Uno de mis edificios modernos preferidos en el centro histórico de Santo Domingo es el Ricart, ubicado en la esquina formada por las calles Arzobispo Nouel y 19 de Marzo. Se parece a algunos que fueron construidos en la década de 1950 cuando el Moderno ya había asentado raíces en la arquitectura local, en contraposición con los gustos tradicionales por los ornamentos y el sabor romántico. Bien podría decirse que el Ricart es primo lejano, por ejemplo, del edificio CHM, ubicado en la calle El Conde esquina Sánchez y diseñado por William Reid Cabral y José Manuel -Nani- Reyes. Ambos ofrecen una lectura dinámica de las posibilidades expresivas de la arquitectura moderna establecida en el Caribe, con sus recursos volumétricos y su sencillez en los materiales de terminación.
El edificio Ricart tiene una fuerza imponente con su buena disposición de los balcones en su fachada sur y los que también posee en el extremo de su cara oeste. El plano vertical de su alzado principal, al sur, sirve de mural para las letras en metalTimes New Roman, en altorrelieve, que exponen el nombre del edificio. Se comporta como una caja maciza que ocupa todo el lote, con un buen gesto urbano en su planta baja dedicada a comercio.
El diseño de los balcones es espectacular: los de las esquina simulan un plano volado que pende del plano vertical ya mencionado y sobresalen la línea de la fachada oeste. Presentan un plano blanco horizontal que hace un doblez que sirve de muro-baranda. Se completan con barras metálicas con pasamanos de madera que aligeran el peso visual y equilibran la gran masa de hormigón del edificio (solo el balcón del tercer piso mantiene su diseño original).
En esa misma cara sur, se observan nueve balcones en el extremo derecho. Se enmarcan en un cuerpo que sobresale y se subdivide en tres balcones por piso, con igual diseño de barandas metálicas que las anteriores. Los balcones que están justo al lado del plano central (donde está el letrero del edificio) son más pequeños y aportan un cambio rítmico a la fachada.
La primera planta presenta una altura mayor que la de los tres pisos superiores. Refleja, acertadamente, su uso comercial. El cuerpo que vuela sobre esta primera planta, en la cara sur, permite disponer de una acera más amplia que beneficia la visualización de los escaparates por los viandantes y aporta protección del sol y la lluvia.
En la fachada oeste se observa un cuerpo central con largos vanos horizontales que se mantienen dentro del plano, protegidos por un pequeño alero continuo. Es obvio que las ventanas de celosías de aluminio blanco originales han sido sustituidas por otras de vidrio y perfiles de aluminio negro, tal como se observa en la imagen de 1982 que presentamos. En el extremo izquierdo de esa fachada vuelan tres balcones similares a los demás que completan el conjunto arquitectónico. En su planta baja existe un espacio que se retira de la línea del lindero y da acceso hacia la escalera a través de un amplio hueco con paños de vidrio de diseño original.
El edificio contiene doce apartamentos distribuidos en los tres pisos superiores. Es interesante la manera en que se organizan en cada planta: dos apartamentos colocados hacia la Arz. Nouel, a los cuales se accede por una escalera común; un tercer apartamento se ubica en la esquina, con balcones hacia el sur y ocupa la fachada oeste; el cuarto apartamento, ubicado al norte, comparte con el anterior una escalera hacia la calle 19 de Marzo. Las cuatro viviendas se conectan a un patio interior para la ventilación e iluminación natural de las áreas centrales. Este mismo esquema de distribución se repite en los pisos 3ro. y 4to.
Más allá de la fuerza volumétrica de este edificio diseñado por Fernando Ricart, me asombra siempre su buen manejo de las proporciones, su sentido urbano con una respuesta adecuada a su emplazamiento de esquina y su valor como inserción moderna en un entorno comprometido. Por último, el edificio refleja la calidad de su construcción que lo mantiene bien conservado dentro de un conjunto de inmuebles históricos. Es una pieza insustituible que muestra, con orgullo, su personalidad.