El New York Times en español nos presenta un artículo que es bueno leerlo hoy, antes de que llegue la próxima semana, porque ya en su título nos presagia una hecatombe: Los brotes en América Latina ahora compiten con los de Europa: Las perspectivas son peores, de la autoría de Anatoly Kurmanaev, Manuela Andreoni, Letícia Casado y Mitra Taj. Disponible en el siguiente enlace:

https://www.nytimes.com/es/2020/05/12/espanol/america-latina/virus-latinoamerica.html

La descripción de los reporteros de la coyuntura pandémica en América Latina es la siguiente: «Las muertes se duplicaron en Lima y rivalizan con el peor mes de la pandemia en París. Se triplicaron en Manaos, una metrópoli escondida en lo profundo de la Amazonía brasileña, un embate similar al que enfrentaron Londres y Madrid.

En Guayaquil, una ciudad portuaria de Ecuador, el repentino aumento de las muertes en abril fue comparable a lo que experimentó la ciudad de Nueva York durante su peor mes: más de cinco veces el número de personas fallecidas que en años anteriores.

A medida que las bajas del coronavirus disminuyeron en Nueva York y en las capitales europeas, una devastadora ola ha golpeado a ciudades en América Latina, una que compite con los peores brotes del mundo, según encontró un análisis de los datos de mortalidad hecho por The New York Times.

Las ciudades brasileñas están recurriendo a fosas comunes para enterrar hileras de ataúdes apilados. Cientos de ecuatorianos aún buscan los cadáveres de los miembros de sus familias que fueron al hospital y jamás volvieron.»

En Europa, las curvas se han aplanado. En Estados Unidos, con la seguridad del inefable Trump, se anuncia su aplanamiento y urge el  desescalamiento como reactivación de la economía. En América Latina, las clases e imperios empresariales pulsan por esa acción de romper el confinamiento sin haber aplanado  la curva de la pandemia. En palabras de los reporteros: «En América Latina, la pandemia ha empeorado debido a hospitales con fondos insuficientes, magros sistemas de apoyo y economías en dificultades con muchos menos recursos que en Europa o Estados Unidos.»

Si hemos sido desbordados por la primera ola de la pandemia, ¿Cómo enfrentaremos una segunda, o tercera y  podremos llegar a la enésima ola, antes de que llegue una cura especifica o la ansiada vacuna? Si ya estamos quebrados, ¿Cómo tendremos recursos de emergencia si los países donantes estarían recuperándose ellos mismo del parón económico sufrido? De ahí se explica la desesperación trumpiana, porque sabe que en unas elecciones durante una depresión ésta se le carga al incumbente, ¿No es así?

Nuestro empresariado, ¿apoyará el hombro creando empleo, sosteniendo las finanzas criollas por la repatriación de capitales holgazanes en bancos de ultramar? ¿Podrá multiplicar las acciones de responsabilidad social auspiciando la recuperación de las medianas y pequeñas empresas? ¿Se insertarán en la innovación que nos permita estar en la vanguardia de modernización con equidad y responsabilidad social?

El pueblo llano, como se les llamaba en los tiempos de la realeza francesa antes de la Revolución  que voló la cabeza al Rey, ¿habrá aprendido de la disciplina social para que no cueste tanto aplanar la curva de infección y los casos mortales en poco tiempo?

En contraparte, ¿serán sabios los líderes políticos, desde los Presidentes hasta el más humilde funcionario de limpieza (que con la crisis se les ha incluida en la clase heroica de los “sanitarios”) para enfrentar en todos los frentes: sanitario, económico, social ya que el mínimo previsto es de año y medio si se encuentra una cura efectiva y específica y si tomamos la pandemia anterior del SARS, podremos establecer el lustro sin temor a exagerar?

El miedo me nubla la “sesera” cuando en el mismo New York Times en español un artículo nos advierte con el título desgarrador: Las reaperturas marcan una nueva fase: el ‘ensayo y error’ global, Max Fisher y disponible en el enlace:

https://www.nytimes.com/es/2020/05/10/espanol/reapertura-paises-coronavirus.html

En palabras de Fisher: «El mundo está entrando en un periodo de experimentación de alto riesgo, en el cual ciudades y países sirven como laboratorios al aire libre para saber cómo poner fin a la cuarentena con mayor seguridad y eficacia en medio del coronavirus.

Los gobiernos, incapaces de esperar indefinidamente a que la ciencia responda a cada enigma sobre ¿qué hace que las infecciones se disparen en algunas circunstancias y no en otras?, por lo que están impulsando políticas basadas en una comprensión creciente pero imperfecta del virus.

Y con poco consenso sobre la mejor manera de equilibrar la salud pública y las necesidades sociales y económicas, las sociedades se abren camino con ayuda de soluciones intermedias, que serían desgarradoras incluso con mejor información sobre los posibles costos de cualquier política en las vidas y el modus vivendi.»

Porque creemos que tantos los Presidentes de América Latina y las cohortes de politicastros de todas las calañas están “galloloqueando”, y que sus capacidades las pongo en duda para interpretar los resultados de un proceso de desescalamiento basado en “la prueba y el error”. Si ya están cometiendo tantos “dislates” en la misión de “aplanar” la curva de infección, ¿Quién nos garantiza que hayan sido buenos estudiantes o estudiosos para que tengan juicio para evitar el populismo de derecha o de izquierda, ya que existen ambos y muy maliciosos?

Me duele toda América, incluyendo la del Norte hasta la Tierra de Fuego, porque el coronavirus nos ha «aplanado» a todos con la misma fiereza y rigor. Perdonen los que esperan mensajes felices, pero ¡no los hay por ahora!