Todas las herramientas, máquinas, objetos, profesiones, vivienda, las hipótesis,  utensilios, elementos químicos, sustancias, mezclas, cereales, proteínas, grasas, vitaminas y cada uno de los órganos que constituyen nuestro cuerpo incluyendo la mente que usamos cada día, cumplen funciones que pueden ser generales o específicas. Y hasta cosas que no se ven, como la electricidad, el magnetismo, la velocidad, la aceleración, el sonido, los rayos X, rayos gamma, los olores, el placer, la intercomunicación social, las ideas, el enamoramiento, el color, el proceso digestivo, las palabras y los dolores de cabeza,  cumplen una función.

Pongamos un ejemplo sencillo. ¿Qué función cumple una hipótesis? Pues quién diría que algo tan común y simple cumpla nada menos que 4 funciones: a] sirve de guía de toda investigación, ya sea científica, policial o sociológica; b] cumple una función descriptiva y explicativa de aquello que vamos a investigar, c] sirve para probar una teoría y d] sirve para construir o formular  nuevas teorías. Cualquier persona mayor de 10 años descubre fácilmente qué tan útiles son las funciones de un destornillador, de las tijeras,  el alfabeto de una lengua o la de una vacuna antirrábica.

¿Ahora bien, qué función cumple una pistola, un revólver? ¡Aniquilar vidas humanas! Pero con toda seguridad los partidarios de la opinión de que las armas de fuego sirven para la protección personal y de los bienes materiales, así como aquellos que creen que portar una pistola es una buena opción como garantía de mi seguridad e integridad física, dirán que esas dos funciones de una pistola son tan útiles como enseñar a leer a un analfabeto o vacunarse contra el tétanos. Sin embargo, la Psicología, la historia de cada pueblo o municipio y la bioestadística dicen otra cosa muy distinta sobre las armas de fuego.

¿Qué tasa de homicidios tenía nuestro país en 1955?  Teníamos 1 por cada 100 mil habitantes. Hoy tenemos 10 por cada 100 mil habitantes. Estados Unidos apenas reporta una tasa de 5 por cada 100 mil habitantes, la cual parece muy baja para un país donde solo en los estados de Texas, Nuevo México, Nevada y Arizona, entre fabricas de armas y tiendas para vender armas, poseen 20.227 establecimientos; además de que Estados Unidos es el país donde más tiroteos se producen  diariamente en el mundo. ¿Por qué razón Estados Unidos reporta una tasa de homicidios tan baja? Sencillamente, según datos reportados por el Centro Nacional de Información Criminal en el 2020, de las 600 mil personas que desaparecen cada año en ese país, entre vivos y muertos reaparece de un 89 al 92%, pero nunca dicen cuántos son los que aparecen asesinados.  Ellos mismos estiman que miles de esos desaparecidos son asesinados con armas de fuego.

Hacia  el 1955, se estimaba por lo bajo que los homicidios o asesinatos políticos cometidos por el régimen de Trujillo sobrepasaban con mucho los asesinatos propios de las reyertas y delincuencia común.  Por ejemplo, en el municipio de Altamira, mi pueblo, ¿quiénes portaban armas de fuego aquel año en Altamira? Don Nicodemo Arias (1899-1987), mi padrastro, alcalde municipal, propietario de la Chocolatera San José y Farmacia San José y quien ya había sido durante el gobierno de Horacio, Jefe Comunal y jefe de  Estación del Ferrocarril Central Puerto Plata-Santiago; don Balín Polanco, exalcalde municipal y un rico hacendado; don Chano Vargas, presidente del ayuntamiento y un poderosos agroempresario del pueblo; y don José Moya, un reconocido terrateniente y agroempresario. Eran los únicos civiles que ocasionalmente  portaban un revólver en la cintura  a pesar de que tenían una licencia oficial para andar armados.  Absolutamente nadie escuchó jamás que uno de esos cuatro personajes le tirara un tiro ni siquiera a un guaraguao ni que entrara armado a la iglesia, a un Bar, que portara un arma durante la ceremonia de un matrimonio o que amenazara a alguien revólver en mano.

¿Acaso se atrevía un oficial de la Policía, Fuerzas Armadas o del SIM gestionar el permiso a un civil para porte de un revólver? ¡No,…… puerco no se rascaba en jabilla!

En resumen, se daban permisos parar portar un revólver, pero solo a personas excepcionales de cada pueblo o aldea. Hoy le dan  licencia de porte a todo el que la solicite ya que solo tiene que motivar la solicitud en que es “comerciante”, “hacendado”, “periodista” (al que supuestamente lo han amenazado), funcionario público, alegato de que “maneja mucho dinero” o que  es “propietario” de un negocio de mucho ‘movimiento’.

¿Qué dice la Psicología acerca de la adicción de mucha gente al porte de una pistola?

Los humanos tenemos necesidades fisiológicas y psicológicas. También tenemos necesidades cognoscitivas como son saber y comprender. Todos buscamos primero el saber que comprender, pero necesitamos satisfacer ambas necesidades para poder hallar el significado de la sana madurez que nos permita interactuar en nuestro medio social sin sentirnos tensos ni inferiores puesto que los humanos, emocionalmente equilibrados, debemos distinguir entre ser receptáculos de admiración y respeto basado en un comportamiento estable y razonado, y la metapatología. En el ámbito de esta última el individuo es incapaz de ensayar nuevas conductas que le permitan sentirse seguro,  autocontrolado y ajeno a las ideas que enaltecen los estereotipos.

Es esa incapacidad de ensayar nuevas conductas razonables y eficaces la que hace que miles de personas intenten compensar dicha incapacidad con la adicción al alcohol, a los estupefacientes, al juego, al chisme, con un tenebroso afán de llevar un arma de fuego y con el gusto por las pendencias,  para así atenuar las tensiones, los sentimientos de inseguridad, de minusvalía y, fundamentalmente, los de inferioridad que las abaten. Por eso llegan a creer que si no pueden alcanzar admiración y respeto por ser significantes frente al contexto social que los rodea, entonces suponen que una pistola al cinto los va a empingorotar convenientemente.

Si fuera cierto, en la práctica, que llevar un arma es vital para tu seguridad, no habría un solo muerto o herido por tu propia arma disparada por un delincuente que te la arrebata. Contrario a lo que se cree, llevar un arma es prácticamente una invitación al bandido a que vaya contra mí para robármela. Los codiciosos y maléficos  fabricantes de armas y también los traficantes de estas, han endiosado, engañosamente,  las pistolas como garantizadoras de la seguridad física cuando en realidad no son más que lanzas contra mi propio costado. De ahí, que todo aquel que paga por el porte de un revólver verá en cada semejante a un enemigo, a un sospechoso, y si puede atacar primero lo hará ante la más mínima provocación. No es verdad que más armas legales en manos de la población civil significa que menos armas ilegales habrá en manos de criminales, pues sucede todo contrario. De modo, que el artículo del conocido economista José Alfredo Guerrero, publicado el día 6 en acento. com.do titulado Chu Vásquez (…….) armas de fuego y delincuencia, aunque está bien argumentado, pero tiene el sesgo de no tocar el contrapunto de que andar con una pistola es como andar a pie, a vista de los envidiosos, con una buena hembra. ¡Todos los mirones te la quieren arrebatar!