Tenemos ya claros indicios de por dónde van los tiros de la reestructuración de la economía Siempre se sigue la misma fórmula: coger piedras para golpear al más chiquito, al más débil, al de menos recursos.

Reformas laborales para reducir los derechos sociales de los trabajadores, de todos los trabajadores.

Reducción de los salarios. Disminución del gasto público en servicios sociales.  Achicar el déficit público que se recorta en el  gasto corriente y en la inversión en obras públicas, es decir, en menos empleo público e inversiones en los antedichos sectores sociales y educativos.

Pero reflexionemos. Desde hace más de treinta años tenemos una hegemonía de las concepciones neoliberales que nos aseguraban que su teoría económica, basada en una concepción del libre mercado sin trabas ni regulaciones, más la globalización, nos llevarían a la prosperidad universal.

También que la desregulación y la privatización generalizada unida a la ingeniería financiera, permitiría gestionar mejor los riesgos y esto conduciría al fin de los ciclos económicos.

Decían que el mejor gobierno era un gobierno mínimo, pequeño y que las regulaciones estatales son impedimentos para la innovación. Los bancos centrales debían ser independientes y volcarse  solamente en controlar la inflación.

Pues bien, todo este planteamiento se ha hecho añicos con la crisis iniciada en el 2008. Pero no hay que olvidar que ha habido unas  124 crisis económicas entre 1970 y 2004 en los países en vías de desarrollo.

Hay que dar una batalla de ideas contra el neoliberalismo y contra sus representantes políticos. La responsabilidad de la crisis es de los mercados y las instituciones financieras no reguladas suficientemente y peor supervisadas.

Sin embargo, los mercados parecen ser, hoy por hoy, la base de cualquier economía, ya que se ha visto el rotundo fracaso del estatismo económico y de la "planificación centralizada". Hoy la única economía próspera que se reclama de la ideología leninista-estalinista es la China y todos sabemos que abandonó esa planificación centralizada por la llamada "economía social(ista) de mercado".

Ahora bien, al defender o aceptar una economía de mercado hay que agregar que hay múltiples modalidades de la misma. Los mercados no funcionan bien por sí solos o dejados a la mano invisible. Debemos reivindicar hoy, por tanto, una vuelta a las ideas fundamentales de John Maynard Keynes.