Narcisismo, egoísmo, snobismo, no importa: a veces es bueno tener secretos, conservarlos como una primera y autografiada edición de Lezama, cultivarlos como un bonsai en una esquinita de un jardín por donde nadie pasará.
Hay títulos que no delato, películas que espero ni Jaime ni Katty vean antes que yo, y si me las recomiendan en algún descuido, tremendo trago amargo para las huestes de la noche.
Hay apuestas y mesas colgando en la pantalla, arpegios de algún violín que sólo tú oirás en su milésina de segundo, y ahí estará la bendición.
Films, canciones, títulos, hay viajes que comienzan y concluyen en tu sofá o en tu sillita, autopistas que se estrellan en tu almohada.
Justas sean las estrellas que coronen esa noche, esa sensación de que siempre estuviste y estarás solo, entonces, por eso, dulces sean los momentos solo tuyos, sin hablarlos, en silencio, como un copa que se llena y se vacía, sin relámpagos.