Cómo una persona puede vivir tan desengañada?  Es una pregunta que nos hacemos, cuando vemos a alguien tropezar una y otra vez con la misma piedra en el caminar de su vida.  Yo conozco a uno, bueno a varios en realidad, pero este en particular, está muy cercano como para ignorarlo.

Vive en un amargura de vida tal, que aún su hablar es siempre agresivo y lastimoso.   No contempla edad oparentesco para maltratarte verbal y hasta físicamente, si se lo permites.  En todos los aspectos de su vida, su egoísmo y malos tratos han generado desorden, y por supuesto, ha alejado a todos.  De ahí que sus hijos viven cada cual en su propia burbuja, e interactúan agresivamente entre él y ellos.

Su matrimonio fue una desastrosa comedia, en el cual, el recoger la ropa en bolsas y desaparecerse por semanas, se volvió un hecho cíclico.  Llegó a dar pena y risa, el observarle ir al carro a remover bolsas y maletas, para sacar arrugadas ropas, que tendría que planchar para irse al trabajo, día por día.  Luego, una reconciliación que sería tormentosa hasta llegar otra vez al punto de la recogida de ropa.

No está nunca dispuesto para sus familiares.  Le pesan los oficios, los sacrificios, el trabajar, en fin…  Pero, si está cien por ciento para los amigos.  Si tiene que endeudarse para secundar a alguno de ellos, lo hace sin pensarlo dos veces.

Su nivel de intolerancia con los demás es sólo comparable con la gasolina.  Vive convencido de que tiene el derecho de insultar a cualquiera que le huela a fósforo.  Por tanto vive explotando sin mediar o razonar, por tanto ha perdido buenos empleos y se ha ganado una mala reputación en su medio laboral.

Pero, en todo lo que le “sale mal” en la vida, siempre hay un culpable:   los demás!  Nunca, bajo ninguna circunstancia reconoce o acepta que tiene que autoanalizarse, y hacer cambios.  Una vez lo vi rompiendo un letrero, que decía: Con las manos que ensucias, limpia.  En una casa llena de personas con poca disposición a cooperar, poner reglas detonaba explosiones.  Por tanto, el letrero puesto en la cocina, confrontaba a los que tiraban allí los platos, dejándolos acumular.  Como él es básicamente el mayor ejemplo de dicha conducta, arrancó y rompió en pedazos el papel que le recordaba cooperar.

De igual manera, la culpa de que su matrimonio no funcione, la tienen los hijos.  La culpa de que no sea exitoso en su trabajo la tienen los jefes o los pedantes clientes.  La culpa de que no sea rico las tienen sus padres que nunca le dieron una vida en abundancia.  La culpa de que él tenga mal genio la tienen todos los que lo rodean, por ser seres que existen sólo para conspirar en contra de su existencia.  Esos momentos en que tienes que posar la mirada en ti mismo, frenar y dialogar profundamente y preguntarte:  Qué estás haciendo?  Cuándo asumirás responsabilidades?  Cuándo vas a cambiar lo que no funciona y comprometerte a poner de tu parte?  Cuándo vas a respetar a los demás y dejar de ser agresivo?

Ninguno de esos argumentos tienen efecto en él.  Por el contrario, los elude, justifica y hasta miente, presentándose como la víctima y no el victimario.  Tratar de negar la realidad es engañarse a sí mismo.  Es un endurecimiento del corazón, a lo cual, la Palabra de Dios nos advierte que de hacerlo, no entraríamos en el reposo de Dios.  Y es que necesitamos recordar que Dios es el único que nos da paz en medio de las tormentas de la vida.  No hay dinero, diversión, pareja, lujo o vicio que llene el vacío que se genera en lo profundo del alma.  Lo curioso es que Dios mismo dice que a los que están en esas circunstancias, es precisamente a quienes Jesús vino a salvar.  Es posible salir de ese estado, pero hay que dar el paso.  Hay que ser capaz de afirmar los ojos ante el yo que se refleja en el espejo y hablarse uno mismo con franqueza y decir, con humildad:  “Dios, te necesito.  Mira el desastre en el que vivo, ayúdame!”

Pero se da el caso de que la mayoría de las personas nos revestimos de orgullo para no aceptar que erramos.  Y esa soberbia compite con el lugar de Dios en nuestras vidas.  Pero, por tanto para Dios no hay nada imposible, todo lo que hay que hacer, es seguir orando e intercediendo hasta ver la obra realizada…

Hebreos 4: 9-13  Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios.

10 Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas.

11 Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia.

12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

13 Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.

Bendiciones!