Creo que existe un consenso colectivo respecto a la calidad profesional del gabinete que está conformando el Presidente electo Luis Abinader. Son técnicos de primer orden, probados profesionales en las áreas que les corresponderá administrar. Sin embargo sobre sus decisiones pesan dos críticas hasta el momento: la fuerte presencia que tienen los empresarios y la inequidad de género.
Es evidente que, ante la coyuntura que estamos viviendo y que yo había vaticinado en otros artículos sobre las crisis que tendríamos después de las elecciones, era necesario conformar un excelente equipo económico para recuperar y estabilizar la economía, y un buen equipo en el área de salud y educación pues sabemos que son los tres principales renglones del desarrollo de una nación. Hasta ahí vamos muy bien.
Pero me inquieta que ese equipo económico tiene una visión más empresarial que social de la economía. Sus postulados obedecen a la línea Adam Smith o a Milton Friedman y la escuela de Chicago (conocidos como los Chicago Boys). Esa visión neoliberal busca sepultar todo lo que huela a estado sobre la premisa de que el Estado no está ni para manejar empresas ni para dar empleos porque todo lo que tocan lo convierten en corrupción y además que lo que se necesita no es políticos, sino gerentes.
Al tiempo de ser una visión que piensa en privatizarlo todo porque la función del Estado debe ser la de mediador, no la de inversionista ni administrador.
Quienes abogamos por la no desaparición del estado, sino por su fortalecimiento, cargamos con el estigma de comunistas por entender que la privatización de los servicios públicos no es la salida a la solución definitiva de de los problemas que les aquejan cuando se tiene una población con un elevado porcentaje de pobreza como la nuestra.
Esta pandemia es cierto que ha revelado muchas debilidades en el sistema de salud y educación y que como dije en una ocasión la misma le ha aportado al nuevo gobierno un excelente diagnóstico de la realidad de nuestros sistemas de salud y educación, pero también al mismo tiempo nos ha hecho ver la importancia del estado.
No es cierto que el Estado debe ser resumido a simple árbitro porque lo que estamos viendo es que precisamente el Estado ha tenido que salir en auxilio de todo el mundo: de empresas y sociedad. ¿Se imaginan que todo estuviera privatizado? ¿qué estaría pasando ahora donde hay clínicas que están pidiendo hasta 75 mil pesos de depósitos para aceptar un paciente? Siempre me he opuesto a la privatización, no a la libre empresa. Todo el que quiera puede formar su empresa pero no anular el estado como se sugiere. Y si hay corrupción en el estado también la hay en las empresas privadas. Libre empresa y estado también o lo que hoy llaman relación privado-público, pero sin que prime lo privado.
Sé que no ha empezado a gobernar y uno puede uno adelantarse a hacer conjeturas a priori de la línea que primará en el gobierno hasta no iniciar el mandato, simplemente estoy expresando la inquietud que me genera ese gabinete y ojalá que nada surja como lo estoy diciendo. Espero equivocarme.
En la próxima semana me referiré al tema de la paridad de género.