Adriano Espaillat es ampliamente respaldado por personalidades y políticos dominicanos en su intento por obtener una curul en la Cámara de Representantes de Estados Unidos en Washington en las próximas elecciones congresuales  de noviembre.

Todos vemos con orgullo las exitosas carreras políticas de alcaldes, legisladores, embajadores y funcionarios de extracción dominicana en Estados Unidos, y celebramos sus triunfos como si fueran nuestros.

De hecho un artículo reciente del New York Times resalta los esfuerzos de empresarios dominicanos en registrar a ciudadanos estadounidenses de origen dominicano para que puedan ejercer su derecho al voto en ese país y así participar activamente en los procesos políticos de su nueva patria. Nos parece muy bien.

Sin embargo, vemos con suspicacia cuando una compatriota de origen haitiano anuncia que aspira a ser regidora en el municipio de Dajabón, ahora que entendemos gracias a la Ley 169/14 ella ha sido “regularizada” dominicana, según reporta Hilarión Isalguez en El Nuevo Diario del 27 de mayo 2014 bajo el título de “Haitiana dice aspira regiduría por Dajabón en boleta PLD”:

“DAJABÓN.- ¡Sorpresa!, ha provocado el anuncio de una mujer de nacionalidad haitiana, de que en el municipio Ciudad de Dajabón, aspira ir como candidata a una regiduría en la boleta del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), para las elecciones del año 2016.

Explica Alexandra Pimentel Rodríguez, que decidió aspirar amparada por las facilidades que supuestamente les aplica a los extranjeros la ley de naturalización recién promulgada por el Poder Ejecutivo.

Pimentel Rodríguez, hizo pública sus aspiraciones en medio de un acto en el que también asistieron otros aspirantes a esa posición y a la Alcaldía dajabonera.

Ahora se abre un compás de espera para conocer distintas consideraciones de los líderes del partido morado en esta ciudad de la zona fronteriza domínico – haitiana.”

http://elnuevodiario.com.do/app/article.aspx?id=376672

Creemos que una expresión como la anterior sería rechazada vehementemente en California o España, quizás con tanta o más energía que los comentarios racistas del propietario de los Clippers de Los Ángeles o el infame lanzamiento del guineo en Villareal.  Pero nuestros diarios digitales están cundidos de comentarios ofensivos contra haitianos y dominicanos de origen haitianos. Y  todo sigue igual, nosotros ni nos ruborizamos y negamos tener prejuicios contra los “haitianos”.

Igualmente vemos con horror los relatos de maltrato a inmigrantes dominicanos en Puerto Rico, pero callamos si esa misma violación a los derechos humanos ocurre en República Dominicana y los afectados son haitianos.

Esta, sin duda, es la definición de “doble estándar”.