El mundo está en vilo por las declaraciones y filtraciones llevadas a cabo por el analista de inteligencia norteamericano Edward Snowden, ante los diarios The Washington Post y The Guardian. Llevadas a cabo por responsabilidad ética, por convicción cívica y democrática, sin que mediara ningún otro interés.
Snowden señaló que el Gobierno de los EE.UU desde la NSA (Agencia Nacional de Seguridad, para la que trabajan cerca de medio millón de empleados), se estaba llevando a cabo un espionaje masivo y planetario para controlar las comunicaciones de los ciudadanos tanto de los EE.UU., de la UE, y de otros países aliados de su país, así como del resto del planeta.
El programa PRISM está diseñado para interceptar, almacenar y procesar las redes sociales, las comunicaciones telefónicas de fijos y móviles, los correos electrónicos, las emisiones radiales, y hasta los teléfonos de agencias de prensa, incluidas las propias norteamericanas como la AP, como denunció ante el Departamento de Justicia de ese país, el director de esa agencia de prensa.
El programa de espionaje masivo y global PRISM es el continuador ampliado y mejorado del programa puesto en ejecución en los años setenta del siglo pasado Echelon. PRISM se ha puesto en ejecución durante el mandato del presidente Obama, de manera que en esto se demuestra que no ha habido ningún cambio en la práctica del ex presidente Bush de control de la población, en principio para evitar actos terroristas.
En 2001 se adoptó la denominada “Patriot Act” por la cual se daba a las autoridades policiales y al FBI potestad para registrar viviendas, hacer espionaje telefónico a supuestos sospechosos de terrorismo, sin que mediara una autorización judicial previa.
Durante los años de Obama se ha reforzado toda esta política de control de la vida privada de los ciudadanos, de manera que se puede afirmar que los derechos individuales y las libertades han retrocedido en los EE.UU., y aunque sea triste y lamentable, esto parece confirmarse con los hechos revelados por Snowden.
El Gobierno de los EE.UU. no se encuentra solo en este trabajo de control de la vida de sus ciudadanos, también colaboran con la NSA, los gobiernos del Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelandia. Es decir, hay una especie de Comunidad de Inteligencia basada en una “comunidad de habla inglesa”, con una división regional del control de las comunicaciones y las informaciones a escala mundial.
Pero no menos importante es que ese espionaje se realiza también para asegurar una hegemonía mercantil y financiera de los EE.UU y de sus “aliados más íntimos”, ya que ese espionaje se emplea para controlar fusiones empresariales, conocer los movimientos bursátiles, las transacciones financieras, y de esa manera, asegurar la preponderancia anglo-americana en la vida económica.
¿Y los aliados europeos? Los Estados de la UE, la propia Comisión Europea, han sido espiados también, pero pese a que ha habido reacciones “indignadas” de la vicepresidenta Viviane Reading, que es Comisaria de Justicia e Interior, la sangre no llegará al río. La UE es un furgón de cola de los aliados americanos-ingleses, y es de sobra conocido que casi siempre – aunque no en todo-, adopta posiciones que convienen a los EE. UU., aunque a veces, discrepen en cuestiones de métodos, estilos y lenguaje.
De manera que este “affaire” viene a demostrar que el temido totalitarismo que nos traería un Estado omnipotente controlador de la vida privada de sus ciudadanos, el que denunciaba George Orwell en su libro 1984, está ya entre nosotros, pero el mismo, el “Gran Hermano”, ha venido de la mano de los supuestamente “Estados Liberales”
¿Estados “liberales” defensores acérrimos de las libertades individuales y públicas? Más bien estamos ante Estados contra las libertades y derechos de sus ciudadanos, Estados contra sus pueblos, y Estados al servicio predominantemente de los grandes negocios.
Este es el lamentable corolario que podemos sacar de este asunto a la luz de los hechos. Esta es la triste, amarga y cruda realidad.
Torrelodones, 14 de julio de 203