No obstante los efectos que muchos investigadores atribuyen a las emisiones de las plantas de carbón mineral en el ambiente y la salud de la población en general; así como el duro golpe que ha significado la reciente decisión del tribunal supremo de los Estados Unidos[1], es necesario señalar que éste país actualmente no solo subsidia la industria minera del carbón; sino que además, su matriz energética depende en cerca de un 50% del recurso, superando la generación en base a gas natural en más de un 12% y la de energía nuclear en cerca de un 20%.

Así mismo se da cuenta de que una típica planta de producción de energía en base a carbón mineral emplea alrededor de 500 trabajadores y sus costos de construcción suelen activar las economías locales de las comunidades donde se emprenden;[2] de tal suerte, que muchos consideran que el carbón debe continuar formando parte del portafolio energético de los Estados Unidos, no solo por las razones expuestas, sino también por (i) la gran abundancia del recurso, que sirve de equilibrio en la dependencia energética del país; y (ii) el futuro incierto de la energía nuclear y otras fuentes.

Es importante señalar que el Consejo Nacional del Carbón (NCC), organización formada por una variedad de intereses públicos y privados de la industria, ha estimado en su más reciente reporte que las reservas de carbón exceden las de petróleo y gas natural por un factor de 5 a 10; que desde el 1973 la producción de carbón mineral se ha duplicado; que el carbón mineral continua generando más del 50% de la electricidad del país; que el carbón ronda un quinto a un décimo del precio del petróleo o del gas natural; y que el carbón es el único combustible fósil con exportación neta.

El NCC ha expresado confianza en la permanencia de la generación con carbón en el resto del mundo, especialmente en los denominados países “subdesarrollados”; apostando al rol determinante que juega el aumento poblacional, que de acuerdo con el NCC, habrá de propiciar la necesidad de un combustible barato y abundante como lo es el carbón.[3]

En el contexto de la Unión Europea ha sucedido lo contrario que en Estados Unidos, reportándose que mientras las fuentes alternas de producción de energía van en aumento, el carbón (con cerca de un 2.5%)  ocupa el último lugar de una matriz que actualmente ronda los 25 GW, siendo Alemania el país de la región con mayor dependencia a la producción de energía en base a carbón mineral.

Según datos recogidos en un informe reciente de la Agencia Internacional de la Energía (IEA), sí la producción y el consumo del carbón mineral continúan en los niveles presentes, las reservas del mineral se encuentran en capacidad de suplir la demanda del planeta por 150 años, dato que reitera los ofrecidos por la NCC.

La República Dominicana es un país en una situación de extrema vulnerabilidad en relación con los temas energéticos; siempre que no somos productores de ninguno de los principales recursos necesarios para la producción de energía. Nuestra matriz de generación se encuentra distribuida en un 14% de carbón; un 31% en base a gas natural; un 15% proveniente de diversas fuentes de energías renovables; mientras que un 40% corresponde al fuel oil. Ante este panorama parece oportuno apostar a una distribución más equitativa, que favorezca las energías renovables, el carbón mineral y el gas natural, desmontando paulatinamente nuestra alta dependencia al fuel oil.

El gobierno del Presidente Medina ha entregado el liderazgo del sector a la Compañía Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE), entidad que se encuentra haciendo esfuerzos para revertir los problemas históricos de la industria. Una de sus apuestas fundamentales busca la diversificación de la matriz de generación, con la inclusión de dos plantas generadoras de carbón y la ampliación de nuestra capacidad para almacenar gas natural, medidas que si bien no representan la solución de todos los problemas energéticos nacionales, no dejan de resultar saludables para el sector.

Desde nuestro punto de vista, todo parece indicar que nuestro país pudiera beneficiarse de los mercados de carbón que resulten desplazados por la política energética de la administración Obama y de la Unión Europea, negociando mejores precios y condiciones en el futuro. Un país como el nuestro no puede perder de vista que el carbón sigue siendo el recurso más abundante en el mundo y que esa oferta puede ser aprovechada en nuestro beneficio.

Lo importante es que las medidas que se adopten a este respecto deben responder a políticas energéticas coherentes, a largo plazo, que seas capaces de ofrecer equilibrio entre los intereses de los inversionistas y la sociedad dominicana, con apego a los estándares de la industria internacional, tomando en consideración la imposición de límites para las emisiones y el requerimiento de utilización de nuevas tecnologías,  que garanticen el desarrollo, sin exponer la preservación de la buena salud de todos los dominicanos y del planeta.



[1]   Environmental Protection Agency v. EME la Generadora de la Ciudad de Homer (12-1182) y el de La Asociación Americana del Pulmón v. EME la Generadora de la Ciudad de Homer (12-1183)

[2]   Glennon, Robert, Unquenchable: America’s water crisis and what to do about it, Island Press, United States 2009, page 270

[3]   http://www.national coalcouncil.org/Documents/The_Global_Realities_of_Energy.pdf; http://www.nationalcoalcouncil.org/Documents/Coal_Energy_Security.pdf