Ningún muro, entiéndase bien, ningún muro ha detenido la inmigración, el contrabando o el trasiego de mercancías y personas a través de lo que pretende resguardar este.

El muro de Adriano, creado en la Britania ocupada por los Romanos, no evitó que los Pictos y demás pueblos bárbaros de Inglaterra saquearan y obligaran al poderoso imperio Romano a irse de lo que hoy son las islas Británicas.

El Muro de Berlín, no evitó que decenas de personas se trasladaran a la Alemania manejada por los aliados, y causó decenas de muertes, tanto así, que el mundo entero celebró su demolición piedra a piedra.

La Muralla China, obra de una envergadura absoluta y considerable, no evitó que Gengis Kan, el gran Mongol, ocupara lo que entonces era el Imperio Chino, manejándolo por un espacio considerable de tiempo, primero él y luego sus herederos.

Ahora, con el oído en el corazón del ´pueblo¨, el presidente Abinader ha anunciado la construcción, en las partes más calientes y conflictivas de la frontera con Haití, un muro o verja perimetral que, en dichos sitios será doble y reforzada, y en los demás lugares más sencilla.

Desde nuestro humilde punto de vista, una decisión apresurada, no pensada, costosa y, sobre todo, anacrónica.

Nos surgen preguntas que entiendo, antes de iniciar las licitaciones para la construcción, deben ser respondidas.

El muro también será colocado en las aguas circundantes del Mar Caribe fronterizas con Haití para evitar que por mar se produzcan las inmigraciones que se producen por tierra. La Armada, antigua Marina de Guerra, tendrá las suficientes naves para mantener a raya las yolas y embarcaciones que a diario traerán los vecinos a tratar de soliviantar su miseria.

El famoso muro tendrá la suficiente profundidad, para evitar, como se hace en el muro de Estados Unidos con México, que través de túneles se produzca el mismo trasiego.

Los guardias que se envíen a custodiar el Muro serán suizos.

Evidentemente, la inmigración haitiana seguirá. El único muro que garantizará a la República Dominicana mantener relaciones cordiales con el pueblo haitiano, nuestro vecino y uno de nuestros principales socios comerciales, es el desarrollo y la inversión en economía e institucionalización de la nación haitiana.

Lamento decirlo hoy y espero equivocarme: gastaremos decenas de millones de dólares en el diseño y construcción de un muro o muros que no impedirán lo que se pretende solucionar con este mamotreto, esta sin razón; dineros estos que obviamente se pueden utilizar para el desarrollo del pueblo dominicano, al que mucha falta le hace.

El muro para retener la pobreza haitiana, que percibe migajas de nuestra propia pobreza, no vale la pena ni siquiera la mención que de él se hace, no tendrá el valor solucionador que se le asigna, simplemente, la necesidad busca soluciones, y si no es por debajo, será por arriba o por el mar, o simplemente, las puertas de abrirán convenientemente, previo pago del precio acordado, como siempre ha sido.

Sé que esta inquietud no gustará a muchos de mis amigos, sin embargo, todos ellos saben a fe cierta que nunca, jamás, un muro ha sido la solución a la miseria, a la necesidad.

Se parece a la historia del marido que había peleado con su esposa y esta dormía en el mueble de la sala, le comentó esto a un amigo. Días después, se encontró de nuevo con el amigo al que había hecho la confesión familiar, por la que le preguntó, diciéndole el esposo, que había solucionado el inconveniente con su esposa; había vendido el mueble de la sala.

En su boca quedo.