La fuerza aérea más poderosa de la tierra, junto a las de los 19 países que forman la coalición anti-yihadista, lleva siete meses bombardeando inútilmente al mal llamado “Estado Islámico” y masacrando a cientos de civiles.

Ya van por 16,000+ bombardeos y los yihadistas continúan tan campantes, destruyendo museos, asesinando a diestra y a siniestra como si se tratara de un ejército fantasma que nadie puede ubicar. (Defense News, 19 de enero, 2015).

El problema es que esos yihadistas fanáticos continúan destruyendo impunemente los patrimonios de la humanidad (Nimrod, Mosul) “degollando” a moros y a cristianos con sus cuchillitos de hojalata y en fila india, como si se tratara de una película de terror de largo metraje propagada como un comercial de  relaciones públicas por la televisión internacional.

Usemos nuestras cabezas y razonemos colectivamente:

¿Cómo es posible que no se haya terminado con estos fanáticos?

Observemos que se mueven por el desierto libremente, entre Siria e Irak, en camioneticas Toyota nuevecitas (proveídas por Occidente), como muestran las fotografías que nos presentan los medios de comunicación.

No poseen armamentos pesados, solamente rifles automáticos de asalto y ametralladoras de último modelo, facilitados por los siguientes países: Arabia Saudita, Israel y los EEUU. (Defensenews.com).

¿Cómo es posible que los F-15E, los Falcon-16, los Lockheed- Martin F-22 y los Wartohog A-10, no hayan podido exterminar a estos supuestos yihadistas fanáticos?

Sencillamente porque ellos no son el objetivo. El verdadero objetivo es Siria e Irak.

De acuerdo con el profesor canadiense, Michel Chossudovsky, autor del estudio “Guerra y Civilización”, el objetivo real es borrar del mapa, con precisión quirúrgica, las infraestructuras principales de Siria y de Irak. De hecho, esos “supuestos” yihadistas criminales, como son también los de Al Qaeda (se trata del mismo clan) son armados y mantenidos por los países arriba mencionados (sus creadores originales). Son el pretexto, no el objetivo principal. Por lo menos eso demuestra el profesor Chossudovsky en su investigación. Y, si seguimos el razonamiento de Benjamín Netanyahu, el Premier israelita, el próximo objetivo será Irán, ya que no pudieron hacerlo antes por la mediación de Rusia.

¿Cuál es la razón por la cual los medios de comunicación impresa no nos dicen estas verdades? Glen Greenwald (autor del libro “No place to hide” (“Sin un lugar donde esconderse”), el periodista estadounidense que le sirvió de canal a Edward Snowden en sus revelaciones sobre la “Agencia de la Seguridad Nacional”, los llama “presstitues” (los prostitutos de la prensa).

¿Por qué tenemos que depender de unos pocos diarios digitales para enterarnos de lo que está sucediendo en el mundo?

El periodismo de confrontación  parece ser la única alternativa a este callejón sin salida de la prensa internacional, controlada por los grandes poderes fácticos que gobiernan al mundo.

Hemos estado sometidos desde hace mucho tiempo a una guerra impiadosa de desinformación y de propaganda mediática desestabilizadora sin precedentes.

Un enfrentamiento entre  la OTAN (Organización de los países del Norte del Atlántico), con EEUU a la cabeza, contra Rusia (en Ucrania), ambos con ojivas nucleares  preparadas para auto-aniquilarse, equivaldría al exterminio de la  raza humana. Si observamos bien lo que está sucediendo, todo cronológicamente sincronizado, obedece a un mega plan demoniaco magistral. Es como si Dios estuviera haciendo el papel del Diablo y el Diablo haciendo el papel de Dios. Como si, de repente, el Anticristo estuviera entronizado en nuestra propia casa a través de la televisión.

De acuerdo con Gerald Celente, fundador del “Trends Research Institute” (Instituto de Investigaciones de las nuevas tendencias), las agencias informativas de hoy se han convertido en voceros de los conglomerados que controlan al mundo.

Y, para hacer la situación aún más caótica, el señor Max Boot, miembro del “Council on Foreign Relations” (“Consejo de Relaciones Exteriores”), uno de los epicentros desde donde se controla al planeta, acaba de acusar al presidente Barak Obama de “blandengue”, a pesar de esos 16.000+ bombardeos mencionados al principio.

Estas son las palabras textuales de Max Boot: “La estrategia de Obama ha sido un total fracaso, porque los ataques han sido muy restringidos. Hay que involucrar a más tropas por tierra y por aire, más aviones, más bombardeos, más guerra”.

¿Es que este hombre escribe desde el Infierno? Sin embargo, este es, más o menos, el mismo razonamiento de Benjamín Netanyahu.

Si recordamos la mentalidad que condujo a los EEUU a la catástrofe de Vietnam, no nos queda más remedio que constatar que estas “nuevas guerras” están siguiendo los mismos patrones de guerras premeditadas y manufacturadas a la medida. Cada vez que se menciona “military advisers” (consejeros militares), como se está hablando en estos días en relación con Ucrania y con el llamado “Estado Islámico”, no nos queda más remedio que recordar a Laos, Cambodia, Vietnam, y el falso incidente del Golfo de Tonkin maquinado por Lyndon B. Johnson, el mismo que maquinó la especie (1965) de que la República Dominicana se iba a convertir en otra Cuba e inundó de marines al país, invocando la “seguridad nacional”.

Lo mismo está haciendo ahora Barack Obama, invocando la  “seguridad nacional” en relación con lo que ha estado sucediendo en Venezuela.

¿Qué peligro pueden representar los sucesos de desestabilización manipulados desde afuera contra Venezuela, con la “seguridad nacional” de los EEUU?

No olvidemos a Ronald Reagan en el 1985 invocando la “seguridad nacional”, en relación con Nicaragua (the Irangate). No olvidemos tampoco la negación repetida cada año de la CIA de entregar los archivos del asesinato de John F. Kennedy, invocando el mismo mantra de la “seguridad nacional”.

¿Quiénes son en realidad los verdaderos terroristas?

¿El “inventado” Estado Islámico (EI) o los países que lo han creado, que lo están sosteniendo y lo continúan armando sin escrúpulo alguno? Un estado creado a la medida para justificar intervenciones armadas (James Petras-Global Research).

Mientras tanto seguimos mirando la misma película, repetida una vez más. Esta vez con el título de “Estado Islámico”.

El leopardo nunca cambia sus manchas aunque sus nombres cambien.