“El modelo fracasó…”
Margarita Cedeño de Fernández
Vicepresidente de la República
En una reciente reunión de la UNCTAD dijo la Dra. Cedeño de Fernández: “la crisis nos ha empujado a advertir que el actual modelo económico adolece de serios vicios y falla en generar riquezas de manera sostenible y distribuirla con equidad". Comparó la crisis con el momento en que "termina la fiesta de la avaricia desmedida", aunque los que pagan no son los responsables, sino "los grupos más vulnerables, como los niños, mujeres y ancianos". Sostuvo que esta situación obliga a todos los dirigentes y a las sociedades a "definir un nuevo paradigma de desarrollo que tenga como prioridad a las personas". (Diario Libre, 21 de mayo del 2013)
Queda uno perplejo, ¡cuánta perspicacia, cuánta sabiduría! Y ¿cuándo se habrá dado cuenta la vicepresidente de todas estas cosas? Que el “modelo” no es “sostenible” y que, además, reparte cien para un lado y nada para el otro. Además -“llegó el comandante y mandó a parar”-, decreta el fin de la fiesta, no del chivo sino de la “avaricia”. Finalmente se enternece e invoca un “modelo” “para la gente”, aunque no dijo si “a lo Peña Gómez”.
Aunque hay imprecisiones en las declaraciones. ¿Será la Dra. Cedeño de Fernández una estudiosa de la economía internacional? Porque “crisis” sólo puede haber en el exterior, en Japón, Europa y los Estados Unidos. La República Dominicana está blindada contra estos fenómenos, prueba de lo cual aporta a granel nuestro Banco Central. Si crecimiento económico equivale a auge y desarrollo, esa gente debe venir aquí a aprender de manejo de la economía. Es que son torpes cuando no brutos.
De seguro está hablando del capitalismo “salvaje” que arrasa a esos países, que no tienen el sistema de seguridad social dominicano. Aquí cualquier trabajador cotizante tiene la garantía de una vejez tranquila y sosegada. Con lo que recibe del Estado puede sufragar cómodamente sus gastos corrientes – alimentación, vivienda y transporte-, además de todas las eventualidades médicas. Esa gente no sabe de organización.
Igual lo de “modelo” no queda muy claro. ¿Qué es un “modelo”? Debe ser una forma de hacer las cosas, si es un modelo “económico”, una forma de producir y distribuir el ingreso nacional. Es que esa gente no sabe de eso, tienen que venir aquí a aprender. Por ejemplo, aquí sabemos que “más es mejor”, que mientras más empresas existan y se formen, y más grande sea su producción, en general mejor estaremos. También que si el mercado interior es pequeño –y siempre es insuficiente-, hay que continuar hacia fuera, peleando territorios y mercado como hemos hecho históricamente los imperialistas dominicanos. Claro que para capturar clientes en tierras remotas necesitamos vender barato, como lo hacemos. Por eso el Toyota Corolla no le llega a los tobillos al último modelo del sedán utilitario de la DMC (Dominican Motor Company), una de las cinco fábricas de automóviles con que contamos.
Esa gente no, no llegan. Miren lo que han hecho: lo que llaman la estructura industrial la tienen diez empresas. Es decir, existe una concentración industrial inmensa. Entonces se plantean que el Estado –y habrá que ver con qué se come eso- tiene que “redistribuir” el ingreso. Por supuesto que el Estado se constituye en uno de los que de por sí son pocos, a la vez que tira unas migajas para abajo. El resto de la población –que no se puede hablar de sociedad- se la pasa tratando de engancharse al Estado, aunque sea como conserje en un ayuntamiento, vendiendo empanadas en una esquina o arrebatando carteras y celulares en un motor. Son tan brutos que no entienden aquello de “más es mejor”, su universo concluye “en lo mío”, son incapaces de “conceptualizar” un mercado con suficiente espacio para todos.
Porque no hay energía eléctrica piensan que el sistema eléctrico “fracasó” ¿Fracasó? Si le siguen el rastro a los mil millones de dólares de subsidio, además de a la factura eléctrica, dirán si hay fracaso. Si le siguen el paso al presupuesto nacional dirán si adonde finalmente se queda el dinero hay fracaso. Y pueden seguir así, caso por caso, descubriendo el enorme éxito de cada fracaso. Pero seguramente pensarán que son juegos de manos dialécticos, “percepciones” u opiniones “interesadas”.
Ahora bien, donde son grandes es justamente en aquello de la avaricia desmedida. En aquellos países reyna un yo colectivo resentido y enfermo, propio de aquellos que nunca tuvieron nada. En esos gobiernos cada uno piensa que no hay nadie más con el talento y la buena disposición para dirigir y ordenar, “sólo yo”. Y no solamente en el gobierno, en todas partes. Esto es una expresión vulgar del instinto de conservación, la persona que siente que si la dejan fuera se muere. Andan en automóviles de un lujo extremo pero no tienen idea de cómo funciona un motor de combustión interna. Afortunadamente eso es allá, aquí es otra cosa.
Aquí no, aquí la justicia es un principio moral y la actuación de la sociedad, no un edificio. Aquí el sólo indicio de enriquecimiento ilícito de un funcionario lo pone en jaque y lo obliga –el solo rumor- a renunciar, porque aquí sí sabemos lo que es vergüenza y dignidad. Las cuentas de las finanzas públicas siempre están al día, son transparentes y de obligada publicidad. Por cierto, lo que recientemente le faltó a una fiscal, tipificar esos países de repúblicas bananeras, sin ofensas. Pero eso son Japón, Alemania, Estados Unidos. La República Dominicana es… Olga Lara.
Bueno, en lo que el hacha va y viene, la declaración del fracaso del “modelo” ya le ganó a la vicepresidente un viaje a Suiza. Si no enorme, es por lo menos un pequeño éxito.