En una isla del Caribe el gobernante se llama y considera “perfecto”. Es “el señor de la isla”. Gobierna a su antojo, decidiendo sobre la vida y la muerte de sus ciudadanos.  Las mujeres son parte de sus bienes: las esposas, para limpiar la casa; las amantes, para acompañarle a Bávaro.

Impone el servilismo y el miedo, compra conciencias y liquida opositores. Es ridículo en su hablar y en sus formas, un chulo de barrio con ínfulas de dios, un megalómano y misántropo cuyo complejo de inferioridad lo ha convertido en un ególatra peligroso, sediento de gloria y pleitesía.

Convencido de su superioridad, se autojustifica porque el pueblo: “solo corre detrás de un cheque o delante de un fuete”.  Es un arquetipo del dictador latinoamericano: avasallador, autoritario, sediento de sangre, poder y sexo.

Es el protagonista de la obra teatral de Waddys Jáquez, Perfectus quorum, una metáfora de la realidad política dominicana. ¿Acaso no conforma nuestra historia un devenir interminable de “Perfectus”? ¿No es constitutivo de nuestro ordenamiento social y politico el endiosamiento de un hombre hasta hacerlo creer un demiurgo?

Reemplace el nombre de “Perfectus” por el de la mayoría de los líderes politicos de nuestra historia y tendremos el mismo resultado: un individuo cuya posibilidad de servir se convirtió en una tortuosa estela de sometimiento colectivo.

Waddys Jáquez ha logrado reconstruir el espacio arquetípico de una historia política de atropello, humillación y envilecimiento. La escenografía vanguardista de Angela Bernal contribuye a la conformación de este lugar modélico de deshumanización y la musicalización guiada por DJ Korduroy crea una atmósfera de humor negro que ejemplariza el potencial de la canción urbana como género de denuncia social.

Vicente Santos (“Perfectus”), María Castillo (“La Vieja Gleva”) y Ruth Alfonsina (“Brígida La Loca”) destacan en una actuación coral donde todo el personal sobre las tablas nos transmite con su voz y el lenguaje corporal: Coraje, ira, fuerza, protesta contra el estatus quo que ha caracterizado nuestra condición histórica.

Enhorabuena para Waddys Jáquez y para todos los involucrados en la obra. Ella contribuye a romper los espacios cerrados de la sociedad dominicana. Y nos unimos al propósito de la misma externada en el programa, luchar por: “la libertad de expresión y el deseo de que esta media isla que pertenece a todos sea cada vez mejor”.