"El ministro alemán de la Defensa, Karl-Theodor zu Guttenberg, figura estelar del gobierno de Angela Merkel, presentó su dimisión, bajo la presión por las reiteradas acusaciones de plagio en su tesis doctoral; pese a un plebiscito donde el 75% estaba en contra de su dimisión". 

Es un ejemplo que no estamos a tiempo de alcanzar. 

Cuando oigo a un político (de oficio) del patio casi siempre me viene a la memoria lo dicho por un sociólogo estadounidense Robert K. Merton: "Cuando la reforma política se restringe a la tarea de agarrar a los bandidos, ella no pasa de un ritual mágico". 

Porque los políticos de oficio son terriblemente vehementes con cualquier asunto que afecte negativamente a la sociedad, cuando se encuentran en la oposición, pero una vez llegado al Poder tienden a buscar la fórmula de Pilatos. 

El proceso democrático imparable que vive el pueblo dominicano está encausando las voluntades y las decisiones políticas para un estado de derecho, de realizaciones.  Ahí están como ejemplo las marchas y movilizaciones relacionadas con el medioambiente, la educación, el empleo, salubridad. 

El problema hoy es que el sistema político implantado no coadyuva a garantizar y efectivizar ese proceso democrático.  Existen las leyes para ser mejores, pero no existen los gobernantes para que lo seamos. 

La perfección de un gobernante radica en anteponer el interés nacional de las grandes mayorías a las de sí propio.  Aunque hemos tenido buenos administradores en la presidencia, la cobardía moral no les ha dejado actuar con decoro. No hemos vuelto a tener a un presidente con la grandeza suficiente para comprehender la naturaleza de su tarea como dirigente del pueblo dominicano, tal cual el memorable Juan Bosch. 

¿De qué vale meter preso a los corruptos cuando se mantienen las estructuras que permiten la corruptela?