Al abordar el discurso filosófico de José Mármol, no lo haré tan solo desde la misma obra del autor de Posmodernidad, Identidad y poder digital. Las nuevas estrategias de vida y sus angustias (Bartleby Editores, Madrid, 2019), sino también desde su sombra, en cuanto estrategia de indagación filosófica, interdisciplinar y multidisciplinar.
El poeta y filósofo Octavio Paz dice, en Sombra de Obra (1998), «Entre los hechos y las cosas están las hechuras, las cosas hechas por el hombre: las obras. Nuestros comentarios y reflexiones ante obras de arte, ¿Qué son si no sombras?» (p. 9).
Siguiendo la línea de Paz, pretendo colocarme en la sombra de esta obra que hoy ponemos a circular en este V Congreso Dominicano de Filosofía. Para tales propósitos, pretendo no quedarme en el plano de la repetición, de lo ya sabido y conocido por el propio autor y por otros autores que se han referido a estos tiempos cibernéticos y más cuando sabemos que no estamos solo ante un filósofo, sino también ante un poeta, conocedor de la convergencia entre filosofía y literatura.
Pensar desde la sombra el texto de Mármol es buscar más allá de algunas de las pasiones filosóficas que de por vida caracterizan a este filósofo y las cuales van desde su conocimiento sobre Nietzsche, Heidegger, Foucault, Paz, Bauman, Byung-Chul Han, entre otros, para así colocarnos en pensadores como Eugenio Trías, que en su primer texto La filosofía y su sombra (1969), dejan a un lado la tradición dualista que viene desde el ser y no ser del filosofar de Parménides de Elea, del mundo sensible y suprasensible platónico, en fin, del empirismo y el racionalismo que ha caracterizado el filosofar en Occidente.
El pensar desde la sombra, tal como lo explica Trías, es situar, analizar y criticar a partir de otra vía filosófica que no tiene que ver con lo prohibido, con el encendido y apagado del semáforo de ese saber filosófico (verde) y del no saber filosófico (rojo). Es pensar en lo que ha sido excluido en esa tradición, como el caso del filosofar sobre la pasión y lo siniestro.
El pensar desde la sombra es abrir otra vía de investigación que tiene que ver con ese hijo bastardo de la filosofía, que es la filosofía cibernética e innovadora, la cual he estado construyendo desde hace casi tres décadas y la cual es imprescindible para comprender y situar la presente obra de Mármol Posmodernidad, Identidad y poder digital. Las nuevas estrategias de vida y sus angustias.
El filósofo alemán del siglo XVIII, Novalis, un amante del saber filosófico, científico y técnico, llegó a expresar «Las teorías son redes que quien lance, cogerá». Y eso es lo que ha escogido el filósofo y poeta José Mármol, al colocarse en la crítica del mundo y el cibermundo como híbrido planetario.
Pensar desde la sombra el discurso filosófico de Mármol es hurgar en los escritos, que el autor no recoge en el presente texto, que aparentan ser marginados, pero que en el ámbito de la filosofía cibernética innovadora son fundamentales, como lo es el caso de la reflexión que se titula “Por una filosofía de la innovación” (2018), en la que el autor dice lo siguiente: «Frente a la constructividad, la destructividad deviene la otra cara de la innovación y hay que afrontarla. Nietzsche acertó en decir: ‘El que crea, destruye siempre’. Innovar es crear.»
Y eso es lo que ha hecho Mármol en esta obra, innovar. Parte de lo que he descubierto desde la sombra de su obra es ese espíritu de innovación, crítico y creativo que lo caracteriza como filósofo y poeta al momento de abordar temas puntuales del cibermundo y las diversas manifestaciones sociales, culturales, virtuales y reales que se desprenden de este.
Es por eso que el texto Posmodernidad, Identidad y poder digital. Las nuevas estrategias de vida y sus angustias se mueve en la comprensión de una filosofía cibernética innovadora en cuanto crítica, ruptura- continuidad de ese filosofar y de manera semejante a la lechuza de Minerva, que alza su vuelo al anochecer y se coloca a la altura y en el vértice piramidal del conocimiento y la sabiduría, dejando los datos y las informaciones a los que viven apegados a la base y las aristas de la pirámide.
No obstante lo expuesto, quiero dejar testimonio de que las relaciones entre Mármol y yo se mueven en el ámbito de lo virtual, tiempo asincrónico, y en lo real sincrónico, programación de hora y cita en tiempo real y sin tiempo y horario en nuestro encuentro ciberespacial. Estos encuentros son dialógicos en lo filosófico, social cibernético, tecnológico, digital, ciberliterario y cibercultural; que en ocasiones entran en disenso, en provocaciones que se detienen en ese encanto de la amistad epicureísta, en cuanto a dejar a la sociedad dominicana un pensamiento filosófico, que en el ámbito de la modernidad y posmodernidad cibernética, no se había pensado.
De ahí, que Mármol da por sentado en el libro, mi condición de pionero en el país sobres estas reflexiones, llegando a decir lo siguiente: «Estamos en la civilización del ciberespacio o del cibermundo, entidades creadas y regidas por medios informáticos: era de la hiperconectividad, simultaneidad, portabilidad digital, el universo y la vida reducidos a pantallas y teléfonos inteligentes, las autopistas de la información, interfaz, chip, liquidez, en fin. Vivimos el simulacro de la virtualidad.» (pp. 35-36).
Vivir en el cibermundo de lo virtual es reconocer cómo se han ido incrementando los sujetos cibernéticos, milenaristas y nativos digitales en las redes sociales. En unos cuantos años el planeta vivirá prácticamente en la hiperconectividad total. Hasta tal punto, como bien explica Mármol: «Todos hablamos hoy día de las redes sociales, el ciberespacio y la comunicación digital como una conquista de la racionalidad tecnológica y de la expansión sin fronteras de la democracia, como sistema jurídico-político, bajo el impulso de la globalización.» (p. 49).
De lo expuesto en su discurso se desprende que la visión crítica implica un lenguaje de lo adversativo de manera atenuante con relación a lo dicho por el escritor sobre el mundo cibernético. En tal sentido, expresa: «Pero, a pesar de la relevancia de ese tsunami de avance de la tecnología mediática y su efecto social y político, no podemos llamarnos a engaño al creer que, de esa misma forma (…) van avanzado los derechos humanos, la seguridad individual y el sistema democrático» (pp. 50-51).