HABÍA UN chiste sobre un sádico y un masoquista:

“¡Golpéame!” ¡Azótame! ¡Patéame!, le pedía el masoquista al sádico.

Este, con una sonrisa cruel, y después de una larga pausa, le respondió: “¡No!”

 

MÁS O MENOS, eso refleja la situación en nuestra frontera norte en la actualidad.

Dos aviones no tripulados israelíes bombardearon (o lanzaron misiles) a un pequeño convoy de Hezbolá, a pocos kilómetros más allá de la frontera con Siria en las Alturas del Golán. Doce personas fueron asesinadas. Uno de ellos era un general iraní. Uno era un muy joven oficial de Hezbolá, el hijo de Imad Mughniyeh, un oficial de muy alto rango de Hezbollah que también fue asesinado por Israel hace unos siete años en un coche que  explotó en Damasco.

El asesinato del general iraní quizá no fue intencionado. Parece que la inteligencia israelí no sabía que él, y otros cinco oficiales de la Guardia Revolucionaria iraní, estaban en el convoy. Un oficial del ejército israelí admitió esto en una manera indirecta. Un segundo funcionario negó la declaración del primero.

Él no se disculpó, por supuesto. Uno no puede disculparse cuando no se admite oficialmente ser el autor del delito. Y, por supuesto, los israelíes no piden disculpas. Nunca, jamás. De hecho, un partido de extrema derecha en las elecciones actuales ha convertido esto en un eslogan electoral: “¡No hay disculpas!”.

La víctima del ataque fue el joven de 25 años de edad Jihad Mughniyeh, un oficial de Hezbollah menor, cuya única fama fue su apellido.

INMEDIATAMENTE DESPUÉS de las muertes, surgió la pregunta: ¿Por qué? ¿Por qué ahora? ¿Por qué razón?

La frontera entre Israel y Siria (o, más bien, la línea de alto el fuego) ha sido durante décadas la frontera más tranquila de Israel. No ha habido tiroteos. No se han registrado incidentes. Nada.

Assad el padre y el Asad hijo Assad ambos se ocuparon de esto. No estaban interesados en provocar a Israel. Después de la Guerra de Yom Kipur de 1973, que comenzó con un gran éxito sorpresivo sirio y terminó con una derrota siria total, los Assad no querían ninguna nueva aventura.

Incluso cuando Ariel Sharon atacó Líbano en 1982, las tropas sirias estacionadas en el Líbano no intervinieron. Pero puesto que uno de los objetivos de guerra de Sharon era expulsar a los sirios del Líbano, tuvo que abrir fuego para involucrarlos. Esa aventura terminó con un éxito sirio

Cualquier intención que Bashar al-Assad pudiera haber tenido para provocar a Israel (y parece que él nunca la tuvo) desapareció cuando comenzó la guerra civil siria, hace más de cuatro años. Tanto Bashar al-Assad como las diversas facciones rebeldes estaban totalmente ocupadas con su negocio sangriento. Israel no podría interesarles menos.

¿Entonces, por qué drones israelíes atacaron un pequeño convoy de aliados de Assad, Hezbollah e Irán? Es muy poco probable que tuvieran intenciones agresivas contra Israel. Probablemente estaban explorando el terreno en busca de los rebeldes sirios.

El gobierno israelí y el ejército no dieron explicaciones. ¿Cómo podrían hacerlo, cuando ellos no admiten oficialmente la acción? Aun de manera no oficial, no había ningún indicio.

Pero hay un elefante en la habitación: las elecciones israelíes.

Ahora estamos en medio de la campaña electoral. ¡Había, podría haber, alguna conexión entre la campaña electoral y el ataque?

¡Apueste a que sí!

INSINUAR QUE nuestros líderes podrían pedir una acción militar para aumentar sus posibilidades de ganar unas elecciones linda con la traición.

Sin embargo, ya eso ha ocurrido antes. De hecho, ha sucedido en muchas de nuestras 19 campañas electorales hasta ahora.

La primera elección se llevó a cabo cuando todavía estábamos en guerra. David Ben-Gurión, el líder de la guerra, obtuvo una gran victoria en las elecciones, por supuesto.

La segunda elección se desarrolló durante la lucha contra los “infiltrados” árabes, con incidentes casi a diario a lo largo de las nuevas fronteras. ¿Quién ganó? Ben-Gurión.

Y así por el estilo. En 1981, cuando Menahem Begin ordenó el bombardeo del reactor nuclear iraquí, alguien se atrevió a sugerir que la acción estaba relacionada con las próximas elecciones del Parlamento. Esto le brindó a Begin la oportunidad para uno de sus grandes discursos. Begin era un orador destacado en la tradición europea (y muy poco israelí).

“¡Judíos!”, dijo a sus oyentes, “Ustedes me conocen de muchos años ¿Creen que enviaría a nuestros valientes muchachos a una misión peligrosa, en la cual podrían ser asesinados, o peor ‒caer en el cautiverio de estos animales humanos‒, con el fin de ganar votos?”. La multitud rugió de nuevo: “¡No!”.

Incluso, la otro parte hizo su jugada. Los egipcios y los sirios lanzaron su ataque sorpresa en el Yom Kippur de 1973 en medio de la campaña electoral israelí

Después del asesinato de Yitzhak Rabin en 1995, su heredero, Shimon Peres, también se enfrentaron a una campaña electoral. Durante su corta regencia, se las arregló para iniciar y perder una guerra. Invadió el Líbano y durante los combates un campo de refugiados de la ONU fue bombardeada por error. Ese fue el final de la guerra y del reinado de Peres. Ganó Benjamín Netanyahu.

CUANDO SE anunciaron las muertes de la semana pasada, se pidió al país y al ejército prepararse para la guerra.

A lo largo de la frontera, la tensión se extendió. Se produjeron despliegues masivos de tropas. Brigadas blindadas se trasladaron al norte. La “Cúpula de Hierro”, las baterías antimisiles fueron colocadas cerca de la frontera. Todos los medios de comunicación prepararon al público para las acciones de venganza instantánea por parte de Hezbolá e Irán.

Y aquí es donde viene la broma. Netanyahu esperaba plenamente que Hassan Nasrallah, el líder de Hezbollah, bombardeara Galilea en represalia. Nasrallah se limitó a sonreír con una de sus sonrisas enigmáticas.

¿Venganza? Claro. Pero no ahora. En otro momento, tal vez. También en algún otro lugar. Tal vez en Bulgaria, donde los turistas israelíes fueron asesinados para vengar el asesinato de Imad Mughniyeh. O incluso en Argentina, donde se encontró muerto el fiscal que investiga la destrucción de dos centros de judíos israelitas esta semana (por él mismo o por otros). Los sangrientos atentados en Buenos Aires, hace 20 años, se atribuyeron a Hezbollah e Irán tras otra acción israelí acción en el Líbano.

Así que ¿por qué no Nasrallah vengaría la acción de los drones ahora? Cuando usted cuenta con una acción de venganza de un enemigo, es muy frustrante que esta no se produzca a tiempo.

Para entender esto hay que revisar la campaña electoral.

Se está librando entre dos grandes bloques: el de la derecha liderada por el Likud y el de centro-izquierda, liderado por el Partido Laborista. La izquierda ha cobrado un impulso inesperado uniendo al Laborista con la pequeña facción de Tzipi Livni, y ahora, increíblemente, ha superado a Likud en las encuestas.

Aparte de los dos bloques, están los ortodoxos y los ciudadanos árabes, que tienen sus propias agendas.

Los dos bloques principales navegan bajo diferentes banderas. Likud y Co. navegan bajo la bandera de la Seguridad. El público cree que Netanyahu y sus aliados son más confiables cuando se trata de la guerra y de mantener a nuestro ejército grande y poderoso. El público también cree que el Partido Laborista y sus aliados son más eficaces cuando se trata de la economía, el precio de la vivienda y esas cosas.

Esto significa que el resultado se decidirá por qué lado tiene éxito en imponer su programa en la campaña. Si la campaña llega a ser dominada por los temas de la guerra y el miedo, probablemente ganará la derecha. Si, en su defecto, el tema principal es la vivienda y el precio exorbitante de queso cottage, la izquierda tiene una oportunidad.

Esto no es una cuestión de percepción particularmente aguda, sino de conocimiento público en general. Cada misil lanzado por Hezbolá o Hamas será un misil para el Likud. Todos los días de calma en las fronteras será un día para el Laborista.

POR CONSIGUIENTE, era bastante obvio para muchos israelíes que el repentino alboroto en la frontera norte, causado por un ataque israelí no provocado que no tiene sentido, fuera una estratagema electoral de Netanyahu y sus compañeros.

Muchos sabían. Pero nadie se atrevía a decirlo. Los partidos políticos tenían miedo de ser vistos como apuñalando al ejército por la espalda. Acusar a Netanyahu de arriesgar una guerra mayor con el fin de ganar una elección es un asunto muy grave.

El Partido Laborista publicó un comunicado cojo en apoyo del ejército. Meretz se mantuvo en silencio. Los partidos árabes estaban ocupados con la creación de una lista de árabes unidos. A los ortodoxos no podría importarle menos.

Gush Shalom, de la que soy miembro, se preparó para publicar una acusación inequívoca.

Y entonces, el silencio fue roto desde un ángulo totalmente inesperado.

El general Galant dio una entrevista en la que tajantemente acusó al Gobierno israelí de calentar la frontera norte con fines electorales.

¿Galant? ¡Increíble!

Yoav Galant era el jefe del Comando Sur durante la cruel campaña Plomo Fundido. Posteriormente fue nombrado por Netanyahu como el nuevo jefe del Estado Mayor. Pero antes de que la designación se consumara, Galant fue acusado de expropiación de tierras públicas de la aldea para su casa palaciega y tuvo que echarse atrás. Siempre lo consideré un militarista de arriba a abajo.

Hace dos semanas, Galant reapareció de repente en el escenario como candidato número dos en la lista del nuevo partido de centro de Moshe Kahlon, con ninguna ideología, excepto la de bajar los precios.

La declaración de Galant provocó un escándalo, y en voz baja se retractó. Pero el hecho estaba consumado. Galant había abierto la puerta. Una horda de comentaristas irrumpió a través de ella para ampliar la acusación.

La campaña no puede ser la misma después del gallardo acto de Galant*.

*Juego de palabras: Galant/gallant; una de las acepciones en español de esta última es valiente, además de gallardo, caballeroso. (N.del T.)