El “Eulogio Badia” que yo vi está lleno de buenas intenciones. Es un trabajo “serio”, tiene buenos momentos artísticos, muestra un potencial talento en el aspecto dirección. Es un montaje relativamente “mínimal.” Pero “de buenas intenciones está lleno el camino al infierno.” El arte es más de ahí, de momento hay quien considera que es un constructo coherente que no debe sucumbir bajo el yugo de la creatividad dispersa. La virtud del “Señor Eulogio” es también su desgracia: “la fragmentación, que de momento se convierte en dispersión.” Y ese Handy le suma un tiempo innecesario al espectáculo, lo hace reiterativo: “Lo convierte en la serpiente que se muerde la cola.” 

En mi parecer, la fortaleza de toda obra creativa, en especial el género audio-visual, radica en conseguir un equilibrio entre la construcción emocional y la intelectual. Antes nada, la construcción emocional del espectáculo debe tomar un primer plano, es la única manera de enganchar al espectador, montando el discurso intelectual en una secuencia de artimañas que permitan disfrutar sin que el espectador tenga que hacer esfuerzo para decodificar los signos o momentos de la fiesta. La construcción intelectual debe cuidar la forma, la coherencia formal, no debe ser el medio en sí mismo. Su lugar se parece al de la técnica, es soterrada, debe ocultar los secretos del “paquete,” sin ostentar.

Sí la construcción intelectual del espectáculo ostenta, mata el disfrutar del espectador, porque no se trata de una conferencia sino de un divertimento donde el pensamiento es posterior a la emoción. En fin, en nombre de la profundidad y el rigor nunca se debe caer en la retórica.

“Eulogio Badia” es un montaje lleno de aciertos artísticos, en su totalidad no está resuelto porque únicamente atrapa por momentos. Es disperso en su discurso escénico, y de momento, el actor tiene muchos problemas de dicción y proyección oral.

Nota: El creador de Eulogio, me pidió que hiciera público esta mísera opinión.

Cariños

Cc.