La lucha directa contra las empresas mineras, así como la fuerte influencia política de partidos y agencias, determinó un mayor desarrollo de las organizaciones campesinas en el Cibao Oriental, particularmente Bonao, Maimón, Jima, Cotuí, Cevicos y Fantino (La Piña). Como resultado, lograron establecer  federaciones campesinas municipales a partir de las numerosas asociaciones y cooperativas comunitarias que ya existían y proliferaron, sobre todo desde el año 1974.

Estas federaciones incluían asociaciones de agricultores, jóvenes y amas de casa. Desde finales de 1977 se embarcaron en estructurar un programa reivindicativo para presentarlo y que fuera adoptadopor el conjunto del campesinado. Colaboraron para ello sectores no campesinos, principalmente de la Iglesia, solidarios con las demandas de las comunidades rurales.

En las provincias Sánchez Ramírez y La Vega, sin embargo, se verificó un proceso de características distintivas con relación a las demás regiones, exceptuando las áreas de influencia de la Gulf+Western en el Este. Se trató del enfrentamiento de las comunidades campesinas, particularmente de Bonao, Maimón y Cotuí, contra las poderosas empresas multinacionales mineras Falconbridge y Rosario Mining. Si se mira desde la perspectiva actual, esos movimientos campesinos fueron precursores de la preocupación por el medio ambiente, hoy tan al día en todo el mundo. El  enfrentamiento de estas comunidades con las compañías mineras estuvo centrado en detener la contaminación del agua y las tierras, algo que en esa época las compañías extranjeras hacían impunemente.

La lucha directa contra las empresas extranjeras, proceso en el que el Estado jugó un papel dual y cambiante, contribuyó a acelerar la consolidación de los líderes campesinos locales y a proyectar a algunos de ellos hacia el escenario nacional. Este liderazgo, aunque pequeño, llegó a concentrar en su momento un considerable poder de movilización y convocatoria.

La culminación de este proceso cristalizó en el Encuentro Campesino realizado en Cotuí el 12 de marzo de 1978, cuyo impacto quedó eclipsado en parte por la arrolladora campaña electoral de aquel año, entonces en plena efervescencia. No cabe duda de que el éxito de este evento, que se desarrolló en el parque central de Cotuí,  se debió en parte al apoyo de la Iglesia, concretado en la parroquia de Cotuí cuyo párroco, Felipe Vinicio Bello, fue uno de los oradores. Igualmente, del Centro de Promoción Campesina de La Vega, cuyos miembros “se fajaron” durante días enteros en labores de apoyo. Las mujeres campesinas organizadas, tanto jóvenes como las eufemísticamente   llamadas “amas de casa”,  se distinguieron por su participación y trabajo tesonero.

La prensa nacional, sumergida en el proceso electoral, se vio obligada a prestar atención. He aquí algunos párrafos de la reseña del periodista Danilo Rodríguez, enviado por el periódico liberal El Sol: “El compromiso solemne de los hombres y las mujeres del campo tuvo lugar durante el Primer Encuentro de Campesinos Federados de la Provincia Sánchez Ramírez… Los campesinos organizados denunciaron la explotación, los abusos y las condiciones de miseria y hambre de que son víctimas por parte de los terratenientes y sectores económicos poderosos, tanto nacionales como extranjeros.”

“Unos catorce oradores… condenaron las condiciones en que todavía se desenvuelve la actividad agrícola de la República, así como la incursión de las empresas multinacionales, principalmente la Rosario Dominicana, la Falconbridge y la Alcoa, entre otras, ligadas a la explotación de los recursos naturales del país” “El encuentro aprobó un programa reivindicativo preparado por las federaciones campesinas de la Provincia Sánchez Ramírez., que afilia a las federaciones de Zambrana-Chacuey, Los Cacaos-Las Lagunas y  de Cevicos”“Con el lema “Los pobres somos el gran negocio en todas partes”, el encuentro aprobó luchar por la limitación de los latifundios, nacionalización de los latifundios en manos de extranjeros; participación y control de los campesinos en el mercadeo,”, entre otros.

Que un grupo de campesinos pudiera realizar un evento de alcance nacional sin precedentes, aun tomando en cuenta el apoyo logístico externo, se debe atribuir a la madurez alcanzada por sus  líderes emergentes, cabe citar,  entre otros, a Modesto Pérez Tejada, Juan Buret, Ignacio de Jesús, Esteban Sánchez, Antonio Hiraldo, Confesor Tineo, Berto Paulino, Andrés Tolentino, Elena Tineo, Ana Veras, Leonilde Moscoso, Sixto (Tito) Magallanes, Bartolo, Juan Santos, Gregorio Hiraldo, Tomás Rafael Santana Rivas, Leoncio Cruz, Ramón Antonio Peralta Quiñones (Negro), Félix Rodríguez Marte, Daniel Rosario, Antonio Almonte, Candelario Fernández, Antonio Basilio de la Cruz, Juana Bautista García Viloria (Niña).