Una vez alcanzadas las independencias latinoamericanas producto del influjo de la Revolución Francesa y el agotamiento del modelo de dominación colonial español, el nacionalismo perdió unicidad nacional y pasó a desagregar los sectores sociales de las nuevas repúblicas latinoamericanas entre las ideas dominantes en el momento y genéricamente llamadas, conservadoras y liberales.

Estas luchas ya eran sectoriales, económicas, de poder y de concepción sobre el estado, la sociedad y la nación, que implicaría, ideologías distintas que comenzaron rápidamente a corroer el sentimiento nacional y este pasó a ser instrumentalizado por los grupos dominantes poniendo al nacionalismo a los pies de quienes mandaban y gobernaban, para ser usado como arma de confrontación interna, ya no externa.

Los grupos o clases dominantes en toda América levantaron el nacionalismo para justificar la unidad nacional y convertirlo en instrumento de dominación interna de los grupos subalternos y demás sectores sociales opuestos a sus intereses.

Estas naciones surgidas en el siglo XIX en el continente americano eran reflejo en parte del antiguo régimen colonial en la manera de entender los conglomerados que la conformaron, la distribución de los privilegios y sus riquezas y la forma del ejercicio político, dominadas muchas, o casi todas, por el caudillismo como expresión de una génesis militarista que envolvió su liderato nacionalista por ser lo militar, dominante para imponer las nuevas naciones surgidas de ese momento histórico.

La dominicana no escapó a esa realidad y tan pronto terminó la primera tarea de sacar las tropas haitianas de suelo dominicano, se inició muy tempranamente una lucha fratricida por el control del estado, principal instrumento de dominación político-social y económico. La génesis del liderazgo político de la gesta del 27 de febrero estaba compuesta por los representantes de las dos corrientes dominantes en el mundo: liberalismo (encabezada por los trinitarios) y los conservadores (por Pedro Santana y los hateros).

Logrado el trabucazo de Mella en la Puerta de la Misericordia, vinieron otros acontecimientos que definieron el escenario político, entre ellos el retorno del líder del movimiento, Juan Pablo Duarte (15 de marzo de 1844), que da inicio a la primera fase de este momento histórico.

El liderazgo de Pedro Santana, militarista y conservador se vio rápidamente amenazado por el liderazgo político y consolidado de Duarte, lo cual desata una lucha por el control político entre estos sectores, una vez constituida la Junta Central Gubernativa en marzo del 1844.

La JCG era el gobierno, esta vez compartido, entre conservadores y liberales, pero con la amenaza permanente de las incursiones del ejército haitiano que ponía en peligro la recién lograda soberanía nacional y para lo cual, lo militar era indispensable ante lo político. Esta realidad crea una corriente dominicana de historiadores militaristas que han dado mucha importancia a la historia militar en la formación de la nación dominicana, contrapuesta a otra corriente que ve la historia como procesos sociohistóricos, económicos y culturales.

En medio de la lucha militar, se inicia la lucha política por el control de la JCG, órgano principal de gobierno provisional. El control de la JCG por parte de los adeptos a Santana encabezados por Bobadilla, y en el ejército por Pedro Santana, daba a este primer gobierno de la república (si así se le podría denominar), una inclinación hacia el sector conservador y la lucha entre Duarte y Santana se traslada al seno militar, sabiendo Duarte su importancia en la distribución y equilibrio de poder.

Los acontecimientos ocurridos entre trinitarios, personalidades y munícipes prestigiosos, pero de una generación más adulta que los jóvenes trinitarios, a lo que sumamos, la llegada el 15 de marzo de Juan Pablo Duarte del exilio y nombrado General de Brigada, comenzó todo este momento histórico complejo, brotando esta confrontación cuando Duarte solicita sustituir a Pedro Santana en la batalle del 19 de marzo en Baní.

La aparición de la figura del protectorado francés se sumó a la lucha entre trinitarios y seguidores de Santana, Produciendo el contragolpe de Duarte al dominio conservador de la Junta Central Gubernativa en mayo de ese año, logrando Duarte su designación como General en jefe del ejército, generando reacciones opuestas del lado de los seguidores de Santana, quienes producen un contragolpe en julio y recuperan el poder, quedándose los conservadores bajo control político hasta el retorno de la Segunda República, en 1865.

Como vemos la nación surgió y sufrió varios partos que la cicatrizaron históricamente dejando al paciente con sus huellas hasta el día de hoy, pues Santana no solo era autoritario, militarista, afrancesado, anexionista y déspota, sino caudillo, y como tal, tenía que extirpar el liberalismo trinitario por ser su amenaza inmediata.

Con ello viene la deportación de Duarte y los demás trinitarios y se convierte Santana en presidente del país 1844. Duarte es deportado el 10 de septiembre del 1844, dejándole al conservadurismo dominicano, camino libre.

Con este hecho, se inicia una lucha intensa por el control del poder entre liberales y conservadores, y entre los liderazgos de Duarte y Santana, teniendo como escenario la Junta Central Gubernativa hasta la designación como presidente de Pedro Santana una vez modificado el proyecto constitucional del 6 de noviembre de 1844 con la inclusión del artículo 210 que satisfizo a Pedro Santana, escrito por Tomás de Bobadilla, y que reza:

“durante la guerra actual y mientras no esté firmada la paz, el presidente de la República puede libremente organizar el ejército y armada, movilizar las guardias de la nación; pudiendo, en consecuencia, dar todas las órdenes, providencias y decretos que convengan, sin estar sujeto a responsabilidad alguna.”

Creo, para finalizar y sin lugar a equivocarme, que la ontogénesis del estado dominicano se forjó en ese momento histórico conocido como la Junta Central Gubernativa, ahí se dieron todos los escenarios, todos los desencuentros y todas las luchas que marcaron el devenir histórico de la nación en apenas 10 meses después de proclamada la República, el 27 de febrero de 1844.