Coincidiendo con la escogencia por parte de Luis Abinader de la catedrática Raquel Peña, Vicerrectora Administrativa y Financiera de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, como su candidata a la vicepresidencia, el Alcalde del Distrito Nacional David Collado, cuyo nombre se había estado señalando de manera insistente como posible mejor opción para ocupar esa posición en la boleta del PRM, anunció en el curso de una comparecencia televisiva dirigida al país su decisión de no aspirar a ningún cargo electivo en el presente proceso electoral.
Llegado a la Alcaldía del Distrito Nacional en el 2016 al cabo de una casi meteórica campaña de mes y medio y empleando un discurso político propositivo basado en un detallado programa de realizaciones en vez del tradicional modelo focalizado en criticar la gestión del entonces ocupante de la posición y principal competidor, logró captar la simpatía y el apoyo de los votantes que lo eligieron por mayoría abrumadora.
Una vez juramentado en el cargo, no perdió tiempo tampoco en tratar desmeritar a su antecesor poniendo al desnudo las posibles fallas de su larga permanencia durante los tres períodos consecutivos en que se mantuvo al frente de los destinos de la Ciudad Primada. Antes, al contrario, desde el primero de los clásicos cien días que se conceden a las nuevas autoridades para ponerse al corriente, comenzó a dar forma y cumplimiento a su prometido programa. Es lo que ha hecho desde entonces trabajando sin descanso, día tras día, en un vasto programa de realizaciones como nunca antes se había llevado a cabo en la capital.
El listado de obras resulta abarcador y exhaustivo: remozamiento y dignificación de los cementerios; rescate de los espacios públicos; recuperación y reparación de infinidad de parques devolviéndoles su perdida condición de sitios de esparcimiento familiar; saneamiento y reordenamiento de los mercados; reparación de calles, contenes y aceras y limpieza de imbornales de decenas de barriadas y sectores de las tres circunscripciones que comprende el área del Distrito Nacional; embellecimiento del malecón convertido ahora en un hermoso paseo y sitio de recreación; transformación de la abandonada e imponente estatua de Fray Antón de Montesinos del estado de abandono y degradación en que se encontraba sumido en atractivo centro de visita para los capitaleños y turistas y emblemático símbolo de la capital donde por vez primera se levantó la voz en defensa de los pobladores originales.
Extrañó de la nómina el clientelismo político; mejoró los salarios de los trabajadores del cabildo y de los policías municipales; elevó el de los bomberos y los dotó de equipamiento; fortaleció la institucionalidad; mantuvo las mejores relaciones con la sala capitular logrando el decidido apoyo de estas al margen de diferencias partidarias; estuvo en permanente comunicación y colaboración con las asociaciones de vecinos, instituciones culturales y deportivas y grupos de activistas, y su despacho siempre estuvo abierto para recibir quejas y peticiones.
culminada por una gestión ejecutada con un estricto sentido de utilización racional de los recursos. Con la renegociación de los contratos con las compañías recolectoras de basura logró un ahorro multimillonario para el ayuntamiento y manejó el presupuesto con la más escrupulosa honestidad, lo que le ha merecido ser tomado como ejemplo de transparencia en el plano internacional.
No es de extrañar, por consiguiente, que casi al término de su mandato, las distintas encuestas le hayan otorgado mas de un 88 por ciento de reconocimiento público y su gestión hayan trascendido sus límites municipales para proyectarlo a nivel nacional con el más elevado nivel de popularidad entre las figuras políticas del país.
Con un 70 por ciento y más de intención de voto, en diciembre pasado, Collado anunció que no optaría por un nuevo período en base al principio de la alternabilidad, brindando cálido y sin duda valioso apoyo a la candidatura de Carolina Mejía, como sucesora en el cargo y en su labor. Con el aval de una gestión que le ha otorgado estatura nacional, fueron varias las tentadoras ofertas que recibió para aspirar a la presidencia. Todas fueron rechazadas entendiendo que de no hacerlo hubiera provocado, como el mismo ha señalado, más división, incertidumbre y tensión política.
Su gestión queda impresa en el tiempo como huella indeleble y ruta a transitar por los futuros ocupantes de la Alcaldìa del Distrito, pero también de modelo en el desempeño eficiente y transparente de los cargos públicos como medio de servir y no de servirse, y su decisión de no reelegirse un buen ejemplo de saludable alternabilidad en su ejercicio.
Aun sin desempeño de cargo público o electivo alguno, David Collado queda como un referente de buen gobierno y un activo político de considerable valor para el país del cual será imposible prescindir en el futuro.