La vida tiene sus juegos. Quien usted menos espera hace un gran aporte a un país y su democracia.Es el caso de Don Oscar.

Hablo de Oscar Ezequiel Rodríguez Cruz, el dominicano pedido en extradición por Estados Unidos bajo acusaciones de narcotráfico, quien, con su cheque morado 2004, y su movimiento de apoyo en blanco 2011, ha presentado a la sociedad, con datos y documentos irrebatibles, lo que ya conocían hasta lo chinos de Bonao, cuyos nietos son ya más dominicanos que nosotros.

Esta segunda parte de la telenovela "Quirino, El Don", debe ser el estímulo final para que al fin sea aprobado el proyecto de ley de partidos, y sean realizadas las modificaciones que precisa la ley electoral para llevar a cierto orden a los partidos políticos y sus señores.

La osadía de Don Oscar y sus exitosas acciones de relaciones públicas en lo que acercarse al poder político se refiere, debe ser saludada por toda la ciudadanía, las iglesias, FINJUS y Participación Ciudadana, pues gracias a él es imposible ya negar lo evidente: El narcotráfico ha permeado la vida social, económica y política de la República Dominica y  amenaza con dirigirla, pues gracias a la sabiduría del campesino dominicano ya sabemos que "quien paga manda".

Se tiene establecido que una campaña electoral presidencial cuesta a nuestra partidocracia cerca de 4 mil millones de pesos, (siendo conservadores), lo que convierte en una vulgar operación financiera lo que debería ser una breve acción (30 días) de participación, debate y conceptualización de ideas y propuestas.

Esa partidocracia, hoy atrapada in fraganti gracias a don Oscar, como ayer lo hizo don Quirino; la misma que durante trece años ha jugado a separar sus palabras de sus hechos en lo que a la aprobación de una ley de partidos se refiere, en vez de explicar lo ocurrido y excusarse frente al país se ha dedicado a guerrear entre sus miembros, mostrándonos cada uno las vergüenzas del otro.

A pesar de su luna de miel con el electorado, la partidocracia nacional bien debería esforzarse en mejorar su comportamiento ético en vez de andar en esta guerra de descalificaciones, acusaciones y contraacusaciones de todo tipo, no vaya a ser vaina y un buen día el electorado amanezca convencido de que ambos tienen razón.

Saludemos a don Oscar, que amén de sus supuestas malas prácticas de narcotráfico, acaba de hacer un gran aporte a la democracia electoral de nuestro país. Otros supuestos delincuentes de la partidocracia reinante, ni eso.