El Guasón trata sobre la vida de Arthur, un hombre de mediana edad que padece de una enfermedad mental. Tiene un sueño de ser comediante pero mientras lo logra, se dedica a ser payaso en una compañía pequeña de la ciudad de Nueva York. Luego de un grave malentendido donde fue víctima de unos jóvenes traviesos, Arthur es despedido de esta compañía. Es aquí cuando Arthur empieza a cometer delitos como su propia manera de hacer justicia. Se sorprende cuando ve que estos delitos son aceptados y justificados por la sociedad y de repente, se convierte en una especie de ídolo para aquellos que se sienten igual que él. Arthur trata de buscar ayuda psiquiátrica. Pero por motivos de presupuesto, la oficina de trabajo social donde el puede obtener sus medicinas, es cerrada. De manera cruda la trabajadora social le dice “vamos a cerrar y no me importa donde puedas obtener tus medicinas”. Ahora, este marginado social, es sencillamente una persona enferma, desamparada, que busca validar su existencia de alguna manera. Y esta manera es seguir cometiendo delitos como forma de sentirse importante y de que el sistema pague los fallos que ha tenido con él.

Actualmente y desde hace un mes, Chile vive una realidad social que representa un antes y un después. Debido a graves inconformidades sociales y económicas, el 18 de Octubre de 2019, el pueblo chileno, sin importar clase socioeconómica, se lanzó a las calles a exigir sus derechos. Sin embargo, en muy poco tiempo, lo que era exigir derechos se convirtió en actos graves de violencia tales como quemar alrededor de 17 estaciones de metro en un margen de tiempo corto, saquear supermercados, farmacias, dañar semáforos y escribir letreros en casi cada pared que ilustran rabia, dolor, odio, pena, tristeza, venganza. Si bien Chile tiene una historia política marcada por un período de dictadura largo de 30 años, en el año 1990, volvió la democracia al país. En cuestiones de historia y de cambios sociales, 30 años no son nada y lo que es uno de los países más desarrollados de Latinoamérica, es también un país donde las personas están gravemente dolidas y resentidas por lo vivido durante la dictadura. Este resentimiento y dolor es notable en las protestas.

Con estas protestas y los actos de violencia justificados Santiago de Chile, en cuestiones de días, se convirtió en una ciudad muy parecida a la Ciudad Gótica. Inclusive algunos protestantes andan vestidos como el guasón en las calles. A pesar de que es evidente la desigualdad que hay que enfrentar, la violencia parece ser la que gana. Si bien el gobierno actual de Chile liderado por Sebastián Piñera, está tomando medidas, el pueblo chileno permanece en las calles. Esta realidad, puede abarcarse desde múltiples perspectivas. Una de ellas es ver como las personas no podemos vivir bajo una olla de presión. Llega un momento donde explotamos. Sin embargo, algunas personas y países despiertan, mientras que otros se pueden perder y destruir en segundos lo que ha durado años en construirse. Chile es un país admirable en términos de indicadores sociales y económicos comparado con otros de la región. Este despertar, en mi opinión, es una prueba de ello. A pesar del desarrollo, hay que reducir la desigualdad. Si bien despertó de manera radical y violencia que nunca puede ser justificada, despertó. Existen otros países que prefieren mantenerse en un estado de olla de presión constante pues al parecer no conocen otra cosa, sin embargo, la sostenibilidad de este estado, es altamente cuestionable.

El guasón termina en una escena que nos invita a reflexionar. Arthur es ingresado a un hospital psiquiátrico y es asignado a una nueva asistente social. O sea, más de lo mismo. Para sorpresa de nadie, parece ser que Arthur lastima a esta asistente y la película termina en un vaivén entre Arthur y el personal del hospital. Se pudiera interpretar que la solución que tuvo el caso de Arthur no fue la más viable y la ira que tenía, combinada con su enfermedad, siguió creciendo. Es lo que puede pasar si los problemas sociales no se resuelven desde raíz correctamente. Arthur, aunque lejos de ser un referente de moral o un personaje digno de admirar, es una prueba de que ante escasez de verdaderos líderes sobretodo políticos, las personas recurren a medios poco saludables para buscar autovalidación. El guasón demuestra como existe una urgencia por abogar por la salud mental que permita enfrentar resentimientos, traumas y enfermedades, sin importar la clase social o estatus socioeconómico. Es urgente.