Existen citas y frases que hablan de la dignidad del ser humano como un valor innegociable (debería) y que forma parte de lo que es fundamental para categorizarse como persona. Eduardo Chiilida, escultor español, solía decir: "Un hombre/mujer tiene que tener siempre el nivel de la dignidad por encima del nivel del miedo".
Esto, en teoría, debería ser un ejercicio diario de vida en cualquiera de nuestros ámbitos de acción. Sin embargo, cada día vemos como en la función pública se prostituyen principios y valores que van en el sentido contrario de lo que debería ser la ética del servidor público en relación a un gobierno o una Institución al servicio de la ciudadanía.
En la mayoría de los casos, muchos 'funcionarios/as" venden sus principios por un sueldo o por un nombramiento, es aquí cuando se puede develar la verdadera valoración que una institución le da a la propia dignidad de las personas que la componen. Esto es catastrófico para los sistemas de profesionalización del aparato público, ya que genera un atraso en los procesos de modernización institucional que son fundamentales en nuestros tiempos.
En estos casos, el empleado no tiene un sentido de pertenecía hacia la Institución, su estabilidad está condicionada por esa capacidad de poder congraciarse con el superior, demostrando actitudes serviles donde lo que prima es hacer todo lo que se le dice, transgrediendo su esencia, empeñando su propia dignidad como persona.
Cuando la estabilidad profesional esta determinada por el miedo a perder el trabajo o por el antojo de cualquier persona en el ejercicio de poder, es muy frecuente ver empleados desmotivados, sin ánimos para trabajar, donde solo ven el servicio público como una forma de subsistencia y no con esa facultad exclusivísima de poner sus habilidades al servicio de los demás. No hay perspectiva de futuro, no se ven como profesionales, se sienten solo asalariados.
Por ello es muy extraño ver renuncias en el sector público, (entre más alto sea el nivel, es más raro). Al parecer entre "mayor" sea el cargo, menos dignidad se tiene. En cuanta ocasiones hemos podido ser testigos de renuncias de funcionarios/as que en América Latina son señalados por ineptos o corruptos.
Pero qué difícil es poder ver que alguno/a diga: "Renuncio Me separo del cargo porque es lo mas ético; "Me separo del cargo que me investiguen y se aclare la situación"; "Renuncio por que los ciudadanos que me pagan, entienden que no lo estoy haciendo bien"; "Renuncio porque mis principios están en juego y yo no empeño mi dignidad"…
Seguro que usted, al igual que yo, hemos sido pocas veces testigos de estas expresiones de ética y compromiso del servidor público. Creo que este es un indicador inmejorable que nos puede ayudar a medir la calidad y la transparencia de nuestras administraciones públicas.
Es necesario promover y construir una cultura de valores dentro del servicio público. Solo en esta medida, las personas pueden tener confianza en sus Instituciones y defenderlas.
Por eso hay que reconocer y aplaudir siempre a todas aquellas personas que en el ejercicio público, ponen su dignidad por encima de cualquier miedo. Yo soy afortunando, he conocido algunas en nuestra región….aunque usted no lo crea!