“El hombre en búsqueda de sentido” es el título de un libro que ha sido catalogado por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos como uno de los más influyentes del siglo XX.  Ese pegajoso título atrajo mucho más la atención que “… A pesar de todo la vida”, la versión original en alemán o, peor aún en castellano: “Desde el campo de la muerte al existencialismo”.

Me interesa rescatar el título nuevo porque, adaptándolo a un lenguaje más inclusivo, nos habla de la necesidad que sentimos todos de asignarle propósito a nuestra existencia. Este hecho fue comprobado por John Maxwell, hijo de un pastor evangélico y él mismo predicador desde los años setenta quien descubrió que su obra literaria despertaba más interés dentro del público laico que dentro de los afiliados a la iglesia. Redirigió sus esfuerzos y ha logrado tanto éxito en esta nueva área que ahora logra llevar su mensaje fuera de las fronteras de su país, estableciendo instituciones con esos propósitos en Guatemala, Paraguay, Costa Rica y la República Dominicana.  La búsqueda de sentido es una necesidad de primer orden.

Viktor Frankl, neurólogo, psiquiatra y filósofo austríaco de origen judío, combinó sus conocimientos científicos con la experiencia devastadora que acababa de sobrevivir y llegó a la conclusión de que los seres humanos tenemos la enorme capacidad de incidir en nuestra propia experiencia a través de la percepción que nos hacemos de ella. Su trabajo fue honesto y dedicado, pero no puedo dejar de pensar que esas breves y poderosas páginas no son más que una actualización moderna y con herramientas científicas del proverbio judío que reza: “Un hombre rico es aquél que es feliz con lo que tiene”.

Daysi Almánzar, vicepresidenta de Operaciones de un Banco Privado Local, nos presentó una magnífica ilustración de todas esas ideas a través de la vida de Edith Eger, otra sobreviviente de campos de concentración que se interesó en la salud mental a la salida de experiencias traumáticas.  En la ilustración que hizo esta talentosa ingeniera sobre la vida de una bailarina que debió renunciar a su carrera y más tarde a su país para poder seguir creciendo y que todavía hoy se mantiene diciéndole que sí a la vida y adaptando nuevos usos, se destaca el poder transformador de usar la capacidad de elección, haciéndole honor a la frase de Frankl: "A un hombre le pueden robar todo, menos una cosa, la última de las libertades del ser humano, la elección de su propia actitud ante cualquier tipo de circunstancias, la elección del propio camino."

Más bello aún, al definir su trayectoria Daysi pone en aplicación lo aprendido a la luz de estas experiencias: y relata: Como estudié ingeniería industrial, técnicamente soy de operaciones y logística, pero con tanto tiempo en la banca, yo diría que en lo que me estoy enfocando es en trabajar al ser humano”. Acompañar el sentido de propósito.