El nuestro es un mejor país que hace una semana. O, quizás, se han puesto en evidencia cambios importantes que fortalecen nuestra democracia. Lo digo, como el título indica, por los hechos relacionados con Bahía de las Águilas. La semana pasada, que prometía ser desastrosa para la relación entre la sociedad y el gobierno, terminó en una nota inmejorable con un triunfo alcanzado gracias a la colaboración entre ambas partes.
El triunfo es de los dos. De la ciudadanía porque reaccionó con rapidez y convicción, y del gobierno porque supo escuchar y enmendar su error. Pocos podían imaginar el escándalo que se suscitaría luego de que el periódico digital 7dias.com.do publicara el decreto mediante el cual se apoderaba a representantes del Estado para que transaran el litigio que por década y media ha afectado los terrenos de Bahía de las Águilas y el Parque Nacional Jaragua.
Ni el gobierno estaba preparado para el anuncio, ni la ciudadanía para combatirlo. Afortunadamente, la abogada Laura Acosta Lora –que me honra con su amistad- tenía en su poder copia del expediente más completo que existe sobre el caso. Lo heredó de su madre, Piky Lora, quien dedicó los últimos años de su vida a intentar evitar el robo del Parque Nacional Jaragua.
En lo personal, y dado que el papel que me ha tocado jugar por lo general ha sido el de crítico, quiero hacerle un reconocimiento al presidente Medina por haber estado a la altura de las circunstancias
Armada de documentos y de una vocación ciudadana y una claridad expositiva envidiables, se dedicó día y noche durante diez días a hacer saber la magnitud del fraude que se había cometido contra el Estado en Bahía de las Águilas y a oponerse a que el gobierno santificara el mismo. Sus esfuerzos no se produjeron en un vacío. Miles de ciudadanos y decenas de organizaciones alzaron su voz en contra del despojo. Lo mismo hicieron decenas de periodistas serios, comprometidos con un mejor futuro para todos, quienes sirvieron de dique a una marea de informaciones sesgadas que defendían lo indefendible.
Pero nada de esto era suficiente. Para que exista un diálogo tienen que existir dos partes dispuestas a escuchar. La primera reacción del gobierno –aquella rueda de prensa en Palacio- no fue muy auspiciosa. Menos lo fue la segunda, que consistió en reunir –en Palacio también- a periodistas adeptos para instruirles sobre cómo tratar el tema.
Pero las cosas han cambiado, y no sólo en el estilo. Muy pronto el presidente Medina se dio cuenta de que la oposición a la transacción no era un simple griterío, sino que se trataba de una posición bien fundamentada y razonada. Decidió escuchar, y en eso consistió toda la diferencia. Esto no es poca cosa, no olvidemos que en una administración reciente se dijo de un movimiento social que “por mucho que brinquen y pataleen, no obtendrán el 4%”.
El presidente reaccionó con una paciencia que debiera servir de ejemplo a todos, incluyendo muchos de sus partidarios, y se sentó con los críticos a conversar. Tuvo varias reuniones con ellos y atendió sus argumentos. Lo que es mejor, decidió que las nuevas informaciones ameritaban un cambio de posición, y así lo hizo. Hoy por hoy Bahía de las Águilas y el Parque Nacional Jaragua siguen a salvo. El Presidente prometió –y los hechos hacen que me incline a creerle- que se esperará el fallo de la justicia. Pero también, que se buscarán alternativas de inversión para ayudar a los pedernalenses a combatir la pobreza.
La semana pasada demostró que tanto la ciudadanía como el gobierno (o por lo menos esta administración) han empezado a entender que la relación entre ambos, aunque siempre tendrá tensiones, es sobre todo de colaboración. El papel de la ciudadanía es presionar, exigir, incordiar. Y el del gobierno escuchar, tomar en cuenta y decidir. Ni la ciudadanía por su lado puede lograr los cambios que se requieren, ni el gobierno por su cuenta puede saber siempre qué es lo mejor para la sociedad.
Se necesitan uno y otra para lograr hacer avanzar el sistema democrático y mejorar nuestra sociedad. En esta ocasión se encontraron y es de esperar que esto sirva de ejemplo para el futuro.
En lo personal, y dado que el papel que me ha tocado jugar por lo general ha sido el de crítico, quiero hacerle un reconocimiento al presidente Medina por haber estado a la altura de las circunstancias, por haber escuchado a sus conciudadanos y por haber tenido la entereza necesaria para reconocer y corregir el error.
Con esta decisión no sólo incentiva el diálogo y el debate verdaderamente democrático, sino que se gana el respeto de todos aquellos que no quieren un caudillo infalible, sino un gobernante que escuche. Ha sembrado la semilla de una relación constructiva con una ciudadanía dispuesta a colaborar. Esto nos ayudará a todos a construir mejores cosas para el futuro. Manos a la obra.