La escogencia de Hipólito Mejía como candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) podría despertar aún más las ambiciones en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), y hasta estimularía al sector que presiona para que el presidente Leonel Fernández asuma la carrera del continuismo.
En el PLD hay alegría por la elección de Mejía, bajo el entendido de que sería un candidato con muchas debilidades y que hacerle frente sería más fácil, hasta hacerlo caer en la contienda electoral. Eso se lo creyó Miguel Vargas Maldonado y su equipo, y eso hicieron creer dirigentes del PLD al sector de Vargas y a muchos otros actores políticos.
El resabio de Miguel Vargas es otro elemento que despierta los ánimos en el PLD. Si el PRD se divide, o presenta un escenario de fraccionamiento, para el PLD será más fácil ganar las elecciones, sea con José Tomás Pérez, Franklin Almeyda, Francisco Domínguez Brito, Rafael Alburquerque o Danilo Medina.
Ningún candidato es débil, y menos si es alguien que ha surgido de una elección como la que acaba de protagonizar Hipólito en el PRD
Esas valoraciones fueron ampliamente analizadas y divulgadas en la contienda interna del PRD. Iban dirigidas a sensibilizar a los perredeístas para que votaran contra un precandidato que sería "preferido del gobierno". La idea de que Hipólito es un candidato más débil que Miguel Vargas no llegó a las bases del PRD y sus efectos podrían calificarse como adversos a quienes la lanzaron.
El PRD, cuando ha estado en la oposición ha sido eficiente, con excepción del tramo en que Miguel Vargas ha sido su presidente. El PRD falló en ese sentido y los perredeístas sintieron que el pacto por la Constitución, entre Vargas y Leonel, determinó una pausa en la línea opositora natural a los partidos que no disfrutan del poder.
Vargas siguió una lógica que pretendía "disciplinar" al PRD, a presentarlo como "nuevo", organizado, eficiente. Buscaba combinar el perfil del PRD con el de su presidente y futuro candidato presidencial. Pero las cosas no resultaron así.
Hipólito tiene un carácter personal espontáneo, abierto, en ocasiones díscolo, franco, dicharachero, repentista, sincero. Se parece muchísimo más que Miguel a su pueblo, y en especial a los perredeístas. No me extraña que haya ganado. Tiene una fuerte identidad con las bases y con el campo. Hizo una base social importante cuando fue presidente y es un hombre que trabaja la política diariamente. Miguel Vargas cometió el gravísimo error de subestimarlo.
Y eso puede estar pasando con los peledeístas que hoy se animan a celebrar la elección de Mejía por el PRD. Ningún candidato es débil, y menos si es alguien que ha surgido de una elección como la que acaba de protagonizar Hipólito en el PRD. Entre los peledeístas debe quedar claro que existe un agotamiento del gobierno y del partido, que hay puntos débiles que son más significativos que los recuerdos que ellos puedan hacer de los errores del gobierno de Hipólito.
Lo negativo que se le exhibe a Mejía es su disposición a hablar de cualquier cosa. Su diálogo abierto sobre lo que sea, a veces sin estar enterado, a firmar cualquier papel y otros deslices imperdonables. Pero deben tomar en cuenta que ese Hipólito aprendió la lección.
Mejía en su compaña contra Miguel demostró mucha coherencia, cordura, ecuanimidad, dijo lo que pasaría. No hizo campaña sucia, no insultó a gente que estuvo con él durante muchos años, y que en esta ocasión se fue en su contra, con Miguel Vargas.
Mejía fue el más respetuoso e institucionalista de los precandidatos del PRD. Su gente fue comedida y no se proclamó ganador hasta que lo hizo la Comisión Organizadora. César Cedeño leyó un documento breve e inteligente, cuando Alfredo Pacheco dijo en rueda de prensa que Miguel había ganado.
Creo que Hipólito ha cambiado en los aspectos que se le criticaban. Y que podría sacar más votos que los pensados por los peledeístas. Si confían en los efectos de una campaña de recordación, como hizo Miguel, podrían sufrir consecuencias parecidas. Creo que la gente tiene derecho a mejorar, a optimizar su rendimiento y efectividad en lo que hace. Y los políticos están más obligados que cualquiera a hacerlo, porque trabajan el ámbito público y de las percepciones. Por eso creo que Mejía ha optimizado su manera de hacer política. Tendremos oportunidad de comprobarlo en la campaña electoral.
Y podría presentarse el escenario del 2000, cuando los candidatos fueron Hipólito Mejía, por el PRD, y Danilo Medina por el PLD. En ese caso, habría que hacer un análisis de los factores del contexto, que ahora no son iguales.