupación indirecta de la Franja de Gaza, reforzada por el bloqueo.

La lógica fría dice que esta es una situación antinatural que no puede continuar para siempre. Tarde o temprano tiene que ser institucionalizada. ¿Cómo?

Hay dos posibilidades, y solo dos: un estado de apartheid o un estado binacional.

Eso es tan obvio, que incluso el más fanático de derecha no lo puede negar. Nadie siquiera lo intenta.

Hay una vaga esperanza de que los árabes en Palestina de alguna manera empacarán y sencillamente se irán. Pro eso no pasar. Las circunstancias únicas de 1948 no se repetirán ni se podrán repetir.

Algunos palestinos acomodados pueden irse a Londres o a Río de Janeiro, pero su peso demográfico seguirá siendo insignificante. La masa de personas permanecerá donde están, y se multiplicará.

Ya ahora vive entre el mar y el río, en el Gran Israel del sueño, según el último recuento (julio de 2016): 6,510,894 árabes y 6,114,546 judíos. La tasa de natalidad árabe está destinada a caer, pero también lo hará la judía (excepto los ortodoxos).

¿Cómo sería la vida en el estado de apartheid israelí? Una cosa es cierta: no atraería masas de judíos. La división entre judíos israelíes y judíos en Estados Unidos y otros países se ampliaría lenta e inexorablemente.

Tarde o temprano, la mayoría privada de derechos se levantaría, la opinión mundial condenaría y boicotearía a Israel, y el sistema de apartheid se derrumbaría. ¿Qué quedaría?

Lo que quedaría es lo que casi todos los israelíes temen: el Estado binacional. Una persona, un voto. Un país muy diferente de Israel. Un país del que muchos judíos israelíes partirían, lenta o rápidamente.

Esto no es propaganda, sino hecho simple. Si hay un ideólogo de derecha en alguna parte que tenga una respuesta a esto, que se levante ahora, antes de que sea demasiado tarde.

NO PUEDO resistir la tentación de repetir el viejo chiste:

Una dama inglesa ebria se para en la cubierta del Titanic, con un vaso de whisky en la mano, y ve el iceberg que se acerca. "Pedí un poco de hielo", exclama, "¡pero esto es una exageración!".